«Al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén» (Judas 25).
Judas dice que solo hay un Dios y este Dios es el Dios Salvador. Ahora bien, si Dios es el Salvador, ¿cómo es esta salvación? Hay tres dimensiones:
1. Dios es nuestro Salvador del castigo del pecado
Cuando llegaste a la fe en Jesús, Dios perdonó tus pecados. Te liberó de la culpa, la condenación y el infierno: «Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8:1). Este es el principio de tu salvación, pero no es el final.
2. Dios es nuestro Salvador del poder del pecado
Cuando te conviertes en cristiano ya no estás bajo el poder del pecado: «Porque el pecado no tendrá dominio sobre ustedes» (Romanos 6:14). Piénsalo como un combate de boxeo. Antes de venir a Cristo, el pecado era tu amo. Tenías las manos atadas y los ojos vendados. Estabas indefenso. No estabas en posición de defenderte. Pero ahora, en Cristo, Dios te ha puesto en posición de pelear. Te quita la venda de los ojos y libera tus manos. Estás en una situación totalmente diferente. Aunque llevarás las cicatrices de la batalla, en Jesucristo prevalecerás.
3. Dios es nuestro Salvador de la presencia del pecado
Imagina que estás en el cuadrilátero. Has estado boxeando durante diez rounds, has logrado acertar algunos golpes, pero tu oponente no se rinde. Se resiste. Esa es la imagen de tu lucha contra la tentación. Entre más dura la pelea, más deseas ver al enemigo caer en la lona, y un día lo hará. Cuando Jesús venga de nuevo en gloria, el pecado será noqueado, tu batalla habrá terminado y recibirás la corona de la victoria.
Dios es nuestro Salvador. Nos salva no solo del castigo del pecado, sino también del poder del pecado, y un día nos salvará de su presencia. ¿Cuál de estas verdades te resulta más clara?
Este artículo es un fragmento del libro Mantente en forma espiritualmente: Un devocional de 30 días por Colin Smith, un libro especial que hemos preparado especialmente para los donantes de nuestro ministerio. Si deseas una copia, por favor haz una donación a Abre la Biblia.



