¿Cómo nos ayuda el Espíritu Santo en la oración? El pastor Colin habla de dos maneras en las que el Espíritu Santo intercede por nosotros.
Pasaje: Romanos 8:26-30
Estamos analizando por qué necesitamos la ayuda del Espíritu Santo y hemos llegado a la conclusión de que hay dos razones.
La primera es nuestra debilidad, que surge de nuestra fragilidad, que proviene de nuestro fracaso, que a su vez procede de la debilidad de nuestra fe.
La segunda es que aun, en nuestro mejor momento, no siempre sabemos qué pedir. A veces lo sabemos, pero muy a menudo no es así. Tal vez se trata de un problema, una oportunidad que nos encantaría tener o una bendición que nos gustaría disfrutar; en todo esto, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo.
Entonces, ¿cómo nos ayuda el Espíritu Santo en nuestra debilidad y en nuestra frecuente ignorancia de la voluntad de Dios? Bien, vean lo que dice. «No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros».
La misma palabra es usada en el siguiente versículo otra vez, «el Espíritu intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios». Muchas veces no sabemos lo que debemos pedir, pero el Espíritu intercede por nosotros según la voluntad de Dios.
Él nos ayuda a causa de nuestra debilidad y de nuestra ignorancia.
Ya aprendimos qué significa la maravillosa palabra “interceder”. Anteriormente en esta serie vimos que nuestro Señor Jesús intercede por nosotros en el cielo y vimos lo que eso significa.
Él está en la brecha entre nosotros y el Padre, reconciliándonos con el Padre en Él mismo, presentándonos al Padre como Suyos.
Siempre vive para interceder por nosotros.
Ahora encontramos exactamente la misma palabra aplicada no solo a nuestro Señor Jesús y Su gran obra por nosotros en el cielo, sino también al ministerio del Espíritu Santo en nuestras mentes y corazones mientras mora en nosotros.
En otras palabras, lo que Jesús hace por nosotros en el cielo, el Espíritu Santo lo hace por nosotros en la tierra. Así es como nos ayuda.
¿Qué significa que el Espíritu Santo interceda por nosotros?
¿Cómo funciona eso realmente? ¿Cómo lo hace?
Se nos dan dos declaraciones maravillosas. Empecemos con el versículo 27.
«Él Espíritu intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios».
Hemos visto que hay una brecha. Recuerda que la intercesión significa “estar en la brecha”. A menudo hay una brecha entre lo que realmente pedimos y la voluntad de Dios.
El Espíritu Santo está en esa brecha y es el único capaz de hacerlo, porque el Padre conoce la mente del Espíritu (v. 27) y el Espíritu conoce la voluntad del Padre (v. 26). Así que el Espíritu Santo te acompaña cuando oras.
Incluso cuando pido cosas a Dios (y debo pedirlas libremente), no hay condenación, pero cuando pido cosas que en realidad no son la voluntad de Dios, Él se acerca a los errores de mi oración e intercede conmigo y por mí, de acuerdo con la voluntad de Dios.
Ahora, esto es lo más maravilloso y liberador, y quiero que recibas la libertad que ofrece. No debes preocuparte por pedirle a Dios algo equivocado.
He tenido muchas conversaciones con cristianos sobre cómo saber qué pedir. Muchas veces estamos preocupados al pensar que si oramos por algo que no es lo que Dios quiere, algo malo sucederá…
Es la naturaleza de la vida cristiana. En realidad, no siempre sabemos cuál es la voluntad de Dios. Por eso, sea lo que sea que pidamos, siempre tenemos que presentarlo en el nombre de Jesús, lo que conlleva someter todo lo que pedimos a Su voluntad final y soberana. Saber eso te libera maravillosamente.
No debes preocuparte demasiado por si estás pidiendo lo correcto en una situación concreta. Ora según tu mejor entendimiento, ora con cualquier entendimiento que tengas sobre la verdad de la Biblia.
No siempre sabemos qué es lo mejor.
Pero recuerda que cuando oramos, de cualquier forma, el Señor Jesucristo filtra todo lo confuso y equivocado de nuestras oraciones antes de que lleguen al Padre, y el Espíritu Santo, junto a nosotros, intercede según la voluntad de Dios.
Él pide lo que deberíamos haber pedido en primer lugar. Eso es muy útil.
Y no lo hace aparte de nuestra oración, sino con ella, mientras oramos.
Por eso no nos quedamos de brazos cruzados y decimos: «bueno, entonces lo dejamos en manos del Espíritu Santo». No, el Espíritu Santo se coloca entre la voluntad de Dios y nuestras oraciones, a menudo confusas y erróneas, e incorpora en nuestras oraciones lo que deberíamos haber pedido a Dios en primer lugar.
Luego hay una segunda forma en la que intercede, y está en el versículo 26.
«Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios» y también
«El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles».
Los eruditos debaten sobre quién está gimiendo. ¿Es el Espíritu Santo quien está gimiendo? No lo creo. Es realmente difícil imaginar por qué el Dios Todopoderoso, que conoce el final desde el principio, estaría gimiendo.
Él ve la perfección de todo lo que está por venir como si ya estuviera allí.
Y no hay la más mínima posibilidad de que algo que está en Su voluntad no se cumpla.
Por eso creo que el comentarista Robert Haldane acierta cuando dice que,
“El Espíritu Santo arranca estos gemidos de nuestros corazones y los pone en acción”. Quiere decir que es el Espíritu Santo quien origina los gemidos.
Él actúa en ellos.
Así pues, como dice Haldane, “es nuestro corazón el que gime, pero la operación y la emoción proceden del Espíritu Santo”.
Ahora llegamos a algo muy importante que todo cristiano debe entender, porque nos vamos a topar con esto muchas veces en la vida.
El gemido se refiere a los fuertes deseos y a los profundos sentimientos que se agitan en el corazón de los hijos de Dios.
¿Tú sabes lo que es llegar a un punto, por una razón u otra, en que lo mejor que puedes hacer es gemir? Sería bonito que pudieras componer una hermosa oración, pero hay algunos momentos en la vida en los que lo único que puedes hacer es gemir.
De nuevo, hay muchos ejemplos de esto en la Biblia. Asaf fue el líder de alabanza en la época del rey David y en algún momento de su vida estuvo dedicado al ministerio vocacional.
Y dice en el Salmo 77:4: «Estoy tan turbado que no puedo hablar». “No hay palabras que puedan expresar la agitación y el problema que hay en mi corazón en este momento”. Ese es un hombre cristiano maduro.
Si has tenido la experiencia de sentir un gran dolor físico después de una cirugía importante, de estar acostado en una cama de hospital con una sonda saliéndote por la nariz, sabrás de lo que estoy hablando.
«Estoy tan turbado que no puedo hablar».
¿Recuerdas a Ana? Recuerdas que ella anhelaba el regalo de tener hijos, era un sufrimiento insoportable para ella. Veía que ese don se concedía a otras, pero no a ella. Le dolía tanto que no podía expresar con palabras lo que sentía.
Y en 1 Samuel 1:13 se dice que ella oró ante el Señor. Elí, que era el sacerdote, la observó. Ana hablaba en su corazón, pero solo se movían sus labios, no se escuchaba su voz. Todo lo que vio fue a una mujer angustiada y no había palabras que pudieran expresar la profundidad del sentimiento que ella quería comunicar al Dios Todopoderoso.
Es posible que haya un anhelo profundo en tu vida y algo que has deseado y no se te ha dado o cumplido, así que no puedes expresar con profundidad lo que sientes. De eso estamos hablando, de gemidos.
Permítanme ponerles otro ejemplo de la Biblia. ¿Recuerdan cuando Pedro negó al Señor tres veces, maldijo y blasfemó, y entonces cantó el gallo? Y de repente se dio cuenta de lo que había hecho. Se sintió abrumado por el dolor de su propio pecado y la Biblia dice que salió y lloró amargamente.
No habían palabras para Pedro. No había palabras que pudieran expresar lo que él quería decirle a Dios en ese momento. Pero sus lágrimas lo decían todo, sus lágrimas gritaban una oración a Dios, un gran gemido desde lo más íntimo de su ser, más profundo de lo que jamás podría expresar con palabras.
Lo que leemos aquí es que el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos que van más allá de las palabras. Esto significa que el Espíritu Santo tiene un ministerio especial de traducir lo que no puedes expresar con palabras para que tu grito apenas coherente realmente ascienda a Dios como una dulce ofrenda de alabanza.
El Espíritu Santo tiene el ministerio especial de traducir lo que no puedes expresar con palabras, de modo que tu gemido apenas coherente ascienda realmente a Dios como una dulce ofrenda en la oración.
Ese es el trabajo del Espíritu Santo.
Karen y yo hemos estado viendo una serie dramática que gira en torno a una madre que está en el centro de una familia muy grande. Como también es enfermera en una pequeña ciudad, está realmente involucrada en la vida de la comunidad. Está casada con un marido fiel, tiene una hija joven y entusiasta y un hijo adolescente que es un reto.
La madre sufre un accidente automovilístico que acaba con su vida.
Después del accidente, está a punto de morir en el hospital. Por supuesto, su familia está con ella y otras personas vienen a visitarla.
A medida que se acerca el final, solo quedan la familia y, uno a uno, dan un paso al frente para despedirse. La hija pequeña es la primera en hacerlo.
“Eres la mejor madre del mundo”, le dice. “Y siempre te querré”.
Entonces, el hijo adolescente da un paso al frente. Le ha causado muchos problemas a su madre y ella ha sido su roca porque siempre ha estado a su lado. Da un paso al frente e intenta hablar, pero no puede. “Mamá, quiero que sepas que… Mamá, lo que quiero decir es que… No puede decirlo”.
Su padre se acerca, rodea con el brazo los hombros del joven y le dice: “No pasa nada, hijo, ella lo sabe, ella lo sabe».
El gemido silencioso del Espíritu, el gemido inexpresable del Espíritu, traducido en el conocimiento completo de Dios Padre. Tu Padre lo sabe porque el Espíritu Santo traduce lo que tú no puedes expresar con palabras y de este modo, todo ello se transmite por completo a Dios, tu Padre celestial.
Estaba leyendo un libro de Ole Hallesby. Un libro muy famoso y útil sobre la oración, y se me vino este pensamiento a la mente:
“¿has pensado alguna vez que la última oración que la mayoría de nosotros oraremos en nuestras vidas será un gemido?”
La última oración que con toda probabilidad harás en tu vida será un gemido. Es decir, unas horas antes de morir podrías tener una oración coherente, pero la última oración que harás será un gemido.
Hallesby dice lo siguiente: “cuando estoy con amigos que luchan contra la muerte, me parece una bendición poderles decir: ‘no te preocupes por las oraciones que no puedes hacer’.
En este momento tú mismo eres una oración dirigida a Dios. Todo lo que hay dentro de ti clama a Él y Él escucha todas las súplicas de tu alma.”
Eso me pareció tan útil. Pero si en tus gemidos tienes un momento de descanso, agradece a Dios que ya estás reconciliado con Él y que sus brazos eternos te rodean.
«De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios».
Así que amigos, espero que estas semanas juntos les hayan animado en la oración y les ayuden a orar. Y quiero que recuerden esto como último pensamiento: ningún cristiano ora Cada vez que un cristiano ora, cuatro personas están involucradas. Tú estás orando, pero, mientras oras, el Espíritu Santo ora contigo, Él lee tu corazón y traduce lo que no puedes expresar adecuadamente con palabras para que sea plenamente conocido ante el Padre.
Mientras Dios participa activamente en tu oración, el Hijo también lo hace cada vez que oras. Él filtra estas oraciones para que sean más coherentes cuando se presenten al Padre, que las expresiones confusas que hayas podido hacer en la tierra.
Dios Padre está comprometido activamente. Porque cuando elevas tu oración con la ayuda del Espíritu Santo el Hijo intercede por ti, el Padre te recibe como a Su propio hijo o hija, y te dará todo lo que necesites según sus riquezas en gloria.
Y quiero animarte con esto… Que si realmente has llegado a conocer a Dios como tu Padre a través de la fe en el Señor Jesucristo, entonces has recibido el don de Su Espíritu Santo y eso significa que puedes orar.
No te preocupes tanto por si lo estás diciendo o pidiendo de la manera correcta. Cristo filtra tu oración, el Espíritu Santo la interpretará y la traducirá.
Y cuando estés en tu punto más débil y solo puedas gemir, el Espíritu de Dios lo traducirá y el Hijo de Dios lo endulzará, y tu oración más débil se elevará al Padre y tendrá peso ante el Dios Todopoderoso.
Oremos. Padre, te damos gracias y te alabamos por el don de la oración. Ayúdanos a perseguirla con nueva libertad y gozo, y a conocer los maravillosos dones que nos has dado para transformar nuestra vida de oración.
El don del Espíritu, el don de tu Hijo y el don de saber que en Cristo nos amas. Padre celestial, escucha nuestras oraciones en nombre de Jesús. Amén.
Pablo nos dice: «El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos… » (Romanos 8:26). Oras para que Dios te abra una puerta a una oportunidad, pero ¿es esto realmente lo que Dios quiere para ti?
No estás seguro.
Tienes un hijo o una hija que está lejos del Señor y oras para que Dios lo guarde del mal. Pero luego te preguntas si tal vez Dios usará alguna prueba en su vida para obrar en él o ella.
¿Y si estoy orando por algo que es contrario a la voluntad de Dios? Un ser querido está gravemente enfermo y oras para que se sane. Pero, ¿y si es el momento en que Dios lo quiere llevar a casa?
No sabemos por qué debemos orar, por eso el Espíritu nos ayuda.
¿Cómo nos ayuda el Espíritu? Hay muchas respuestas a esa pregunta, pero en la enseñanza «Orando en el Espíritu», quiero que veas cómo el Espíritu Santo usa las Escrituras para formar y dirigir nuestras oraciones.
Además compartiré un ejemplo sobre mi propia vida devocional y de oración que espero te anime a clamar con fe a nuestro Padre en los cielos.