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No podemos entender el mundo en que vivimos hasta que entendamos esto. En la Parte 2 del mensaje Cristo cumple la promesa, el Pastor Colin nos dice de qué se trata.


Amigos, vivimos en un mundo que rechaza a Cristo y nos resulta imposible entender el mundo en el que vivimos. No puedes entender un periódico hasta que no comprendas esta verdad tan importante: vivimos en un mundo que rechaza al Hijo de Dios.

Por eso, cuando ocurren catástrofes naturales, la gente dice: ¿por qué Dios no hace algo al respecto? Pero cuando vino y calmó la tormenta, lo rechazamos. Cuando alguien con un arma aterroriza una escuela, decimos: ¿por qué Dios no hace algo al respecto? Pero cuando vino y expulsó demonios, le pedimos que se fuera. Cuando vemos el cáncer y cuando vemos enfermedades, decimos: ¿por qué Dios no hace algo al respecto? Pero cuando vino y curó al paralítico, le rechazamos.

No puedes comprender el mundo actual hasta que no comprendas esto: “A lo Suyos vino y los Suyos no lo recibieron” (Juan 1:11). No le recibieron. Esa es la clave para comprender el mundo de hoy. Nunca entenderás el mundo de hoy si no comprendes esto.

Pero Juan no termina ahí, fíjate en esa gloriosa palabra: pero. “A los Suyos vino, y los Suyos no lo recibieron”. Tienes que comprender eso para entender el mundo en el que vivimos, pero ese no es el final de la historia. “Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios” (Juan 1:12).

Así que, por favor, comprende que esta es nuestra posición como cristianos en el mundo actual. Vivimos en un mundo que rechaza a Cristo, con toda su dolorosa experiencia de pecado y muerte; pero también pertenecemos a una familia que exalta a Cristo, con toda su vida, alegría y esperanza.

Por tanto, la experiencia del cristiano en este mundo es tanto el dolor de este mundo en su violencia y en su caída, como la esperanza de los que están en Jesucristo. Experimentamos ambas cosas a la vez.

Y eso nos lleva a la cuarta parada en nuestro viaje a través del ministerio de nuestro Señor Jesucristo. 

4. La transfiguración 

Acompáñame al capítulo nueve del Evangelio de Lucas y al relato de la transfiguración. Porque mientras el mundo rechaza al Hijo de Dios, el Padre exalta a Su Hijo. Y existe este gran contraste que realmente nos obliga a decir, ¿de qué lado estamos? ¿Estamos con el Hijo de Dios o estamos en contra del Hijo de Dios? Esa es, en última instancia, la gran pregunta a la que nos enfrentan los Evangelios.

Porque en todo este rechazo que se está produciendo, se nos dice que Jesús, en el capítulo nueve de Lucas, sube a una montaña con tres de sus discípulos, y lo retomaremos en el versículo 29, “mientras oraba, la apariencia de Su rostro se hizo otra”. Y fíjate cómo era. Sus vestidos se volvieron tan brillantes como un relámpago. ¿Cuán brillante es un relámpago? El aspecto de Su rostro cambió y Sus ropas se volvieron tan brillantes como un relámpago.

Y estos discípulos, en la cima de la montaña, vieron esta gloria, este esplendor, este brillo del Señor Jesucristo que los ángeles ven en el cielo y que estuvo velado durante Su encarnación. La gloria que un día verá toda persona que haya vivido. Pero había algo más. Dos hombres, Moisés y Elías, aparecieron en este esplendor glorioso y están hablando con Jesús.

Y es asombroso, porque Moisés y Elías, estos ancianos, habían muerto cientos de años antes. Y aquí están, en glorioso esplendor, hablando con Jesús. ¿Qué te dice eso? “Y una voz salió de la nube, que decía”, versículo 35, «Este es Mi Hijo, Mi Escogido; oiganlo a Él». La voz del Todopoderoso nos está diciendo esto, no se preocupen de que el mundo de hoy rechace a Jesucristo.

Escúchenlo porque Él es capaz de llevar a los muertos a la gloria y puede llevarte a ti a esta gloria si le escuchas. Ahora dirás, ¿cómo va a hacerlo exactamente? ¿Cómo podría llevarme a mí a la gloria? Y eso nos lleva a nuestra siguiente parada, de vuelta al capítulo 23 del Evangelio de Lucas.

5. La crucifixión 

Todo, por supuesto, en la historia del Evangelio conduce a esto, todo el propósito del nacimiento del Señor Jesús, de la Navidad, consiste en conducir a Su muerte y a Su maravillosa, maravillosa resurrección. Y quiero hacer un par de paradas en esta historia del capítulo 23. El primero está en el versículo 34. Cuando los soldados están clavando a Jesús en la cruz, esto es ahora la culminación del rechazo humano a Jesús. Él dice en el versículo 34: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Por favor, traten de entender esto, porque es el centro mismo del Evangelio. Nuestro pecado alcanzó su máximo horror en el Calvario, allí encontró su expresión más horrible. El ser humano siempre ha desobedecido el mandato de Dios, como todos nosotros lo hemos hecho tantas veces. 

Pero ahora estamos crucificando al Hijo De Dios. Y si alguna vez en toda la historia humana iba a existir un momento en el que el juicio de Dios caería sobre la humanidad, este era el momento. Jerusalén aniquilada, no probablemente toda la tierra consumida. 

Pero como hemos visto a lo largo de la historia bíblica, Dios, en Su increíble misericordia, encuentra la forma de desviar Su juicio a otro lugar para crear espacio para la reconciliación.

Lo vimos desde el principio. Recuerda que la maldición cae sobre la tierra y no sobre el hombre. La muerte debida le llega al cordero que es sacrificado y no al pecador que ha cometido el pecado.

Y quiero que entiendas esto: Cuando Jesús dijo, «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», se estaba colocando bajo el juicio de Dios. Sabía que el juicio de Dios caería aquel día, y así fue. Pero con estas palabras le estaba diciendo a Su Padre: que caiga sobre mí, no sobre ellos. Y eso es lo que ocurrió en el Calvario. El castigo por tu pecado y el mío fue derramado sobre Jesús.

Cristo se convirtió en el pararrayos de tu juicio y el perdón de Dios se libera para ti mediante el sufrimiento y la muerte del Señor Jesucristo en la cruz. Y es así como se abre el cielo para los pecadores como nosotros. Aquel día crucificaban a dos ladrones junto a Jesús y uno de ellos, acercándose a su último momento, dijo: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino».

Y si te fijas en el versículo 43, ahí están estas maravillosas palabras de Jesús. Dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». ¿Te imaginas lo que fue eso para este hombre que ha malgastado su vida, que ha tomado mil decisiones miserables, que ha vivido al margen de la ley, y ahora la pena de la ley lo ha alcanzado? 

Y Jesús dice que, al poner su confianza en el Salvador, no sólo se libera el perdón de Dios, sino que se abre el cielo mismo. Amigos, ésta es la promesa de Dios a través de Jesucristo para ti: el perdón liberado y el cielo abierto.

Esta es la promesa de Dios entregada en Jesucristo y sostenida en Sus manos para ti. El perdón inmerecido y el cielo abierto. ¿Por qué te apartarías de Jesucristo? ¿Qué es tan importante y tan bueno como para apartarte de lo que Él tiene en Sus manos para ti? ¿Por qué no dices hoy con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas: dame a Jesús? Para que todo lo que tiene y todo lo que ha conseguido sea tuyo.

6. La resurrección 

Avancen por favor al capítulo 24, porque Lucas relata maravillosamente aquí cómo un grupo de mujeres fue al sepulcro y lo encontraron vacío. Y escuchan esta maravillosa noticia, capítulo 24, versículo seis. 

“No está aquí, no está en este sepulcro, no está en la tumba pues ha resucitado”.

Y luego, en el versículo 36, cuando los discípulos estaban reunidos, Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con vosotros». Y, como es lógico, Lucas nos cuenta que se sobresaltaron, se asustaron y pensaron que habían visto un fantasma. 

Por eso Jesús les dice: “¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones? Miren Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; tóquenme y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que Yo tengo”. Y luego me encanta en el versículo 41 Jesús les dice “¿Tienen aquí algo de comer?» ¡Me encanta eso, me encanta! Y entonces le dan a Jesús un trozo de pescado.

Me imagino que los discípulos decían: «Me pregunto qué va a hacer con esto». Pues ya sabes lo que hizo con él, se lo comió delante de todos ellos. Eso es lo que nos cuenta Lucas aquí. Esto es vida de resurrección: Jesús habiendo ido a la muerte y a través de la muerte y por el poder de Su naturaleza divina, venciendo a la muerte en nuestro nombre, llevando a la humanidad a la vida de resurrección en Sí mismo.

Y ahora, en el versículo 45 les abre la mente para que puedan comprender las Escrituras. En otras palabras, les dice: de esto trata toda la Biblia. Y dice: 

“Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día, y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones”. 

¿Qué se predicará? Se predicará el arrepentimiento. Eso significa sencillamente que cambias de opinión, cambias de postura, cambias toda tu posición y actitud hacia el Señor Jesucristo. El arrepentimiento significa que te separas de la opinión que el mundo tiene de Jesús, y te pones de Su lado, el único y glorioso Hijo de Dios.

Significará para algunos de nosotros hoy venir al Señor Jesucristo y decir: 

«Jesús, me he equivocado contigo. He estado pensando durante algunos años que eres duro y exigente, y ahora veo que estás lleno de gracia y de verdad. He estado pensando que querías condenarme o atraparme, pero ahora veo que viniste al mundo para redimirme y darme vida eterna. He vivido pensando que esta vida es mía para vivirla de la forma que yo elija, ahora estoy viendo que es la vida que Tú me has dado, y lo mejor que puedo hacer hoy es entregártela y pedirte que me ayudes desde hoy a caminar por todos Tus caminos». 

¡Eso es arrepentimiento! 

Y con él, llega el perdón, que significa que Jesucristo te abraza en Su amor, entra en tu vida por medio de su Espíritu Santo, dándote poder para vivir de una manera distinta que antes no tenías. 

Significa que todas las promesas de Dios son tuyas en Él. 

Eso nos lleva a lo último, que por supuesto, es la ascensión del Señor Jesucristo, justo al final del Evangelio de Lucas, en el capítulo 24, versículo 50.

7. La ascensión 

Cuando los condujo fuera de la ciudad, hasta los alrededores de Betania, levantó las manos. ¿Te imaginas al Señor Jesús con las manos levantadas y bendiciendolos? Pronunciando palabras de bendición sobre Su pueblo.

Y Lucas relata que, mientras los estaba bendiciendo, los dejó y fue llevado al cielo; se eleva y asciende a los cielos mientras todavía los está bendiciendo. Para los discípulos, la última visión de Jesús fue esta bendición, que es por supuesto lo que está haciendo desde la diestra del Padre por nosotros, incluso hoy.

Ahora, por supuesto, esto apunta al maravilloso futuro que pertenece a todos los que están en Jesucristo. Verás, esta es la gran verdad, cuando estás en Cristo, todo lo que es Suyo se convierte realmente en tuyo. Él comparte contigo lo que es Suyo, y eso significa que Su muerte por el pecado se convierte en la tuya.

Si estás en Cristo, cuando mueras no llevarás tus pecados en tu muerte, porque Él llevó tus pecados en Su muerte. Nunca sabrás lo que es una muerte cargada de pecado, Su muerte por el pecado fue por ti. Y si estás en Cristo, Su vida de resurrección se convierte en la tuya. Su Espíritu Santo ya te ha dado nueva vida; ahora mismo Cristo vive en ti. Cristo en ti es la esperanza de gloria y más allá de la muerte entrarás en el don de Su vida de resurrección por siempre.

Pero no sólo estás unido a Él si estás en Cristo en Su muerte y en Su resurrección, sino que un día también estarás unido a Él en Su gloriosa ascensión. Y el Nuevo Testamento mantiene esa esperanza para todo creyente cristiano. Así como él ascendió a la diestra del Padre, así lo harán ustedes. “Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados  juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre”, dice Pablo en 1 Tesalonicenses 4:16-17. Y como Moisés y Elías, compartirás Su gloria, reflejarás plenamente la imagen y la semejanza de Dios.

En Cristo, serás liberado de la maldición del mal. Compartirás la alegría de la vida eterna con personas procedentes de todas las naciones, caminarás con Dios sin temor y sin vergüenza porque has sido redimido por el sacrificio de Jesucristo. Vivirás bajo la bendición del gobierno de Cristo en Su reino establecido para siempre. Amarás a Dios con todo tu corazón y tu alma y tu mente y tus fuerzas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo y a todos los demás en toda la comunidad del cielo. Compartiremos esa misma bendición y te regocijarás para siempre en la nueva vida que es tuya por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

Y amigos, “Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí y amén.”  Y por eso no es de extrañar que Pablo diga: “Nosotros, el pueblo de Dios, decimos, pues, amén, para alabanza y gloria de Dios”. 

Padre, gracias porque las increíbles promesas que sólo Tú podías cumplir son nuestras en Jesucristo, Dios con nosotros. Te bendecimos en Su nombre. Amén.