Quieres poner tu vida en orden con sabiduría… pero, ¿cómo lo haces? ¿Cómo pones en orden tu vida a la manera de Dios? El Pastor Colin habla sobre el punto de partida de Jesús.
Pasaje: 1 Corintios 2:6-16
Transcripción
¿Cómo vas a poner en orden tu vida? Esa es realmente la cuestión que está en juego hoy. Quiero que veamos en el pasaje de 1 Corintios, capítulo 2, como se muestran claramente dos formas distintas de hacerlo.
En primer lugar, puedes organizar tu vida mediante la sabiduría de este siglo, que aparece en el versículo 6, o en segundo lugar, mediante la sabiduría oculta de Dios, que Pablo describe en el versículo 7. Dos formas de organizar tu vida, dos tipos de sabiduría.
Ahora, fíjate primero en el versículo 6, en la sabiduría de este siglo.
La sabiduría de este siglo no es más que una forma de organizar tu vida en la que tú eres el centro. Así es como piensa este mundo. La sabiduría de este siglo es la forma de organizar la vida que comienza con las preguntas: ¿Qué quiero obtener de la vida? ¿Qué hace falta para conseguirlo? ¿Cómo actúo y me comporto y me posiciono de tal modo que consiga lo que quiero?
Así que hay una forma de organizar la vida y es muy común en este mundo.
Es la forma que pregunta: ¿Cómo consigo lo que quiero? Ese es el camino de la sabiduría de este mundo. Ahora, no puedes llegar a conocer a Dios de esa manera. No puedes añadir a Dios a ese estilo de vida. Simplemente no encaja, ahí no hay lugar para Jesús. Tendrías que crucificar a Cristo si vas por ese camino y no llegarás a nada.
La otra forma de organizar tu vida es lo que Pablo llama, en el versículo 7, la sabiduría secreta de Dios. La sabiduría secreta de Dios es sencillamente una forma de organizar tu vida con Dios en el centro. Y, por supuesto, eso es precisamente lo que hizo Jesús. La forma en que Jesús organizó Su vida en la tierra no fue para decir: ¿cómo puedo conseguir todo lo que quiero de la vida en esta tierra? Sino más bien: ¿cómo puedo hacer lo que el Padre me ha llamado a hacer? ¿Cómo puedo servir y ser una bendición y ministrar a los demás?
Ahora bien, es evidente que si te haces esa pregunta, organizarás tu vida cotidiana de un modo totalmente distinto. Habrá una gran diferencia entre un padre que dice en su mente, ¿cómo puedo conseguir lo que quiero? Y un padre que dice, ¿cómo puedo cumplir el propósito de Dios como padre? ¿Y cómo puedo ser una bendición para los que Dios ha puesto a mi alrededor?
Eso hace toda la diferencia del mundo en la forma en que estos dos hombres vivirán sus vidas. Lo mismo para un marido, lo mismo para un estudiante, lo mismo para un empleado, lo mismo en cualquier capacidad que Dios te haya colocado en esta vida. Si organizas tu vida de esta manera, estarás pensando igual que Jesús. Piensa en eso. Pablo dice en el versículo 16: “tenemos la mente de Cristo”.
No significa que pensemos cada asunto como lo hizo Jesús, pero nuestro planteamiento fundamental de la vida, si estamos viviendo la vida basándonos en la sabiduría de Dios, nuestro planteamiento fundamental de la vida es el mismo que adoptó Jesús. Eso es lo que significa ser cristiano.
Ahora bien, ¿cómo se ve esto en realidad? En primer lugar, está fundamentado en la cruz. De nuevo, aquí estoy mirando el capítulo 1, versículos 23 y 24: “Predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles. Sin embargo, para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”.
La sabiduría de Dios está directamente ligada aquí a la cruz. La sabiduría de Cristo para organizar Su vida como lo hizo fue inmensamente costosa. Él dijo: ¿Qué me llama a hacer el Padre? ¿Cómo puedo ser una bendición para los demás? Organizó Su vida de ese modo, y eso le llevó a una cruz.
Le costó todo. Y Pablo dice que la cruz es la sabiduría de Dios. La cruz es la forma que tiene Dios de unir las cosas. Por eso no puedes simplemente añadir una creencia en Jesús a una vida que se trata fundamentalmente de conseguir lo que quieres.
La única forma de ordenar tu vida por medio de la sabiduría de Dios es renunciar a tu agenda de ser todo lo que quieres ser o como dijo Jesús, la forma de salvar tu vida es perderla. La forma de unir tu vida es venir a la cruz y entregar esa vida de tus manos a las manos de Cristo y decir, aquí están estos pedazos rotos, no puedo unirlos. Los pongo en tus manos y al darte mi vida, ¿podrás ordenarla?
Esa es la sabiduría secreta de Dios: Me pongo en Tus manos, Tú unes las piezas. Ahí es donde comienza la sabiduría de Dios al pie de la cruz.
En segundo lugar, fíjate en que esta forma de organizar la vida no sólo comienza en la cruz, sino que es revelada por el Espíritu Santo.
En el capítulo 2, versículos 9 y 10 dice: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu».
Retomando lo mismo en el versículo 12: «Y nosotros hemos recibido no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente».
Nadie podría adivinar esto. Por eso Pablo lo llama: “la sabiduría secreta de Dios”. Dile a alguien allá afuera que la única forma de empezar la vida, y de ponerla en orden, es pararse ante la cruz y entregarse santamente a Jesucristo. Seguro te dirán que eso es una tontería.
Dios se ha dado a conocer de dos maneras. Una es muy pública, envió a Su Hijo al mundo. La otra es muy privada, Él envía Su Espíritu a tu corazón. Lo que hace el Espíritu Santo es abrir, por así decirlo, una ventana en tu corazón y en tu mente para que comprendas la verdad de Dios como nunca antes lo habías hecho. Para unir las piezas, para que el conocimiento se convierta en sabiduría.
¿De qué otra forma podrías llegar a conocer a Dios? ¿Cómo podrías llegar a conocer los pensamientos de Dios? Quizá te hayas preguntado, ¿alguien conoce realmente tus pensamientos? ¿Hay alguna otra persona en el mundo que conozca realmente tus pensamientos más profundos?
Verás, el único que conoce tus pensamientos más profundos en esta tierra eres tú, tu espíritu. Eso es lo que quiere decir aquí el apóstol Pablo. Nadie conoce los pensamientos de un hombre, salvo su propio espíritu dentro de él. Y luego dice que nadie conoce los pensamientos de Dios, salvo el Espíritu de Dios que hay en Él.
Pero, si tu espíritu viniera a mí, conocería tus pensamientos. Si mi espíritu viniera a ti, conocerías mis pensamientos. Si el Espíritu de Dios viniera a ti, conocerías los pensamientos de Dios.
Ahora bien, obviamente Pablo no está diciendo que cuando tenemos el Espíritu Santo, sabremos todo sobre Dios, por eso dice en el versículo 15 que ha conocido la mente del Señor, que ha sido su consejero.
Pero sí dice que tenemos la mente de Cristo. Se ha abierto una ventana en mi alma por la que empiezo a tener los pensamientos de Dios y a organizar mi vida de modo que refleje el pensamiento de Jesucristo. Y esta forma de organizar la vida, esta sabiduría, está destinada para nuestra gloria, capítulo, versículo 7. La sabiduría secreta de Dios, una sabiduría que había estado oculta y que Dios destinó para nuestra gloria antes de que comenzara el tiempo.
Organiza tu vida como lo hace el mundo y se quedará en nada. Organiza tu vida como lo hizo Jesús y llegarás donde está Él. Es difícil imaginar una pregunta más importante que ésta: ¿Cómo vas a organizar tu vida? Llegará la próxima semana, llegarán los próximos meses y años, y estarás pensando: ¿qué puedo obtener de la vida? Eso determinará muchísimos comportamientos.
O vas a vivir estos próximos días y decir: ¿Cómo puedo honrar el llamado de Dios en mi vida? ¿Cómo puedo ser una bendición para los demás? Organiza tu vida de este modo y será totalmente diferente.
En estos últimos momentos sólo quiero volver una vez más a nuestro título.
Eres sabio, aunque sigas cometiendo errores.
Y lo fundamental que estamos viendo a lo largo de esta serie es que en el corazón mismo del evangelio, al ser una nueva criatura, la vida cristiana se trata de ser quién eres. Eres sabio, aunque sigas cometiendo errores.
Y este patrón refleja, a lo largo de toda la serie, que vivimos en esta tensión.
- Estás limpio aunque sigas pecando.
- Eres libre aunque sigas luchando.
- Eres santo aunque sigas viviendo en el mundo.
- Eres sabio aunque sigas cometiendo errores.
Esa es la tensión de la vida cristiana, comprender quién soy en las continuas dificultades de la vida en este mundo.
Quiero hacer dos breves comentarios en relación con las dos partes de este título. El primero es el siguiente: sigues cometiendo errores. Todos cometemos errores. Es muy importante recordar esto porque algunas personas han sacado conclusiones erróneas de la afirmación bíblica de que tenemos la mente de Cristo. Lo ves en el versículo 16: “tenemos la mente de Cristo”. Y hay algunas personas que han tomado eso, lo han sacado de su contexto y han llegado a la conclusión de que, en consecuencia, siempre tienen razón.
Tienen la idea de que, de alguna manera, tienen una línea directa con el cielo, que todo lo que piensan son los pensamientos de Dios y todo lo que sienten es un reflejo del corazón de Dios, y que, por lo tanto, son infalibles en sus decisiones y que nunca hacen nada mal. Pues bien, a cualquiera que lea el capítulo 2 de 1 Corintios de ese modo, yo le diría: «Por favor, lee el resto de la carta, porque si lees el resto de la carta, encontrarás un gran número de errores increíbles que cometieron aquellos de quienes Pablo dice que tienen la mente de Cristo».
Los cristianos cometemos todo tipo de errores. Todos los cometemos. Errores como esposos, errores como padres, errores como pastores, errores como trabajadores, errores como estudiantes, errores como amigos, errores como economistas, errores como políticos, todo tipo de errores.
Dirás, bueno, ¿cómo puedes equivocarte si estás en Cristo? Algunos de nosotros luchamos con esto. Tomamos una decisión que ahora vemos que fue muy insensata. ¿Cómo pudo Dios permitir que eso ocurriera?. Vimos y analizamos a través de la serie muy brevemente que así es.
Dios no nos libera de tal modo que ya no luchemos, nos libera para que podamos participar en la lucha. Dios no nos purifica de tal modo que dejemos de pecar, nos purifica de tal modo que aprendamos a odiar el pecado y queramos liberarnos de él. Dios no nos hace santos de tal modo que no vivamos en el mundo, nos hace santos para que podamos brillar en el mundo. Y Dios no nos hace sabios de modo que nunca cometamos un error, nos hace sabios para que podamos ver nuestros errores, aprender de ellos y crecer a través de ellos.
Entonces, cuando te enfrentes al pecado, arrepiéntete y restaura, en la medida de tus posibilidades, lo que hayas roto.
Cuando te enfrentes a una batalla, lucha y vence. Es lo que Dios te ha llamado a hacer. Cuando te encuentres en la oscuridad de este mundo, sirve y brilla. Para eso estás en la oscuridad. Y cuando descubras que has cometido errores de los que te arrepientes amargamente, aprende y crece.
Dios nos trata como hijos, y eso significa que nos coloca en el campo de batalla, que nos comisiona en el mundo, que nos confía la toma de decisiones, no como el padre con un hijo pequeño que pone una especie de límite demasiado estrecho, sino como el padre con el hijo maduro que da margen y permite la capacidad de aprender y crecer, porque esa es la forma en que te conviertes en todo lo que puedes ser.
Sigues cometiendo errores, pero eres sabio.
Ahora quiero que captemos esto en estos últimos momentos, porque me parece que éste es realmente el secreto de vivir con confianza.
Algunos nos sentimos muy inseguros ante la vida y nos preguntamos ¿Cómo voy a organizar mi vida? Escucha el Señor es tu Pastor. El Espíritu de Dios vive en ti. Has recibido una luz de lo Alto que mucha gente de este mundo ni siquiera ha empezado a comprender. Estás en una posición tremenda para vivir porque estás en Cristo y hay una confianza que procede de esta verdad.
Hay algo que Dios te da y que desea que disfrutes.
Permíteme darte el versículo bíblico favorito de los estudiantes de preparatoria. Mi versículo favorito del colegio. Salmo 119:99: “Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque Tus testimonios son mi meditación”. Me encanta. Es un verso estupendo, pero por favor, ten mucho cuidado con cómo lo utilizas en clase. Tuve un profesor de matemáticas en el instituto que se llamaba Sr. Deglehart, era un nombre encantador. Por supuesto, todos le llamábamos Degle para abreviar, aunque, francamente, la mayoría de los alumnos le llamaban Aliento de Muerte.
Dejo a tu imaginación la razón de eso, pero nos preguntábamos entre compañeros: ¿quién te dará matemáticas este año? Oh, Aliento de Muerte. Pues a tu imaginación la razón de eso, pero nos preguntábamos entre compañeros: ¿quién te dará matemáticas este año? Oh, Aliento de Muerte.
Pues te digo que Aliento de Muerte era un genio absoluto de las matemáticas. Realmente lo era. Debería haber estado en alguna universidad, no en la preparatoria.
Pero era terriblemente antagónico con los cristianos. En realidad me caía bien. Me ayudó mucho. Aumentó mi rendimiento en matemáticas de forma muy significativa.
Nunca olvidaré el día en que supo lo que yo quería hacer en la vida y me lo preguntó delante de toda la clase. ¿Qué quieres hacer con tu vida, Smith?, me preguntó y yo le respondí que quería ser pastor. “Un desperdicio absoluto de un cerebro perfectamente bueno”. Eso fue lo que dijo. “Un desperdicio absoluto de un cerebro perfectamente bueno”.
Le debo mucho a Degle. Algunos años después volví a mi antiguo colegio, me reuní con él, nos pusimos a conversar y me contó que tenía una hermana que había pasado su vida como misionera en China. Él había tomado la decisión contraria, y había organizado su vida como alguien que reivindicaba el título de ateo, que no tenía absolutamente ningún lugar para Dios. A menudo he pensado en Degle y en el bien que podría haber hecho si hubiera entregado su brillante cerebro en manos de Jesucristo. Tanto conocimiento, tan poca sabiduría.
Amigo cristiano, puedes cometer mil errores en tu vida, pero al seguir el camino de Jesucristo, tienes más sabiduría que las personas que podrían multiplicar por factores de cien tu inteligencia y están viviendo de una manera, organizando sus vidas de una manera que al final no llegará a nada.
Vive, pues, con confianza en Jesucristo. El Señor es tu Pastor. Él está contigo, Él te guía. No estás a la deriva en el mar del azar. Puedes cometer todo tipo de errores, pero tu vida está en Sus manos.
No vas a acertar en todas las decisiones que tomes, pero Dios te ha dado luz y has elegido el camino que conduce a la vida. Y en un mundo en el que hay millones de hombres y mujeres que se van tropezando a lo largo de sus días sin comprender el propósito de la vida que se les ha dado, tú sabes quién eres y sabes a quién perteneces, y sabes porqué estás aquí, y sabes a dónde vas.
Tienes sabiduría, pues Dios te la ha dado en Jesucristo. Y aunque peques y luches y vivas en este mundo y cometas muchos errores, estás limpio, eres libre, eres santo, eres sabio. Has descubierto en qué consiste la vida.
Eres una persona nueva en Jesucristo. ¡Así que sé quién eres!
Una oración
Padre que estás en los cielos. No hay ninguno de nosotros que se incline ante Ti ahora y pueda hacer otra cosa que aceptar que ha cometido tantos errores y que hay tantas cosas que no sabemos y que no entendemos.
Te agradecemos porque en lo que se refiere a las cosas que realmente importan, nos has dado a Cristo. Has abierto nuestras mentes oscurecidas a la luz de Tu verdad. Podemos decir realmente que Cristo es nuestra sabiduría, que el Señor es nuestro Pastor.
Que, por mucho que tropiece, el camino de mi vida es organizar las cosas según el modelo de Jesús para que podamos vivir con un nuevo sentido de confianza, con un nuevo sentido de Tu presencia, con un nuevo sentido de lo que somos en Jesucristo.
Camina con nosotros hasta el día en que la fe se convierta en vista y todo aquello a lo que nos has llamado se nos dé a conocer plenamente y veamos cómo lo has unido todo en el nombre de Jesús. Amén.