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Cada vez es más difícil para las iglesias encontrar pastores. En la primera parte de Liderazgo Centrado en el Evangelio, el Pastor Colin habla sobre cómo los pastores, ancianos y congregaciones pueden trabajar juntos de una manera que honre a Jesús y avance el evangelio.


Continuamos nuestra serie sobre los distintivos de una iglesia centrada en el evangelio. Y hoy hablaremos sobre el liderazgo.

Primera de Timoteo 3:15 nos muestra de qué trata esta carta. Pablo dice que esta escribiendo estas instrucciones para que la gente sepa cómo debe comportarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente. En otras palabras, toda esta carta trata sobre cómo comportarse en la iglesia.

Se trata de cómo la iglesia puede ser más efectiva para cumplir la obra que Jesucristo nos ha encomendado. ¿Qué marcará la diferencia entre una iglesia saludable y una iglesia disfuncional?

Porque una iglesia saludable logrará mucho para el avance del evangelio mientras que una iglesia disfuncional puede lograr muy poco. Y por eso, lo que Pablo nos escribe aquí en esta carta, es de gran importancia para nosotros, especialmente en estos días en los que buscamos hacer más por el evangelio del Señor Jesucristo.

Ahora quiero que noten, en ese contexto, cuán importante es el liderazgo en esta carta. De hecho, desde el principio, en el capítulo uno, lo primero que Pablo dice es que Timoteo, quien es el pastor de esta iglesia en Éfeso, debe permanecer allí para cumplir ciertas cosas que son para el bien de la iglesia.

Así que la primera preocupación de Pablo al escribirle a un líder en la iglesia es acerca de la continuidad y la estabilidad del liderazgo, algo que claramente será crucial para la salud y la efectividad de la iglesia.

Luego llegamos al capítulo tres, que trata sobre el carácter y la competencia de los líderes cristianos efectivos. ¿Qué es lo que debemos perseguir y cultivar para maximizar nuestra utilidad para Jesucristo?

Entonces, el capítulo uno comienza con el liderazgo, el capítulo tres está dedicado por completo al liderazgo, y ahora llegamos al capítulo cinco, donde Pablo regresa nuevamente al tema del liderazgo.

Esto simplemente nos muestra cuán importante es este asunto en relación con el funcionamiento efectivo de una iglesia centrada en el evangelio. Y por eso es importante que lo examinemos hoy.

La primera parte del capítulo cinco trata sobre la compasión del evangelio. Ahora, la segunda parte del capítulo cinco trata sobre el liderazgo del evangelio. Y creo que estas dos partes se conectan de la siguiente manera…

Los versículos 1 al 16 hablan sobre cómo cuidamos en la iglesia a aquellos con las mayores necesidades; y los versículos 17 al 25 hablan sobre cómo cuidamos en la iglesia a aquellos con la mayor responsabilidad, es decir, los que nos lideran.

Eso es lo que une este capítulo: cómo nosotros, como cuerpo de creyentes, cuidamos a aquellos con las mayores necesidades y cómo cuidamos a aquellos con mayor responsabilidad, que son los que nos lideran.

Ahora, quiero hacer tres observaciones antes de adentrarnos en las Escrituras. La primera es que, de todos los mensajes en esta serie, ¿pueden entender que, para mí, este es el más difícil de compartir?

Es muy difícil hablar sobre algo a lo que tú mismo has sido llamado y mi congregación me ha llamado amablemente a ser uno de los líderes en la iglesia. Por eso soy muy consciente de hablar sobre algo en lo que yo mismo estoy involucrado junto con otros.

He orado mucho al respecto e incluso mientras hablo ahora, tengo la sensación especial de necesitar la ayuda del Señor para hablar con fidelidad, humildad y de una manera que sea útil.

Pero el tema está ante nosotros en las Escrituras, y por lo tanto es importante, como lo es toda la Biblia para el pueblo de Dios.

La segunda cosa que quiero que sepan antes de adentrarnos en esto es que, mientras hablo y mientras preparaba este programa, lo hago desde lo más profundo de mi corazón, con acción de gracias a Dios por Su abundante bendición en el liderazgo de la iglesia.

Hablo de pastores, miembros del concejo y ancianos. Amigos, el Señor ha bendecido a la iglesia en la que sirvo a lo largo de los años de una manera inusual con líderes sabios y maduros.

Pero, al mirar a aquellos que han sido llamados al liderazgo en este momento, tanto pastores como líderes laicos, en mi opinión, ese don nunca ha sido más fuerte ni más grande que en el presente.

Y uno de los efectos que espero que surja de este mensaje y de la Biblia en nuestros corazones es que este mensaje aumente su sentido de gratitud por la abundante bondad de Dios.

Muchos de nosotros sabemos por experiencia que el funcionamiento efectivo de pastores y la congregación es realmente crucial para lo que se puede lograr en cualquier iglesia local.

Y es importante que tengamos los ojos abiertos a la bendición de Dios y que reconozcamos los buenos dones de Dios, y que nos regocijemos en ellos, que busquemos administrarlos, reconocerlos y protegerlos. Espero que eso sea una gran parte del efecto de este mensaje que les comparto hoy.

La tercera observación antes de entrar en el tema es simplemente esta, y esto concierne a la iglesia en general, a las iglesias en nuestros países. A principios de este año, tuve la oportunidad de hablar en una conferencia bíblica en Iowa. Había varios oradores allí, y uno de ellos era un profesor de un seminario en otra parte del país que servía en una denominación diferente.

Durante el tiempo que pasamos juntos esa semana, le pregunté en un almuerzo: «Los estudiantes que se gradúan del seminario donde enseñas, ¿qué es lo que van a hacer? Aquí hay jóvenes que se están preparando para el ministerio, van a un seminario y luego se gradúan.

Mi pregunta fue: ¿qué están haciendo después de graduarse?» Y él me dijo: «En gran parte, la mayoría está haciendo una de dos cosas: trabajar con estudiantes o plantar una nueva iglesia».

Entonces le respondí: «¿Por qué no hay más de tus estudiantes que quieran convertirse en pastores y servir en iglesias locales?» ¿Y saben lo que me dijo?

«Están muertos de miedo por todo lo que han escuchado sobre trabajar con los líderes y con las congregaciones». Esa fue su expresión: “están muertos de miedo”.

Ahora, tengo que decirles que, en mi experiencia, eso es muy cierto, no solo en otras partes del país. He hablado en estos últimos años con muchos, muchos jóvenes que tienen un corazón para el ministerio y he encontrado que a menudo es el mismo caso.

 «Quiero ir a plantar una nueva iglesia», ¿por qué? «Porque tengo miedo de trabajar con una iglesia existente». Y el efecto de eso es simplemente este: se está volviendo cada vez más difícil para las iglesias encontrar pastores. Solo necesitan mirar alrededor y verán que esto es cierto, es cierto en muchos países.

Y amigos, es por eso que el pasaje de hoy, que refleja honestamente un área en la que hemos sido tan bendecidos, es de enorme importancia para la iglesia. Porque este pasaje en 1 Timoteo capítulo 5 trata sobre cómo los pastores, los ancianos y una congregación pueden trabajar juntos en asociación, en armonía, de una manera que honre a Jesucristo y avance el evangelio.

Si esto pudiera ocurrir en las iglesias, se lograría mucho más para el evangelio de Jesucristo. Ustedes son sabios y experimentados para saber que esto es cierto.

La armonía entre pastores, miembros del concejo y la congregación es crucial para el avance del evangelio. Quiero que me escuchen decir esto nuevamente, hablando desde un sentido de agradecimiento a Dios.

Doy gracias a Dios por las bendiciones que nos ha dado en este aspecto, y quiero que lo entiendan y lo valoren. Al pensar en los próximos 10 años, veo dos grandes oportunidades para avanzar el evangelio y beneficiar a otras iglesias.

Primero, debemos ser iglesias que animen a los jóvenes a entrar en el ministerio pastoral. Esto ya está sucediendo: están surgiendo jóvenes en nuestra iglesia que se están formando junto al liderazgo pastoral, ganando experiencia, sirviendo y participando conjuntamente.

Esta es una contribución maravillosa para la iglesia en general. Nuestro objetivo es ser parte de iglesias que formen pastores en la próxima década.

Lo primero que podemos hacer es animar a los jóvenes a servir al Señor en el ministerio pastoral. Lo segundo es modelar una asociación saludable entre pastores, miembros del concejo y la congregación, porque las iglesias necesitan desesperadamente pastores y también ejemplos de cómo estos grupos pueden trabajar juntos de manera efectiva.

El Señor ha derramado sus abundantes bendiciones sobre nosotros y tenemos una responsabilidad especial. Quiero que veamos esto con gratitud y que abracemos una visión de cómo, en la bondad del Señor, esto podría ser útil para otras iglesias, para el bien del evangelio y para la gloria de Dios.

En otras palabras, lo que les digo es que no solo queremos tener buenos líderes, sino que queremos desarrollar buenos líderes.

Lo que tenemos aquí es el hermoso retrato de una iglesia en la que los líderes son honrados y eficaces. Son protegidos, rinden cuentas y dan fruto tanto ahora como por la eternidad.

Es algo maravilloso por lo que deberíamos dar gracias a Dios. Ahora, espero que tengas tu Biblia abierta para que podamos ver lo que dice aquí. Primero, veamos a los líderes que sirven bien y son dignos de honor, en los versículos 17 y 18:

«Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, especialmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Porque la Escritura dice: “No pondrás bozal al buey cuando trilla”, y “El trabajador es digno de su salario”» (1 Timoteo 5:17-18).

Aquí hay muchas cosas importantes. Consideremos una por una. ¿Notas esa frase al principio? «Los ancianos que gobiernan bien».

La última vez que hablamos sobre liderazgo, notamos que las estructuras de liderazgo en diferentes iglesias funcionan de distintas maneras, y eso ha sido así a lo largo de las denominaciones y de la historia de la iglesia.

Así que no nos enfoquemos demasiado en términos como ancianos, miembros del concejo, diáconos o roles particulares.

Lo que sí queda muy claro aquí es que aquellos en quienes se confía el liderazgo espiritual de la iglesia tienen una función clave. Nota la palabra «gobiernan». ¿Ves esa palabra? «Gobiernan bien los asuntos de la iglesia».

En otras palabras, el llamado espiritual de quienes tienen liderazgo dentro de la iglesia es guiar la vida y el ministerio de la iglesia. Ahora, esto es muy importante.

Fíjate bien: ancianos, en plural; puedes subrayar el plural ahí. El rumbo de una iglesia centrada en el evangelio no proviene de una sola persona, eso sería imposición. Tampoco proviene de muchas personas, eso sería un caos total.

La dirección en una iglesia centrada en el evangelio proviene de aquellos que han sido probados con la confianza para servir como líderes, y eso es lo que trae unidad. Esto es un principio muy importante sobre la dirección de la iglesia.

Después dice: «especialmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza». ¿Notas cómo la dirección de la iglesia y el ministerio de la Palabra no son dos cosas separadas? Pablo une ambas de una manera muy estrecha.

Una iglesia centrada en el evangelio siempre es una iglesia que está bajo la Palabra de Dios. Por eso, el ministerio de la Palabra y la dirección de la iglesia van de la mano. Tomamos muy en serio vivir conforme a lo que Dios nos llama a hacer y queremos que Él moldee nuestras vidas y a nuestras iglesias según Su Palabra.

Por lo tanto, no debemos pensar en la dirección de la iglesia por un lado y en el ministerio de la Palabra por otro. El ministerio de la Palabra refleja la dirección de la iglesia, y la dirección de la iglesia refleja el ministerio de la Palabra, porque juntos buscamos poner en práctica lo que el Señor nos enseña en Su Palabra.

En tercer lugar, Pablo dice que aquellos que sirven bien «son dignos de doble honor». Esto significa al menos dos cosas: la primera, de manera muy obvia, es que debemos respetar a quienes han sido confiados con el liderazgo. Este principio se repite muchas veces en la Biblia.

«Les rogamos, hermanos, que reconozcan a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen» (1 Tesalonicenses 5:12).

Así que debemos respeto a quienes han sido confiados con responsabilidad, en el sentido más amplio. Ya lo vimos antes en el capítulo 2, incluso respecto al mundo secular y aquellos que tienen autoridad.

Pero nota que Pablo dice algo más aquí: «los que sirven bien son dignos de doble honor». En otras palabras, es correcto que respetemos a quienes han sido confiados con el liderazgo, ya que fuimos nosotros quienes les confiamos esa responsabilidad. Pero si sirven bien, entonces tenemos el doble de razones para respetarlos y honrarlos.

Ahora, este honor no solo incluye el respeto que les damos, sino que, claramente, Pablo también incluye el apoyo que la congregación brinda a aquellos que se dedican de tiempo completo al ministerio del evangelio. Son sostenidos por la ofrenda de la iglesia.

Y Pablo cita dos pasajes que hablan directamente de esto que siempre hacen sonreír a los pastores, por las dos analogías que Pablo usa para describirlos. El primero: «No pondrás bozal al buey mientras trilla».

Y número dos: «El trabajador es digno de su salario». Literalmente, el término se refiere a un jornalero, un trabajador del campo. Así que ahí lo tienes: los pastores aquí son comparados con bueyes que trilla el grano y con jornaleros que recogen la paja o hacen su labor en el campo.

Ahora, estas analogías son significativas porque ambas dicen algo muy obvio: se espera que los pastores trabajen duro. Eso es lo que nos enseñan el buey y el obrero, ¿verdad?

Nuestros líderes laicos trabajan toda la semana en distintas áreas laborales y aun así dedican horas de servicio al ministerio de la iglesia.

Entonces, aquellos que lideran, que han sido confiados con la responsabilidad pastoral y tienen el inmenso privilegio de ser sostenidos por la congregación para dedicarse por completo a esta labor, no deberían hacer menos que eso, sino aún más.

Y quiero que sepas que los pastores que nos sirven como congregación comparten ese mismo espíritu y trabajan arduamente en cada área de su ministerio. Yo lo veo, y quiero que tú lo sepas, quiero que te animes con esto y que te goces en ello. Cualquiera que entre al ministerio pastoral debe estar dispuesto a entregarse y a trabajar duro.

Y Pablo dice que la iglesia que lo llama debe sostenerlo económicamente por su labor. Este es un patrón muy claro en la Biblia. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes eran sostenidos por el pueblo de Dios, por la gran congregación, para que pudieran dedicarse plenamente a la obra a la que Dios los había llamado en favor del pueblo.

Pablo mismo recibió apoyo de las iglesias que plantó y de las que visitó, aunque en algunos momentos se sustentó a sí mismo trabajando como fabricante de tiendas.

Aquí, Pablo deja claro que aquellos que sirven a la iglesia deben recibir su sustento de la iglesia. Ese es el principio que se menciona en este versículo. Y lo reafirma en 1 Corintios 9:14, donde dice: «Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio vivan del evangelio».

Ahora bien, algunas iglesias han puesto tanto énfasis en el sacerdocio de todos los creyentes que han perdido de vista el llamado particular de Dios al ministerio pastoral. Así que quiero plantear esta pregunta y luego responderla:

¿Es correcto contratar a un pastor? Es una pregunta difícil, ¿cierto? Algunos de ustedes pueden venir de tradiciones donde esto es una cuestión debatida.

¿Es realmente honorable hacerlo? Para ser sinceros, en la iglesia The Orchard, donde sirvo, es sabido que la mayor parte del presupuesto está destinado a sostener al equipo pastoral. ¿Es esto lo correcto?

Mi respuesta, basada en esta Escritura, es un rotundo sí. Es lo correcto para una iglesia porque el ministerio avanza a través del pueblo de Dios bajo la dirección de aquellos que han sido llamados por Dios y reconocidos por la iglesia para dedicarse de lleno a esta obra.

Hermanos, nuestra mayor inversión siempre debe ser en las personas; este es un principio que debemos entender y en el cual debemos regocijarnos.