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Si la gente supiera quién eres realmente, en el fondo, ¿qué pensarían? El Pastor Colin habla sobre lo que realmente eres; en esencia, si eres cristiano, ¡eres una nueva creación en Cristo! Pasaje: Romanos 8:18-27


Esta transcripción no está editada. Favor de consultar el audio para asegurar la precisión del contenido antes de extraer y compartir citas del mismo.

Esta es la quinta semana de nuestra breve serie llamada «Rescatados». Y si no has escuchado los programas de la serie, el título procede del capítulo 7 de Romanos, en el versículo 24, donde Pablo está hablando de su propia lucha con el pecado, la lucha que experimenta todo ser humano, y dice: «¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará?”.

Y realmente Romanos 8 es la respuesta a esa pregunta. Nos da el título directamente al final del capítulo 7 de Romanos. Dice que la respuesta es Jesucristo, pero Romanos 8 nos está diciendo realmente cómo Jesucristo lleva a cabo este rescate, lo que realmente hace y hemos estado viendo, a medida que avanzamos por este maravilloso capítulo de la Biblia, que es cada vez más maravilloso.

Ahora, un rápido repaso a lo que hemos visto hasta ahora.

En primer lugar, Cristo elimina la pena de condenación por los pecados. Dios envió a Su Hijo al mundo, Cristo se convirtió en la ofrenda por el pecado. Si estás en Cristo, puedes decir realmente que Dios ha pasado la condena por tu pecado a Su Hijo, el Señor Jesucristo. 

Y la Biblia llama justificación a este maravilloso don. Tus pecados son perdonados, tu futuro eterno está asegurado. Si eso fuera todo lo que Dios nos dio en el Evangelio, sería maravilloso, pero hemos estado viendo que es aún mejor.

Porque Cristo no sólo elimina la condena de la pena por los pecados, sino que rompe el poder del pecado. Vimos que Él envía Su Espíritu, que el Espíritu Santo entra en la vida de cada creyente, trayendo nuevo poder, nuevos recursos, nuevos deseos, nueva energía, nueva dirección. 

Dios no te abandona cuando llegas a estar en Cristo como esclavo de las pasiones de tu naturaleza pecaminosa. El pecado sigue siendo tu enemigo, pero ya no es tu amo. Ahora estás en condiciones de actuar y de luchar, y el poder del Espíritu Santo está a tu favor y está contigo. 

En Cristo, eres una nueva criatura y tu mente está puesta en lo que desea el Espíritu. La Biblia no llama a esto justificación, sino santificación. Y si juntáramos estas dos cosas, la justificación y la santificación, el Evangelio sería doblemente maravilloso, pero ya lo estás entendiendo… es aún mejor. 

Bien, vimos la semana pasada que no sólo Dios hace estas cosas en Cristo, sino que el Padre nos adopta. Cuando entras en la fe en Jesucristo, eres adoptado en la familia de Dios.

La semana pasada nos preguntamos: ¿por qué nos salva Jesucristo? ¿A qué quiere llevarnos? Vimos que el fin último del gran rescate de Dios es que Su pueblo se regocije en Su amor para siempre, eternamente. 

Dios quiere que florezcas en Su amor, que seas transformado por Él y que por Su redención te conviertas en todo lo que planeó que fueras. Y vimos que es obra especial del Espíritu Santo convencernos de que el Padre nos ama de verdad, porque por naturaleza nos resulta muy difícil creerlo. 

Y así, por medio del Espíritu Santo, clamamos Abba Padre, lo hacemos en nuestra adoración y lo hacemos en nuestro dolor, obteniendo consuelo y fuerza de Su amor, sabiendo que pronto entraremos en la herencia que nos corresponde como herederos de Dios en Jesucristo. 

Y si pones estos tres juntos, la justificación, la eliminación de la pena de los pecados; la santificación, el quebrantamiento del poder de los pecados; la adopción, Dios, haciéndonos Sus hijos para siempre, adoptándonos en Su familia. Si juntas estas tres cosas, el Evangelio es triplemente maravilloso. 

Y ya sabes lo que voy a decir a continuación… pero es aún mejor. Verás, ¿qué podría superarlo?

Pues bien, cuando Dios complete la obra que ya ha comenzado en tu vida en Jesucristo, se verá en ti un reflejo único de la gloria de Dios. Un reflejo único, como la luz que sale de cada cara de un diamante que tiene su propia gloria. Habrá un reflejo único de la gloria de Jesucristo en cada uno de Sus hijos. 

La Biblia lo llama glorificación. Y si puedes tener este marco en tu mente, tendrás una imagen real de cómo es el rescate de Dios, en qué consiste la salvación. Y verás este tema de la gloria que Dios concede a Sus hijos a lo largo de todo Romanos 8. 

Por ejemplo, el versículo 30, mira a dónde va: « A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó«. O en los versículos 18 Pablo dice: « Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada«. 

O el versículo 21: » a creación[k] misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios«. 

Este es, pues, nuestro maravilloso tema de hoy, y quiero hacer cuatro observaciones sobre la gloriosa libertad de la que habla aquí Pablo. 

En primer lugar, pensemos en esa libertad manifestada. En el versículo 19, Pablo dice: «Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios» ¿Qué espera la creación ansiosamente? La creación aguarda ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.

Pablo está hablando ahora de algo muy específico que va a suceder en el futuro y esto es lo que es: los hijos de Dios van a ser revelados.

Los hijos de Dios, que somos nosotros, es decir, los que hemos puesto nuestra fe en el Señor Jesucristo llegamos a conocerle como Salvador y Señor.

Si te fijas en el versículo 14 «hijos de Dios» es la forma en que Pablo describe a los creyentes cristianos comunes «los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. ¿Por qué? porque somos adoptados, como vimos la semana pasada, en la maravillosa familia de Dios. Y en el último día llegará el día en que se revelarán los hijos de Dios.

Ahora hagamos una pausa y planteémonos esta pregunta. ¿Cómo te sientes, instintivamente, ante la idea de ser revelado?

Verás, creo que quizá muchos de nosotros, como primera reacción, pensemos: «¡Oye, oye! No me gusta cómo suena esto. Si la gente supiera quién soy realmente, no les caería bien. Así que no quiero que la gente sepa quién soy realmente, no quiero que me descubran.

Tal vez sientas que en lo más profundo de tu vida, en lo más hondo, estás realmente podrido, y por tanto que no querrías que eso fuera revelado.

Y es una reacción muy natural. Porque, por supuesto, la Biblia deja claro que, por naturaleza, todos estamos podridos en lo más profundo. Por eso necesitamos un Salvador, por eso tuvo que darse este rescate, por eso Dios envió a Su Hijo al mundo.

¿Es cierto que una persona en Cristo está podrida hasta el fondo? Por supuesto que no. Si alguien está en Cristo, ¿qué es? una nueva criatura, las cosas viejas pasaron, no pasarán, ya pasaron, ahora han sido hechas nuevas.

Puede haber, y sin duda las hay, muchas cosas podridas en tu vida. Pero si estás en Cristo, en el fondo eres una persona nueva. Eso es lo que significa nacer de nuevo y un día se revelará lo que realmente eres. 

Lo que hay en tu corazón se convertirá en la plenitud de ti, en eso consiste la glorificación. Por eso Pablo dice en el versículo 18: «Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada«. 

Fíjate en que en nosotros, no sólo a nosotros, en nosotros. No es sólo que cuando llegues al cielo estarás en la gloria de Cristo, sino que cuando llegues al cielo, la gloria de Cristo estará en ti, la gloria que se revelará en nosotros. Cuando le veamos, seremos como Él.

Ahora, por supuesto, tú no puedes ver esta gloria en ti mismo, yo todavía no puedo verla en mí, porque es por la fe que sabemos que somos nuevas criaturas. Y el mundo no lo ve, el mundo te mira a ti, me mira a mí, y lo único que quiere hacer es señalar nuestras fallas y hay muchas.

Supongo que ni siquiera los ángeles pueden ver aún la gloria que hay en ti, porque están intentando descifrar cómo funciona esta extraordinaria salvación de los seres humanos. La Biblia nos dice que no pueden comprenderlo plenamente. 

Pero se acerca el día, dice Pablo aquí, en que se revelará quién eres en Jesucristo y lo verás. Verás todo el alcance de la obra salvadora de Dios en tu propia vida y los ángeles lo verán y todo el cielo se alegrará. 

C.S. Lewis tenía una forma de expresar las cosas muy vívidamente y lo dijo así. Dijo «si pudieras ver la gloria que un día se revelará en el cristiano que está sentado a tu lado«. 

Echa un vistazo al cristiano que está sentado a tu lado. Y si todavía no eres cristiano, para cuando acabe este día, espero que pongas tu confianza en Cristo. Te lo digo en serio, no querrás perdértelo. 

Pero Lewis dijo «si pudieras ver la gloria que un día se revelará en el cristiano que está sentado a tu lado, te sentirías seriamente tentado a postrarte ante esa persona ahora mismo y adorarle«. 

La gloria que se revelará en nosotros. Glorificación.

Y por eso Pablo dice: oye, por muy duro que te resulte ser cristiano, sean cuales sean tus sufrimientos ahora mismo en este mundo, sea lo que sea con lo que estés luchando hoy, te cueste lo que te cueste vivir con integridad, sin importar qué tan dura sea tu lucha contra el pecado, sea cual sea la presión en tu vida por seguir a Jesucristo, eso no es nada en comparación con esta gloria que se va a revelar en ti.

Sabes, para vivir sabiamente una vida cristiana, en realidad sólo necesitas saber dos cosas. Una es que necesitas saber quién es Dios, y la otra es que necesitas saber quién eres tú. Y si nos centramos en la segunda, porque es muy importante, necesitas saber quién eres.

Y puedes reducir eso, las enseñanzas de la Biblia sobre quién eres, a dos afirmaciones muy sencillas. Permíteme compartirlas, a mí me resulta útil. 

Por naturaleza, estaba podrido hasta el fondo. Por eso vine a Cristo, por eso necesitas venir a Cristo, si aún no lo has hecho. Necesito un salvador por quién era por naturaleza. ¿Quién necesita un salvador si ya es bueno? 

Pero cuando veas que el pecado está en el centro mismo de tu naturaleza, entonces vendrás a Jesucristo. Cuando veas eso, y por supuesto ésta es la razón por la que Dios nos dio la ley en el Antiguo Testamento.

Porque cuando miras cómo es realmente la santidad de Dios tal y como se refleja en Su ley, no pasará mucho tiempo antes de confesar: «No estoy cerca de lograrlo, necesito un salvador». Por eso nos dio la ley y  cuando te des cuenta, vendrás a Cristo. Por naturaleza, yo estaba podrido hasta el fondo.

Número dos, en Cristo soy una nueva criatura. Y necesitas saber esto: eres una nueva criatura en Jesucristo. La naturaleza pecaminosa no es lo que eres, la naturaleza pecaminosa es contra lo que estás luchando. 

Ahora bien, necesitas saber que eres una persona nueva en Cristo, porque si crees que fundamentalmente eres un perdedor, vivirás como un perdedor. Pero si sabes y crees por la fe y has llegado a comprender y ver que en Cristo eres una nueva criatura, vivirás como una nueva criatura. 

La esencia misma de vivir la vida cristiana es no fingir ser algo que no eres. Eso es fariseísmo e hipocresía. La esencia de ser cristiano es ser quien eres. Cuando pecas, estás haciendo lo que es ajeno a un hijo de Dios, que es lo que eres si estás en Cristo, pero un día Su gloria se revelará en ti. 

Esa maravillosa verdad: la libertad será manifestada y se revelarán los hijos de Dios. 

Esto es lo segundo, la libertad extendida. 

Los hijos de Dios alcanzarán una libertad gloriosa. Esto lo vemos en el versículo 21: «La creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios«. 

Celebramos el don de la libertad y damos gracias a Dios por ello, y disfrutamos de las bendiciones de la libertad de muchas maneras, pero no siempre, no siempre.

Mira, experimentamos la frustración de la esclavitud a la decadencia de nuestra propia carne. ¿Alguien tiene dientes decadentes? ¿Alguien tiene el colesterol alto, pérdida de tono muscular, huesos adoloridos, piel arrugada? 

Un anciano escribió una vez una cancioncilla: “mi espalda está toda dolorida, mis rodillas están todas dobladas, y mi «levántate y anda» se ha levantado y se ha ido”. Aún no estamos libres del pecado ni del fracaso ni de la enfermedad ni de las discapacidades ni de los accidentes ni del sufrimiento ni del dolor ni de la pena ni de los enemigos ni del peligro ni de los desastres ni de la muerte.

Y en el capítulo 8 de Romanos, Jesucristo promete una libertad mayor de la que pueda experimentarse en ningún momento ni en ningún lugar de este mundo. Por eso la llama en el versículo 21, una libertad gloriosa. 

Porque toda la libertad que hoy saboreamos y disfrutamos y por la que damos gracias a Dios es sólo una muestra de la libertad mucho mayor que se trata de la libertad gloriosa que se promete a los hijos de Dios sobre el pecado y la enfermedad y el sufrimiento, la libertad del miedo y el fracaso y la frustración, la libertad de los peligros y los desastres y la muerte. 

Y gozarás de esta libertad, está diciendo Pablo, no sólo en tu alma redimida, sino en tu cuerpo resucitado, por eso en el versículo 23 dice: «aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo«.

Así que nos está dejando claro que, en esta libertad extendida, el rescate de Dios es mucho más que salvar tu alma, es redimir tu vida, cuerpo, alma y espíritu. Todo lo que eres será redimido, perfeccionado, adaptado para la eternidad y llevado a la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 

Y, dice Pablo, versículo 24, que es en esta esperanza, que es la esperanza de una libertad aún mayor y más gloriosa, de una vida más plena, que hemos sido salvados.

Verás, muchos cristianos tienen la idea de que el futuro, por maravilloso que sea lo que el Señor Jesucristo nos ha preparado, es en realidad una especie de vida a medias, pero la gloriosa libertad de los hijos de Dios no es una compensación para los que se perdieron la vida aquí. 

No es una vida a medias, no es una vida desconectada, es el cumplimiento del propósito para el que fuiste creado y fuiste creado en una unidad cuerpo-alma. Ese es el propósito para el que fuiste redimido y está manifestado por la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Y Dios quiere que sepas esto y vivas en esta esperanza ahora.