Vamos a aprender sobre la experiencia de un cristiano inmediatamente después de la muerte. Para hacerlo, veamos la historia del ladrón en la cruz. Cuando estaba muriendo, hizo una petición: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino». Y Jesús respondió con palabras esperanzadoras: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Lucas 23:43
Podemos ver que Jesús prometió que el ladrón estaría con Él y Él dijo que sería hoy: «Para ti, la muerte será un traslado inmediato a la presencia gozosa del Padre en el cielo. ¡Tú estarás conmigo!»
Jesús murió antes que el ladrón y Él encomendó Su espíritu en las manos del Padre. Cuando el ladrón murió, él fue inmediatamente a la presencia de Jesús. Después de todo lo que pasó, ya no había estrés postraumático para él en el cielo, no había heridas del pasado, no había miedo por el futuro, sólo una sanidad completa en la presencia de Jesús.
La experiencia del ladrón es un prototipo de la muerte de cada creyente. «Mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor… preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor» (2 Corintios 5:6, 8).
Cuando un ser querido creyente muera y te preguntes «¿Dónde está ahora?», tu primera respuesta debe ser «¡Con Cristo!». Ofrecerás mucha esperanza por la claridad de esta respuesta.
Ellos están ausentes del cuerpo, por eso ponemos el cuerpo a descansar, y ellos habitan con el Señor.
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