Simplemente perdonar los pecados es un rescate demasiado pequeño para Dios. El Pastor Colin nos muestra que el rescate de Dios también incluye el rescate del poder del pecado. Pasaje: Romanos 8:1-11
Jesús fue la ofrenda por nuestro pecado
Así pues, Cristo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero. Se convirtió en la ofrenda por el pecado, y Pablo nos cuenta lo que ocurrió como resultado. Sigue este versículo ,está todo aquí. Dios envió a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, y así, esto es lo que sucede como resultado del sacrificio de Cristo en la cruz, condenó el pecado en la carne… Maravillosa frase. ¿Qué significa?
Dios condenó nuestro pecado en Jesucristo
Dios rescata a los pecadores de nuestra condena al condenar nuestro pecado en Jesucristo. Lo diré otra vez: Dios nos rescata a los pecadores de nuestra condenación, condenando nuestros pecados en Jesucristo mediante Su muerte en la cruz.
Así es como Dios rescata a los pecadores. Por eso la Biblia dice: “Pero Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz”, ¿dónde estaba? “cayó sobre Él”.
Ahora piensa en esto, si la culpa de tu egoísmo, de tu orgullo, de tu impaciencia, de todos tus otros pecados, de cualquier pecado en el que puedas pensar hoy, si la culpa de estos pecados fue realmente trasladada a Jesucristo, y si Él sufrió el castigo por estos pecados tuyos, entonces para ti la condenación ha pasado, ya no existe ni puede volver a existir… ha desaparecido.
Y porque soy una persona que está en Cristo, puedo estar seguro de que no hay condenación para mí. La razón por la que puedo estar seguro de que no hay condenación para mí en Cristo no es que no haya nada digno de condenación en mi vida, porque lo hay. Si Dios evaluara esta vida ahora mismo por Su estricta justicia, de ninguna manera yo podría entrar en el cielo, ni tú tampoco.
La razón de que no haya condenación para mí en Cristo no es que no haya nada digno de condenación en mi vida, sino que la condenación sobre mi vida ha sido puesta sobre Jesucristo, ha sido resuelta en la cruz y, por tanto, no puede volver a mí. Eso es glorioso.
John Wesley en su gran himno, «Oh, que tuviera lenguas mil«, tiene un gran verso que dice: “Todos tus pecados en Jesús posaron, el Cordero de Dios fue inmolado, Su alma fue una vez ofrenda’, eso es lo que dice Pablo aquí, “para todas las almas”.
Algunos de nosotros nos sentimos agobiados por nuestro propio fracaso como cristianos, nuestra propia culpa, nuestro propio pecado, nuestra vida no es lo que quisiéramos que fuera y nos sentimos como alejados del amor de Dios, y ¿cómo podría abrazarnos realmente con todo lo que está ocurriendo en nuestra vida?
Y quiero decirte con las palabras de Wesley, mira, mira esa culpa que te pesa, mírala sobre Él, mira tu pecado sobre Él, míralo. Míralo moviéndose, míralo pasar, míralo condenado, resuelto en del Señor Jesucristo. Ese es el Evangelio que levantará tu vida y tu rostro, que te dará alegría, que te llevará a la adoración.
Eso no es todo
Mira todo tu pecado sobre Jesús puesto. ¿No es maravilloso? Pero eso no es todo. Quienes conozcan el himno de Wesley, sabrán que hay otro verso que quizá sea aún más conocido. Dice así: “Rompe cadenas del pecar, al preso librará. Su sangre limpia al ser más vil ¡Gloria a Dios! Soy limpio ya”.
Ahora fíjate en que Wesley nos está señalando aquí otra cosa que ocurre en el evangelio y que vamos a encontrar ahora mismo en Romanos capítulo ocho versículo cuatro.
No se trata sólo de que Cristo anule el pecado, eliminando así tu condena. Wesley dice que hace algo más que eso, rompe el poder del pecado y libera al prisionero.
Y quiero que lo veamos claramente en Romanos, en el capítulo 8, ahora mismo. Porque algunos de nosotros hemos comprendido la verdad bíblica, la maravillosa verdad de la justificación, los pecados perdonados, el cielo abierto, la culpa eliminada, la eternidad que es tuya.
Pero eso es todo lo que has captado y no has visto realmente cómo Jesucristo lleva a cabo un rescate que cambia tu experiencia de la vida y cambia la forma en que vives realmente. Y por eso quiero que veamos esto en Romanos capítulo 8 versículo 4. Dios no sólo ha actuado en este rescate mediante la muerte expiatoria de Jesús, sino que Dios ha actuado en este rescate en segundo lugar mediante la vida del Espíritu que da poder.
La poderosa vida en el Espíritu
Y ese es el versículo 4. Leámoslo, entendámoslo y luego apliquémoslo: «Condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.»
Necesito tomarme un momento para explicar lo que esto significa, lo que no significa, lo que sí significa, y luego aplicar esta maravillosa verdad a nuestras vidas.
Primero, la explicación. Algunos escritores antiguos de hace siglos pensaban que cuando Pablo habla de que los requisitos de justicia de la ley se cumplen plenamente en nosotros, simplemente estaba haciendo otra afirmación sobre la justificación. En otras palabras, que la justicia de la vida perfecta de Jesús se asume como nuestra y se nos imputa.
Pero quiero que te fijes, y espero que tengas la Biblia abierta, en que Pablo no dice que las justas exigencias de la ley puedan cumplirse plenamente por nosotros. No dice eso. Lo que dice es que las justas exigencias de la ley pueden cumplirse plenamente en nosotros.
Salvados del castigo y el poder del pecado
Y quiero que te fijes en otra cosa: que el agente de esta nueva vida agradable a Dios, de la que va a seguir hablando a lo largo del resto del capítulo, es el Espíritu Santo. Míralo de nuevo en el versículo 4: « para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu«.
Ahora bien, si Pablo hubiera estado hablando de la justificación en el versículo 4, habría dicho: para que el requisito de la ley queden plenamente satisfechos para nosotros, que vivimos por la fe en la muerte de Cristo en la cruz, o algo así. No es lo que dice.
Lo que sí dice es que el Hijo de Dios se ofreció a Sí mismo como ofrenda por el pecado, llevando nuestra condena, para que el requisito de la ley se cumpliera plenamente en nosotros, en nuestra vida real, que no vivimos conforme a la carne, sino conforme el Espíritu.
Así que aquí está hablando de otra cosa. Está hablando de la obra del Espíritu que cambia la vida real, el comportamiento, las actitudes, los valores de un cristiano, de una persona que está en Jesucristo. Está hablando de la ruptura del poder del pecado por la presencia del Espíritu Santo en la vida de una persona.
Ahora bien, si el evangelio nos dijera simplemente: Dios perdona tu pecado, cancela el infierno y te abre el cielo para siempre; si eso fuera todo lo que es el evangelio, sería fantástico y nos regocijaríamos y le alabaríamos todo el resto de nuestras vidas. ¿Verdad?
Pero lo que Pablo nos dice aquí es que es eso y más. Es aún mejor. Y déjame decirte por qué es aún más y aún mejor. Y especialmente quiero insistir en esto con la gente que tiene la idea de que se trata del perdón en el cielo y que nunca se verá nada más.
Si se tratara simplemente del perdón en el cielo, ¿qué le estaría diciendo Dios a un hombre con mal humor? Sería algo así. Aqui esta este hombre que siempre esta enfadado, haciéndole la vida miserable a su mujer, a su hijo y a sus colegas. Siempre se comporta así.
Ahora bien, para una persona así, si sólo fuera la justificación, Dios diría: Tengo buenas noticias para ti. Envié a mi Hijo al mundo y no vas a ir al infierno por culpa de tu mal humor. Voy a perdonar toda tu ira, no te la voy a echar en cara. La condena por todo eso queda cancelada.
Desgraciadamente, tu mujer, tus hijos y tus colegas van a tener que seguir viviendo contigo más o menos como estás debilitado por la naturaleza pecaminosa. No lo has hecho muy bien manejando tu temperamento hasta ahora y supongo que tampoco será muy diferente a partir de ahora porque mi rescate no incluye ni cubre esa área.
¿Qué pasa con un hombre que está bajo el poder de la lujuria? Si el Evangelio fuera sólo justificación, Dios se acercaría y diría algo así: Quiero que sepas que tengo buenas noticias para ti, que tus sucios pensamientos y lo que estás haciendo, no te enviaré al infierno por ello. Te perdonaré por la sangre derramada del Señor Jesucristo.
Pero, por desgracia, lo que va a ocurrir es que vas a seguir esclavizado por las mismas pasiones que te han esclavizado siempre, porque mi rescate no abarca eso. No forma parte de lo que hago en este rescate. Es el perdón hasta el cielo. Pero en realidad, permaneces sin cambios en lo que respecta a seguir debilitado por la naturaleza pecaminosa, exactamente en la misma posición en la que estabas.
Apenas estoy diciendo esto y todos deben estar pensando: ese no es un rescate digno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ¿verdad? ¿O sí? ¡Ese no es el tipo de rescate que hace nuestro Dios! Un rescate que te perdona y te libra del infierno, ¡y básicamente te deja como la misma persona que eras!
¿Cuál es tu forma de pensar?
Y verás, algunos de nosotros no hemos comprendido realmente el alcance del Evangelio. En realidad, eso es lo que pensamos que es. Es el perdón, el cielo y básicamente quedándome como era. Ahora tenemos que comprender entonces lo que Dios ha hecho: enviar a Su Hijo fue el punto número uno. Enviar a Su Espíritu es el punto número dos.
Así es como lleva a cabo el rescate porque su rescate no se trata solo de la eliminación de la condenación de los pecados, su rescate incluye romper el poder de la condenación de esos pecados. Eso es lo que se nos ofrece en el Evangelio. Por eso es un rescate real, por eso quiero que creamos y saboreemos lo que es nuestro en Jesucristo.
Ahora veamos lo que dice aquí, en el versículo 4. Él envía su Espíritu Santo a tu corazón, dándote el poder de vivir una vida nueva conforme al Espíritu. Nosotros que no vivimos conforme a la carne, sino conforme el Espíritu.
Detengámonos un momento aquí. Pablo no está diciendo que haya dos tipos de cristianos, uno que vive según la carne y otro que vive según el Espíritu.
Si alguna vez has recibido ese tipo de enseñanza de algún otro lugar, por favor, olvídate de ella en cuanto puedas, porque reduce tu apreciación del Evangelio, lo marchita.
No hay dos clases de cristianos, uno que vive según la carne y otro que vive según el Espíritu. Sólo hay una clase de cristiano y es la persona que está en Jesucristo con todas nuestras batallas, con todas nuestras luchas. El que vive según la carne no puede agradar a Dios, queda excluido por completo. Por eso dice Pablo más tarde o vives así o morirás. Aún no te has salvado.
Así que no hay dos clases diferentes de cristianos. Lo que está haciendo aquí es describir de otra manera lo que es realmente la definición de alguien fuera de Cristo y la definición de alguien en Cristo.
Y dice: los que estamos en Cristo no somos los que vivimos según la carne, sino que vivimos según el Espíritu. Tú dirás, espera un momento, ¿qué significa eso entonces? Pues nos lo dice claramente en el versículo 5. Esto es lo que significa vivir según el Espíritu.
Pero los que viven conforme al Espíritu ponen la mente en las cosas del Espíritu. Es una definición muy sencilla de cristiano. Vienes a reconocer al Señor Jesucristo como tu Salvador; le has dicho: Veo mi necesidad, ya no quiero vivir esta vida. Eso es el arrepentimiento.
Reconozco al Señor Jesucristo, Él me envía Su Espíritu y ahora mi mente está puesta en lo que desea el Espíritu. Oh, claro, muchas veces soy de doble ánimo y me dejo arrastrar por el poder de la tentación, pero ningún cristiano, en el nivel más fundamental, quiere realmente ir y malgastar su vida en el pecado y el diablo.
Si eso es lo que quieres hacer, aún no eres cristiano. Si eso es realmente en el fondo de tu ser lo que quieres hacer, aún no eres cristiano. ¿Cómo podrías serlo si el Espíritu Santo te ha regenerado, renovado, y te ha hecho nacer de nuevo?
No, con todos mis fracasos, con todas mis luchas, con todas mis tentaciones, y con todas las formas en que hago lo incorrecto, demasiadas veces, sin embargo, en lo más profundo de mi ser, tengo mi mente puesta en lo que el Espíritu desea.
Digo: Señor Jesús, quiero vivir esa vida diferente por la que te acercaste a mí. Eso es lo que significa ser cristiano, es la prueba de que el Espíritu de Dios vive en ti.
Ahora, permíteme contarte una pequeña historia a modo de ilustración que espero que nos ayude a entender más sobre esta parte tan importante de la enseñanza del Nuevo Testamento.
Bajo una nueva dirección
Cuando Karen y yo estábamos recién casados, recuerdo que eran días locos. Yo tenía 22 años, ella 23, llevábamos casados tres semanas. Yo empecé como pastor en esta iglesia del norte de Londres en la que servimos durante 16 años, y ella consiguió su primer trabajo recién salida de la universidad como maestra en una escuela primaria.
Y te digo que era una escuela espantosa. Era un lugar en ruinas, uno de los peores de la zona. No tenía fondos suficientes, estaba en una zona muy dura de la comunidad. La escuela llevaba bastante tiempo sin director, y si vieras la escuela, entenderías por qué llevaban tiempo sin director.
La moral del personal era extremadamente baja. Pero unos meses después de que Karen empezara a trabajar en la escuela, se nombró a una nueva directora. Y quiero que intentes imaginártelo porque ella llegó a su primera reunión con todo el personal de esta escuela primaria.
Y dice esto, la cito exactamente. Dijo: «esta escuela tiene la reputación de ser la peor de la zona, y tengo la intención de convertirla en la mejor«. Ahora, seguro todos reaccionarían como reaccionó el personal. Puedes imaginar cómo algunos de los que llevaban allí años están pensando, ¿quién se cree que es?
Ya sabes, han pasado por todos estos años de decadencia, aunque sabían que era cierto. Debían de saberlo, habían visto el declive, lo que los hirió y desmotivó.
Por dentro, mi mujer estaba animada. ¿Sabes por qué se alegraba? Porque decía: aquí hay esperanza, aquí hay alguien que realmente parece tener algún tipo de visión para este lugar y parece tener algo de energía para hacer algo al respecto.
Una cosa es hablar y otra actuar. Tengo que decirte que en las próximas semanas, meses y años, esta mujer extraordinaria, con la que seguimos en contacto, fue fiel a su palabra.
Con una energía extraordinaria, habló de recaudar fondos. No tengo idea de cómo obtuvo el dinero pero en pocas semanas aparecieron libros nuevos, se donaron equipos, y luego, a lo largo de meses, se pintaron aulas, se colocaron alfombras, se levantó la moral del personal y subieron las notas de los niños. Transformó todo el lugar a lo largo de varios años.
Así es el rescate de Dios. Romanos capítulo 8 y versículo 4 te está diciendo que cuando reconoces a Jesucristo y Él te acepta a ti, el Espíritu Santo pone tu vida bajo una nueva dirección. Y cuando el Espíritu Santo entra en tu vida, entra para tomar el control. Entra para hacer cosas.
Por eso, en el capítulo 8 y en el versículo 5 de Romanos, Pablo habla de lo que desea el Espíritu. El Espíritu entra como el nuevo director, con una agenda.
Mira, este lugar está en un estado deplorable, tengo que limpiarlo, tengo que cambiarlo. Algunos de nosotros tenemos una visión tan pasiva del Espíritu Santo, tenemos la idea de que está ahí casi imperceptiblemente, sin hacer nada.
¿Cómo es posible que la presencia de Dios Todopoderoso en tu vida no marque ninguna diferencia? Es imposible. Si un director, un buen director que entra en una mala escuela tiene visión, deseos, planes, acción, recursos. ¿Crees que el Espíritu Santo de Dios entrando en tu vida tendría menos? Por supuesto que no.
Cuando el Espíritu Santo entra en la vida de una persona, viene a hacer un gran proyecto de renovación. Tiene deseos, tiene un plan, se pone a trabajar, trae nuevos recursos que nunca tuviste mientras estabas debilitado por la carne.
En Cristo Jesús
Y cuando te conviertes, lo maravilloso es que ahora tu mente está puesta en lo que desea el Espíritu. Esa es la alegría de ser cristiano, eres como mi mujer animando, y dices, aquí hay esperanza, aquí hay alguien que puede cambiar las cosas en mí.
Así que la pregunta es, ¿estás preparado para creer en el Señor Jesucristo? Y para algunos de nosotros puede tratarse de decir por primera vez: Señor Jesús ahora veo que no puedo rescatarme a mí mismo, no puedo hacerlo. Te necesito de verdad, realmente necesito lo que hiciste en la cruz por mi y necesito que sea mío. Confío en Ti para que lo hagas mío
¿Estás preparado para venir y decirle al Señor: Estoy preparado para entregarte el control de mi vida? Veo que necesito moverme en una dirección totalmente diferente y anhelo lo que se ha descrito aquí mismo, que el Espíritu Santo esté en mi vida. Y confío en que Él vendrá y hará por mí lo que se promete aquí mismo en la Biblia. Creo en esto.
Permíteme plantearlo de esta manera. Si Dios te dijera lo que dijo esa directora en la primera reunión de personal, ¿cómo responderías? Si Dios te dijera: mira, tu vida es la peor bajo el cielo y tengo la intención de convertirla en la mejor, ¿cómo reaccionarías? ¿Te sentirías ofendido?
Porque los que se ofenden ante Cristo identificando nuestra pecaminosidad, si te ofendes ante Jesús, tu condenación permanece. Espero que seas como mi esposa que se alegra y dice, aquí hay esperanza, aquí hay salvación, aquí hay un rescate, aquí hay exactamente lo que necesito.
Y que lo abrazarás por fe y entonces podrás decir como resultado: Por tanto, ahora no hay condenación para mí en Cristo Jesús. Y porque soy una nueva creación en Jesucristo, mi mente, gracias a Dios, ahora está puesta en lo que el Espíritu desea.
Oremos juntos, ¿te parece? Padre, estamos abrumados por la maravilla de lo que has hecho en Cristo, lo que haces ahora en nuestras vidas por tu Espíritu y lo que harás cuando un día te veamos cara a cara.
Sella tu Evangelio en el corazón de los creyentes, para que nos regocijemos en él y lo creamos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, y no dudemos de él ni lo cuestionemos.
Y para los que hoy han sentido que una sensación despertó para desearte y necesitarte y están dirigiéndose hacia Ti, Señor, sálvalos. Eres Tú quien lo hace. Hazlo, te lo pedimos, en el Nombre de Jesús.