Por una buena razón, nuestra sociedad ha desarrollado una mayor conciencia acerca del prejuicio. Ya sea prejuicio racial, prejuicio de género o cualquier otro prejuicio que surja, las voces que condenan el peligro del prejuicio son cada vez más fuertes.
Sin embargo, ¿alguna vez has escuchado a alguien protestar contra el prejuicio contra Dios?
El prejuicio contra Dios
Imagina que estás en un tribunal y formas parte del jurado, los escritores de la Biblia te presentan evidencia sobre Dios y sobre Su Hijo, Jesucristo.
Cuando terminen, estarán esperando tu veredicto. Todo lo que esperan es una valoración objetiva de la evidencia y que los escuches sin prejuicio.
Pero esta falta de objetividad es precisamente el problema. Todos tenemos ideas que nos dificultan oír la evidencia y es difícil dejar de lado nuestro prejuicio hacia Dios.
Tenemos prejuicios contra el Dios de la Biblia porque sabemos que, si Él realmente existe y si Él entró al mundo mediante Jesucristo, nuestras vidas tendrían que cambiar.
Por naturaleza, no queremos considerar esta posibilidad, entonces hacemos cualquier cosa para no ser parte del jurado, «Lo siento, no puedo juzgar imparcialmente este caso».
La evidencia a favor de Dios
Pero irónicamente, mientras evita un asiento en el jurado, ¡la mayoría de la gente aún quiere ver la evidencia! La Biblia es, por mucho, el libro más vendido de todos los tiempos, con más de 5 mil millones de ejemplares vendidos. La prueba en este caso es distribuida más ampliamente que cualquier otra información recolectada en la historia.
Pero muchas Biblias nunca han sido abiertas. ¿Por qué?
La Biblia puede ser intimidante para los principiantes, pues tiene más de 800,000 palabras, lo que es desalentador; consta de sesenta y seis libros, aparentemente desconectados, y está llena de personas, lugares y acontecimientos desconocidos.
Sin mencionar que las historias contadas son algunas veces difíciles de creer: un nacimiento virginal, una resurrección y un Dios que habla. Nuestro objetivo debe ser presentar la Biblia a quienes de otro modo dudarían en abrirla por sí mismos, para que todo el que quiera, pueda oír la Palabra de Dios por sí mismo.
Lee la evidencia: Abre la Biblia
Mi invitación a las personas que no creen es: Abre la Biblia. Descubre este mundo con Su Dios asombroso; Su pueblo, a menudo confundido y desordenado, y Su gran promesa de traer bendición a todos. Escucha lo que Dios ha dicho, mira lo que Él ha hecho y encontrarás que lejos de ser una reliquia del pasado, la Biblia es el medio por el cual Dios te habla hoy.
Los cristianos deben seguir el ejemplo de los apóstoles del Nuevo Testamento, quienes no eran predicadores autoritarios subidos en los estrados gritando «¡Crean! ¡Crean!»; ellos eran pastores compasivos que exponían la evidencia, de lo que vieron y oyeron de Jesucristo, para que estas personas pudieran considerarla honestamente y pudieran tener un veredicto.
La Biblia presenta la evidencia sobre la cual está basada la fe. El apóstol Juan dijo: «pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre» (Juan 20:31).
La evidencia es contundente, así que no dejes que el prejuicio te impida abrir la Palabra de Dios. Una mirada honesta a las pruebas puede cambiar tu vida.
Abre la Biblia – la Historia tiene recursos gratuitos para profundizar tu entendimiento de cómo la gran historia de la Biblia apunta hacia el Señor Jesucristo.