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¿A qué tipo de personas deberíamos seguir y confiar? ¿En qué tipo de personas deberíamos convertirnos? En la segunda parte de El carácter del evangelio, el Pastor Colin habla sobre algunas cosas que debemos perseguir hoy que nos ayudarán a convertirnos en líderes más efectivos en cualquier etapa de la vida, ya seas joven o maduro, un padre o un pastor. Pasaje: 1 Timoteo 3:1-15


juntos del libro de Primera a Timoteo, capítulo 3, en la continuación de este mensaje titulado El carácter del evangelio. Escuchemos al Pastor Colin.

¿Has oído decir que la integridad es lo que eres en privado? Bueno, esa es solo la mitad de la historia. El apóstol Pablo deja en claro que el carácter íntegro también es cuando se ve en público lo que un hombre afirma ser en privado. 

Eso es lo que dice en el versículo 2: «el obispo debe ser irreprochable». Y el versículo 7 afirma que debe tener una buena reputación con los de afuera.

En otras palabras, lo clave no son las palabras piadosas de un hombre al describir sus oraciones, sus devocionales y este tipo de cosas. 

Más allá de eso, surge la pregunta: ¿qué ve la gente en la vida de este hombre? ¿Cuál es la realidad observable de su carácter? Esa es la cuestión. ¿Se puede ver un juicio sabio? ¿Se pueden ver relaciones saludables? ¿Se ve un modelo de integridad?

Eso es un carácter íntegro y es lo que debemos buscar y cultivar por la gracia de Dios. Es lo que Cristo quiere desarrollar en cada uno de nosotros: un juicio sabio, relaciones saludables e integridad moral.

Empecemos con la aptitud porque hay más elementos involucrados en el carácter para un liderazgo efectivo. Y me parece que Pablo expone aquí tres áreas básicas de la aptitud que deberíamos buscar en aquellos a los que llamamos, a los que asignamos y a los que enviamos.

Son las aptitudes básicas de los líderes cristianos efectivos, y son tres. La primera es doctrinal, la segunda es personal y la tercera es espiritual. Quiero animarnos a todos nosotros a que cultivemos estas cosas que maximizarán nuestra utilidad para Jesucristo.

Veamos primero la aptitud doctrinal, que es la habilidad para enseñar. 

En el versículo 2, el texto dice que los obispos, es decir, los ancianos, deben ser aptos para enseñar. Nota que, para los diáconos, a pesar de que no son llamados a tener un ministerio de enseñanza, en el versículo 9 dice que deben guardar el misterio de la fe con limpia conciencia. 

Así que, en realidad, a través de estos dos roles diferentes de liderazgo, Pablo afirma que son cruciales tanto un entendimiento profundo de la verdad como la habilidad de comunicarla a otros.

Ahora, esto no significa que todos los ancianos deberían ser predicadores. Lo que significa es que el anciano, el pastor, el misionero, aquellos que sirven en cualquier forma de liderazgo deben tener un entendimiento profundo de la verdad y la habilidad para aplicarla a sus propias vidas y a las vidas de otros. 

Esto es muy importante porque, por supuesto, en el versículo 15 se nos dice que la iglesia es la columna de la verdad, es la columna y el sostén. 

Y debido a que el llamado de la iglesia es ser una columna que sostiene la verdad del Señor Jesucristo, lo más lógico sería que aquellos que son ancianos de la iglesia deben tener un entendimiento particularmente sólido y claro de las grandes verdades de la fe cristiana.

El llamado especial de los ancianos y pastores es, por tanto, asegurarse de que la palabra de Cristo sea el centro de la vida de la iglesia. 

Entonces, la palabra de Cristo debe habitar en abundancia en la vida de cualquier misionero, en la vida de cualquier pastor, en la vida de cualquier anciano, en la vida de cualquier persona que quiera ser útil para Cristo. 

Si eres el tipo de persona que ha dicho: «Oh, no me interesa la doctrina». ¿Alguna vez has oído a alguien decir eso? «Eso no es para mí». ¿Sabes lo que acabas de hacer? Acabas de limitar terriblemente tu utilidad para Jesucristo.

Así que, por favor, no vuelvas a decirlo. Por favor, cultiva el interés para entender más profundamente las grandes verdades de la fe cristiana, para que puedas defenderlas y comunicarlas a otros. Porque si no las entiendes bien, ¿cómo podrás ser útil para liderar a otros?

Entonces, debemos procurar una aptitud doctrinal.

En segundo lugar, tenemos que procurar una aptitud personal, y esto tiene que ver con la capacidad de gobernar. 

Fíjate que se menciona tres veces en los versículos 4, 5 y 12, el anciano debe gobernar bien su propia familia. El versículo 5 dice que, «si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?»

En el versículo 12, el diácono debe gobernar bien sus hijos y sus propias casas. Esto se menciona tres veces, así que obviamente es de gran importancia. 

El punto aquí es muy simple: la capacidad de un hombre para liderar a otros se verá primero en la forma en que lidera y gobierna su propia familia. 

Sabemos que cada hogar tiene sus propias tensiones y sus propios problemas. Con esto no decimos que, si hay una tensión en la vida de un hombre, este no debería ser pastor o anciano. La cuestión clave que se aborda aquí es, ¿cómo gobierna un hombre su propia casa? ¿Cómo ejerce su liderazgo allí? 

Y, si hace un buen trabajo en su hogar, entonces tiene sentido que le sea encomendada una mayor responsabilidad. Si le cuesta trabajo lidiar con lo que Dios le ha dado en su casa, no tiene sentido que reciba más responsabilidades.

Entonces, ¿cómo debe gobernar su propia casa? ¿Hay orden en su hogar o es caótico? Una de las primeras cosas que aprendemos de Dios en la Biblia es que Él es el Dios que convierte en orden el caos. Por lo tanto, un líder efectivo es aquel que tiene la capacidad de hacer lo mismo, y el primer lugar en el que esto se hace evidente en la vida de un hombre es en su propio hogar.

La lógica de Pablo aquí es muy simple: si un hombre no puede tener orden en su propio hogar, ¿cómo podrá hacerlo en la iglesia de Dios? Si no puede gobernar su propia vida, ¿cómo podrá ayudar en las vidas de otros? 

Permítanme dar una aplicación, especialmente a los jóvenes que nos escuchan que tienen su habitación desordenada, hecha todo un caos.

Si limpiaras tu habitación y la pusieras en orden, estarías haciendo lo mismo que Dios hace. Es verdad, porque Dios es el Dios que pone orden en el caos, y mientras más aprendas a hacer lo mismo en tu propia vida y mientras más pronto lo aprendas, serás más útil para el Señor Jesucristo.

Por cierto, creo que aquí es donde entra la hospitalidad. ¿Te diste cuenta de que, en el versículo 2, ese es uno de los requisitos de un anciano? Se incluye aquí porque un hogar desordenado a menudo está cerrado para los demás.

Se convierte en un lugar secreto; la puerta está cerrada y las demás personas no suelen ser bienvenidas. Pero, cuando un hogar y una familia están bien gobernados, son saludables y están en orden, la puerta está abierta para los demás y todos son bienvenidos.

Entonces, lo que Pablo dice aquí es muy simple: el hombre que quiere ser efectivo para liderar la iglesia como pastor o anciano, la persona que desea ser efectiva en el campo F

¿Esta persona administra bien sus finanzas? ¿Esa área está en orden o en caos? ¿Su casa está bien ordenada? Los hijos, si los hubiera, ¿respetan a este hombre? Este es el tipo de preguntas que queremos hacer para evaluar cuánta confianza debe dar la iglesia a quienes son llamados y a quienes son enviados. Misionero será alguien que gobierne bien lo que Dios le ha confiado.

El orden es muy simple: comenzamos con el reto de gobernarnos a nosotros mismos. Cuando crezcas en el reto de gobernarte a ti mismo, harás un mejor trabajo para gobernar a las personas que Dios ha puesto a tu alrededor. Esto podría incluir a tu familia, si estás casado.

Al desarrollarte con éxito en esta área, crecerás en tu utilidad futura para Jesucristo. Pero el principio es simple: el que es fiel en lo poco es aquel a quien se le puede confiar mucho.

También te puedes conectar con el ministerio a través de nuestro podcast en tu plataforma favorita. Volvamos al mensaje, aquí está de nuevo el Pastor Colin.

Antes de avanzar a la última de estas aptitudes, permíteme solamente decir algo para las esposas de quienes sirven en el liderazgo. 

Solo afirmo lo que Pablo dice en el versículo 11; él habló de los ancianos y de los diáconos, y dice que, del mismo modo, sus esposas deben ser mujeres «dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo».

Ahora, ¿por qué incluye aquí a las esposas? Creo que la respuesta es muy simple. La esposa de un hombre puede construir o arruinar su ministerio. 

¿Puedo dirigirme a todas las esposas cristianas? Que tu oración sea que puedas expandir la utilidad de tu esposo para Cristo. Si es un hombre piadoso, él ya está orando lo mismo por ti.

Cultiva el profundo deseo de que tu esposo se convierta en todo lo que Dios lo ha llamado a ser, y haz todo lo que puedas para contribuir con eso; prepárate para cambiar cualquier patrón de comportamiento en ti que pudiera limitar ese llamado, que pudiera limitar la obra que Dios podría hacer a través de tu esposo.

Ahora de vuelta con aquellos que han sido llamados al liderazgo de la iglesia. Esto es lo que debes cultivar y son cosas muy prácticas: Una aptitud doctrinal, la aptitud para enseñar, una buena comprensión de las verdades de la fe, una aptitud personal, la habilidad para gobernar, comenzando por uno mismo y después con los que te han sido confiados.

Mientras más puedas crecer en esto, más útil serás en las vidas de los demás.

Finalmente, en tercer lugar, está la aptitud espiritual, que se trata de la habilidad de resistir. 

Y la razón para esto es muy sencilla: cuando llamamos a un laico para que sea un anciano, cuando enviamos a un misionero, cuando llamamos e invitamos a alguien a ser pastor de la iglesia, cuando ponemos a alguien en el liderazgo cristiano, es la congregación la que lo hace.

Ponemos a esa persona en el frente de la guerra espiritual. ¿Te habías dado cuenta de eso? Eso es lo que hacemos cuando llamamos a alguien al liderazgo espiritual, por eso es de crucial importancia que oremos por nuestros líderes. Me gustaría que lo entendamos, que notemos cuánta aptitud espiritual se necesita en quienes lideran, porque están en el frente de la guerra espiritual.

Hay dos lugares principales en donde la guerra es más intensa y Pablo los identifica.

El primero es el peligro que viene a los líderes espirituales por medio del orgullo, según el versículo 6. Y Pablo dice que el líder no debe ser un recién convertido, «no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo». El orgullo es el enemigo interno.

Dios te concede algo de éxito, algunas bendiciones en tu familia. ¿Sabes cómo manejarlo con humildad? Porque, si quieres maximizar tu utilidad para Jesucristo, el orgullo será uno de los enemigos que tendrás que batallar. Mientras más te use Dios, más te atacará el diablo con orgullo.

Recuerda la frase que proviene de la Biblia en Proverbios, capítulo 16, versículo 18: antes de una caída viene el orgullo. ¿Y notas la conexión entre los versículos 6 y 7? Él habla del orgullo, que es el enemigo interno, ¿y qué viene después en el versículo 7? Debe tener una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en la desgracia ni en la trampa del diablo. 

Fíjate cómo se menciona a Satanás dos veces en estos versículos. Esta es una guerra espiritual; Satanás se deleita cuando los líderes se llenan de orgullo, porque solo están a un paso de caer. 

Satanás se deleita cuando los líderes caen, quiere que caigan en desgracia para hacerle daño a la iglesia. Por cierto, al asignar líderes, siempre es apropiado preguntar: ¿hay algo en tu vida que, si se diera a conocer, sería un obstáculo para el avance del evangelio?

Richard Baxter escribió un libro para los líderes cristianos que trato de leer una vez al año porque le hace bien a mi alma. Es un pastor que escribe a otros líderes cristianos y les da advertencias y palabras de aliento sobre lo que significa ser un líder cristiano. 

Y tiene una sección particularmente poderosa en la que habla de las batallas únicas que enfrentan los líderes cristianos. Esto es lo que dice al escribir a sus colegas pastores pero vamos a incluir a nuestros misioneros, a nuestros líderes laicos y a todos a quienes se les ha encomendado la responsabilidad en la familia de Dios. 

Baxter dice lo siguiente: «Tengan cuidado de sí mismos, porque el tentador los bombardeará de tentaciones más que a los demás hombres». ¿Alguna vez habías pensado en eso sobre aquellos a quienes llamamos y enviamos?

«Como aborrece a Cristo más que cualquiera de nosotros», continúa Baxter, «así Satanás aborrece a los líderes que están bajo Su autoridad más que a los soldados comunes, porque sabe que logrará una derrota aplastante si los líderes caen delante de sus ojos».

«Pongan atención, por tanto, hermanos, porque el enemigo pone especial atención sobre ustedes». ¿Alguna vez habías pensado eso acerca de ti mismo? El día en que te convertiste, llamaste la atención de Satanás porque fuiste arrebatado de su reino por el amor redentor de Jesucristo. Él pone atención especial sobre ti.

Y mientras más se te encomienden responsabilidades y ministerios en la casa de Dios, más serás privilegiado con el don de liderazgo e influencia en las vidas de los demás, por lo que serás más el foco de la atención del diablo.

Ahora, ¿recordarás estas cosas cuando ores por tus líderes? ¿Podemos recordarlas cuando oremos por nuestros misioneros? ¿Podemos recordarlas cuando a veces hablamos de nuestros líderes? 

Hemos puesto a ciertas personas en el frente de la guerra espiritual y somos llamados a orar por ellos, así como somos llamados a estar vigilantes y cuidarnos a nosotros mismos.

Ahora, ¿cuál es tu reacción a este mensaje? Te contaré cuál ha sido la mía al estudiar esta semana y estoy seguro de que la tuya es parecida. Leí todo esto y pensé: «Oh, Señor, ¿quién es suficiente para hacer estas cosas?»

Puede que te interese saber que me reúno con el equipo de liderazgo de mi iglesia una vez al mes, yo lidero una oración y comparto la Palabra al inicio, y con frecuencia he preguntado: «¿Quién de nosotros se autodesignó líder de esta iglesia?

Ni siquiera uno. Fueron otras personas quienes nos metieron en esto, y cualquiera que haya sido llamado a una posición de liderazgo puede decir: «¿Quién es suficiente para estas cosas?»

¿Recuerdas que Pablo preguntó quién era suficiente para estas cosas? ¿Cuál fue la respuesta cuando hizo esa pregunta? Nuestra suficiencia viene de Dios.

Eso está en Segunda a los Corintios, capítulo 3, versículo 5. Es un excelente versículo para escribirlo y recibir aliento. De hecho, la NVI usa la palabra capacidad, en lugar de suficiencia, lo cual es muy útil. «No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios» (2 Corintios 3:5, NVI).

Por eso, en estos últimos momentos, déjame concluir apuntando hacia Jesucristo. Este carácter y esta aptitud que buscamos cultivar se encuentra en Él. ¿Alguna vez has pensado en esto, que el Señor Jesucristo es el anciano, que Él es el obispo? 

¿Sabías qué palabra se usa acerca de Jesús? Primera de Pedro 2:25 dice que Él es el Pastor y Guardián de nuestras almas. Es la misma palabra que se usa en Primera a Timoteo 3.

¿Y alguna vez has pensado en que el Señor Jesucristo es el diácono? ¿Qué significa la palabra «diácono»? Significa siervo, uno que sirve, eso se encuentra en Hechos 6. Recuerda que los primeros diáconos servían las mesas. 

Jesús dijo: «Entre ustedes Yo soy como el que sirve». He venido entre ustedes como un diácono, eso dice. «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir». He venido a ser diácono y a dar mi vida como rescate por muchos.

Estas cosas nos hacen pensar en Jesucristo. Él es el maestro que es en Sí mismo la verdad. Él es el Rey que gobierna bien Su propia casa. Es el sabio que es la fuente de toda sabiduría. Es el campeón que nos defiende del enemigo. Es el siervo que entrega Su vida como rescate por muchos. Es el Guardián que protege tu alma del peligro.

Jesús es el gran Pastor de las ovejas que nos lleva a todos a Su rebaño eterno y no pierde ninguna de las que fueron confiadas en Su mano. Y debido a que este carácter y aptitud están en Cristo, Él es quien puede reproducir este carácter y esta aptitud en ti. 

Porque, si Cristo está en ti, piensa en lo que Él puede hacer con tu vida. Piensa en lo que Cristo puede hacer con tu familia. Piensa en lo que Cristo puede hacer de ti. Piensa en lo que Cristo puede formar en tu interior.

Y cuando des gracias por estas evidencias de la gracia, cuando las veas en las vidas de otros, anímate mientras las buscas para ti mismo y miras al Salvador, quien es la fuente y el origen de estas virtudes, quien puede reproducirlas en ti por el poder de Su Espíritu Santo.

Oremos juntos, por favor. Padre, haznos el tipo de personas que hacen Tu obra. Ayúdanos a procurar el carácter y la aptitud de aquellos que serán más útiles para ti. Gracias porque aquello que no está en nosotros por naturaleza lo está en Cristo, nuestro Redentor, y que hemos recibido Su Espíritu para este mismo propósito.

Aumenta nuestro discernimiento, intensifica y aclara la dirección en nuestras vidas, enciende nuestra pasión por procurar estas cosas que nos harán más útiles para ti. Y, sobre todo, ayúdanos a desbordar de gratitud por tu gracia en las vidas de otros. Estas cosas las pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.