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“Si las cosas viejas realmente pasaron, ¿por qué mi vida parece igual?” El Pastor Colin habla sobre porqué los cristianos aún enfrentan las mismas viejas tentaciones y los mismos viejos problemas, y nos ayuda a descubrir quiénes somos realmente en Cristo.

Pasaje: 1 Corintios 1:30


La Biblia dice “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Probablemente esa sea la verdad más difícil de entender de toda la Biblia. 

Si es nuevo, ¿por qué me enfrento a las mismas viejas tentaciones? Si las cosas viejas pasaron, ¿por qué sigo luchando con algunos de los mismos problemas de carácter? La Biblia me dice que soy una persona nueva, pero vivo en la misma carne, vivo en el mismo mundo, lucho con los mismos problemas, enfrento las mismas batallas. Entonces, ¿qué hay de nuevo? Si se ha producido un cambio tan grande, ¿por qué es tan difícil la vida cristiana? 

Bueno, hay algunas personas que, a la luz de estas preguntas, han decidido que no hay nada esencialmente nuevo en la vida cristiana. Han decidido que ser cristiano es básicamente cuestión de hacer un compromiso con Jesucristo en el que te arrepientes y crees, haciendo un esfuerzo por vivir una vida mejor que con suerte resultará agradable a Dios.

Y si haces eso, Dios te dará un poco de ayuda a través del Espíritu Santo porque después de todo, como dice la gente “Dios ayuda a aquellos que se ayudan”.  Hacer un compromiso, esforzarse, obtener algo de ayuda. Realmente ¿de eso se trata el cristianismo? Bueno, para muchas personas, eso es casi todo lo que tienen y piensan, pero es allí donde está el problema: hacer un compromiso puede implicar un cambio en tus creencias. Hacer un esfuerzo puede incluir un cambio en la forma en que te comportas. Obtener ayuda puede representar un cambio en lo que puedes lograr, pero ninguna de estas cosas cambia realmente quién eres. La Biblia indica claramente que ser cristiano representa fundamentalmente un cambio relativo en quién eres. Si alguien está en Cristo, nueva creatura es, no un nuevo esfuerzo, no un logro un poco mejor, no un nuevo conjunto de creencias, sino una persona con una nueva identidad. El corazón del evangelio conlleva un cambio en lo que eres. Es la formación de una identidad totalmente nueva en Jesucristo.

Por supuesto, el mundo no puede entender esto. El mundo piensa que todos somos esencialmente lo mismo, que todos estamos andando en diferentes etapas en el mismo camino de la vida, que todos estamos hechos de la misma materia, y que en última instancia todos tenemos el mismo destino. Pero la Biblia dice que eso no es verdad. La Biblia deja muy claro que hay un gran abismo entre la persona que está en Cristo y la persona que no está en Cristo. Porque estar en Cristo no es solo una decisión o una creencia o un intento de vivir una vida mejor, es la formación de toda una nueva identidad en Él. 

Así que en las próximas semanas vamos a explorar lo que significa estar en Jesucristo. Quiero invitarte a que vengas conmigo en un viaje de autodescubrimiento, para entender quién eres y qué significa ser una persona nueva en Cristo. Vamos a explorar la doctrina bíblica de la conversión, para tratar de lidiar con lo que realmente ha cambiado, lo que Dios ha hecho por ti al traerte a Jesucristo. 

¿Qué hizo Dios cuando viniste a Cristo en arrepentimiento y fe? ¿De qué se trata esta nueva identidad y qué diferencia supone? Porque el corazón del evangelio no es lo que tú ofreces a Dios, sino de lo que Dios hace por ti, en ti y a través de tí. Ahora, quiero que juntos vayamos a un versículo de la Escritura: 1 Corintios 1:30. Creo que ésta es una de las afirmaciones más maravillosas de toda la Biblia. Pablo nos ha estado recordando que Dios llama a seres humanos ordinarios, como nosotros, que no tenemos mucho de qué jactarnos, y luego dice esto en 1 Corintios 1:30. “Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús…” Es por Él que estamos en Cristo Jesús. Esta es una declaración de lo que significa estar en Cristo. Estás en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros, y ahora enumera cuatro cosas que vamos a cubrir en esta serie: en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, justificación, santificación y redención, cuatro cosas que componen tu nueva identidad en Jesucristo. 

Vamos a tomarlas en el orden que nos sea más fácil de entender. 

  1. En Cristo has sido hecho limpio, es decir, Él es tu justicia. 
  2. En Cristo eres libre, porque Él es tu redención. 
  3. En Cristo eres santo, eres distinto a los de este mundo y separado para Él. 
  4. Y por último, en Cristo tienes sabiduría, tenemos la mente de Cristo. 

Ahora, antes de que nos sumerjamos en esto, sólo quiero recordarles de nuevo quién es la audiencia aquí. Recuerden que Pablo está hablando a aquellos que están en Cristo. La declaración “han sido hechos limpios”, no es verdad para todos, pero es verdad, en este versículo, para aquellos que están en Cristo. Y la manera de estar en Cristo es mediante la fe en el Hijo de Dios, que te amó y se entregó por ti. 

Es por eso que a Pablo le apasiona tanto proclamar la cruz, de la que habla en el versículo 18. Pero, por supuesto, las personas responden a la cruz de distintas maneras como lo vemos en el versículo 23. Algunos lo encuentran una piedra de tropiezo. Dicen, ¿cómo es posible que creas que esta persona es el Salvador del mundo? Otros piensan que es una tontería que una persona pueda cargar con el pecado y ser un sacrificio, liberando así a otros del castigo por el pecado. Pero para nosotros los salvos, Pablo dice en el versículo 18, “la cruz es poder de Dios”. Para los que estamos en Cristo, esta es la realidad que transforma la vida. Por eso, durante las próximas semanas, nos centraremos en lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo, y mi oración es que a medida que descubramos quiénes somos, encontremos una nueva libertad para ser quienes verdaderamente somos en Jesús. 

Tú estás limpio en Jesucristo. 

Ahora, la palabra que la Biblia usa para describir esta verdad maravillosa, es una palabra importante que debemos aprender, y es la palabra justificación. Permítanme darles dos pasajes de los muchos que se podrían citar. El primero es Romanos 5:1, “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios y por medio de Nuestro Señor Jesucristo”. Hemos sido justificados por la fe. Esta es la palabra que la Biblia usa para expresar lo que significa ser traído a una relación correcta con Dios en la cual hemos sido hechos limpios.

También más adelante en 1 Corintios 6:11, “Pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”. Otra vez se está hablando de los que están en Cristo. Noten lo siguiente: “en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de Dios”. Cuando eres justificado en Jesucristo, hay tres dimensiones que considerar. 

Legalmente, significa que has sido absuelto, Dios ha desechado los cargos en tu contra. Racionalmente, significa que eres perdonado, Dios te reconcilia consigo mismo. Él no es sólo un juez, Él es un Padre. Él no sólo desecha los cargos que habían contra ti, Él te perdona, Él te reconcilia consigo mismo, Él te adopta en Su familia. Así que la justificación, ser hecho justos delante de Dios, significa legalmente que somos absueltos, significa relacionalmente que somos perdonados, y significa personalmente que somos limpios, es decir, que eres lavado, que no eres culpable ante Dios. Y todo esto es verdad. Todo esto es parte de lo que la Biblia quiere decir con justificación. Y todo esto es verdad para cada persona que está en Jesucristo. 

En Cristo, eres justo. Y ser justo, ser justificado, significa ser legalmente absuelto para que no haya una condena, ser perdonado relacionalmente para que no haya separación, y ser personalmente lavado y limpiado para que ya no tengas que vivir bajo la sombra y la carga de la culpa. ¿Por qué esta verdad (que hemos resumido de la Biblia) es tan difícil de entender? ¿Por qué algunas personas que han oído esto cientos de veces no pueden meterlo en la cabeza o en el corazón? ¿Por qué cuando esto es tan claro en la Biblia, hay tantas personas en la iglesia que todavía dicen, después de 10 o 20 años, que sienten que viven bajo una carga de culpa? ¿Cómo es posible? Permítanme contarles dos historias que creo que ilustran por qué es tan difícil entender esto. 

La primera, es la historia de un hombre inocente acusado falsamente. Este hombre fue detenido por la policía en la escena de un crimen. Fue un caso de confusión de identidad, no cometió el delito, pero se encontraba en la zona cuando se cometió. Fue acusado falsamente. No obstante, fue detenido, procesado y, finalmente, su caso llegó a juicio. En el juicio se presentaron las pruebas y, por supuesto, a la vista queda claro que ese hombre no es culpable, sino inocente. El juez pronuncia el veredicto: No culpable, y el hombre es libre de irse a casa. 

Ahora bien, ¿cómo responde este hombre? Imagínese las cámaras de televisión fuera de la corte. Sale y alza su puño al aire, está tan feliz porque ha sido reivindicado. Siempre supo que era inocente, y ahora todo el mundo sabe que lo es. El mundo sabe la verdad sobre este hombre y se alegra de que por fin se sepa la verdad sobre él, el hombre falsamente acusado. 

Pero he aquí la segunda historia: Esta es la historia de un hombre que cometió un crimen, pero no fue condenado. Fue detenido por la policía, fue acusado y finalmente su caso llegó a juicio. Pero la Fiscalía en esta historia hizo un mal trabajo, no prepararon bien su caso y pasaron por alto una prueba clave que, de haberla presentado, habría conducido sin duda a la condena de este hombre. Pero sin la prueba clave, el caso no puede ser probado más allá de toda duda razonable y el juez pronuncia su veredicto: Inocente. El hombre es libre de irse a casa. 

Cómo abandona el tribunal el segundo hombre? Sale del tribunal en silencio, abandona el tribunal aliviado por haberse librado, pero temiendo que algún día se sepa la verdad sobre él. Pensando: tal vez un día me atrapen, quizá un día descubran lo que hice. Puede que se haya librado del castigo, pero sigue teniendo que vivir con su propia conciencia. 

Ahora, en este punto quiero hacer una pregunta: Cuando Dios nos justifica, somos el primer hombre o el segundo? Veamos, eres como la persona que es inocente ante Dios y tu inocencia ha sido probada? ¿O eres como la persona que es culpable ante Dios y sin embargo no ha sido condenada? 

Bueno, por supuesto, si ya conoces la Biblia, entenderás que eres más como el segundo hombre. Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios y son justificados gratuitamente por Su gracia mediante la redención que vino por Jesucristo. 

El punto central de la Biblia es que Dios justifica a los pecadores. La justificación no se trata de que Dios declare libres a los inocentes, se trata de declarar libres a los culpables. Esto está claramente establecido en Romanos 4:5, “Dios justifica al impío”. 

Ahora, esto es realmente increíble, pero está en el corazón mismo de la verdad en el Nuevo Testamento. Uno esperaría que la Biblia dijera que Dios justifica a los justos. Si Dios es justo, seguramente en su tribunal de justicia, Él debería estar buscando justificar a las personas que no han quebrantado la ley, como el primer hombre. Pero, por supuesto, el problema es que nadie es justo. Romanos 3:10 dice que “ni siquiera uno”. Así que si Dios justificara a los justos, ninguno de nosotros tendría esperanza. Ahora, la buena noticia del evangelio es que Dios justifica a los impíos, que Dios desecha los cargos legítimos contra nosotros.

El desecha cargos legítimos contra nosotros, lo hace libremente y lo hace con justicia porque lo hace sobre la base de la redención que vino por Jesucristo, que llevó la pena de nuestros pecados reales en la cruz. La justicia cayó sobre Él para que la misericordia nos fuera otorgada. 

Así que lo que Dios hace por nosotros no es una especie de “subversión” de la justicia. Es absolutamente justo porque Jesús recibió el castigo por nosotros, y esto implica que Él desechó los cargos legítimos contra nosotros, no sobre la base de que no somos culpables, sino sobre la base de que Jesús asumió la culpa en nuestro lugar. 

Así que Dios nos dice: eres justificado, estás limpio, eres justo y eres libre por mi hijo Jesucristo. Lo creemos y decimos: “¡Sí, ese es el evangelio!” Pero de alguna manera se siente como el que cree algo que no es realmente cierto. Te parece obvio que tu vida esté lejos de ser lo que quieres que sea, y por lo tanto, es obvio que está aún más lejos de lo que Dios quiere que sea. Tratar de creer que estás realmente limpio parece a veces como tratar de convencerte a ti mismo de algo que sabes que no es verdad. 

Así que aquí está la verdad: somos justos en Cristo pero aún pecamos. Somos hechos limpios y sin embargo, somos lo que Dios nos llama a ser. Y debido a que es mucho más fácil ver mis pecados que Su justicia en mí, la tentación es concluir que mis pecados son la realidad más grande sobre quién realmente soy.