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¿Eres santo? ¿Te cuesta trabajo creerlo? El Pastor Colin explica lo que significa cuando Dios dice que lo eres.

Pasaje: Juan 17:6-22


Hoy llegamos al tercer aspecto de lo que somos en Jesucristo, tomado de 1 Corintios 1:30, donde leemos que Cristo se ha convertido para nosotros en nuestra santificación.

La palabra latina “Sanctus”, que por supuesto significa “santo”, es de donde obtenemos nuestra palabra “santidad”, santidad de la vida humana, cosas así, y nuestra palabra “sagrado”, y también obviamente nuestra palabra “santificado» o “‘santificación”. Así que santidad, santificado, santificación, expresan lo mismo.

Ahora bien, esta es un área en la que es muy fácil confundirse, por eso es importante que pensemos con claridad. Así que, por favor, sígueme unos instantes mientras intento explicar el significado de estas palabras y luego llegaremos a su importancia para nuestras vidas. 

Si te preguntara: ¿estás justificado? Y le preguntara a todos los que estamos en Cristo, a los cristianos: ¿están justificados? Dirían con gran seguridad “Sí, amén”. Si pensara en el tema de la redención y te preguntara si en Jesucristo has sido redimido, dirías con confianza que sí.

Ahora, llegando a este tema, si les hiciera la pregunta, ¿son santos? Creo que el 90% de nosotros, yo incluido, dudaríamos antes de dar una respuesta. Normalmente pensamos en la santidad o la santificación como un proceso continuo. La justificación es un acontecimiento que ocurre una vez y para siempre, por el que entramos en una relación correcta con Dios, pero la santificación es un proceso continuo de crecimiento, en el que nos hacemos cada vez más semejantes a Cristo.

Pero es un proceso que nunca se completa del todo en esta vida. Lo aprendí de joven. Es un marco fundamental en mi mente, y estoy seguro de que también para la mayoría de ustedes. Así puedo ver que soy justificado y redimido, porque son acontecimientos que ocurren una vez y para siempre. Han ocurrido ya, son verdaderos para mí. Pero la santidad es un proceso continuo, y quizá me gustaría pensar que dentro de 25 años seré un poco más santo de lo que soy ahora, pero por el momento no parece que lo sea.

Seamos sinceros, no muchos de nosotros nos consideramos santos. Si le preguntas a tu mujer: «Cariño, ¿crees que soy santo?”, probablemente te dirá: “no estarás hablando en serio”, o algo por el estilo. De hecho, alguien me sorprendió en la entrada después del primer servicio. Me dijo: «Le pregunté a mi mujer si cree que soy santo. Ella respondió: ‘sí, un santo desastre’”.

Así que la santidad suena como algo que no somos, suena como algo que realmente no podemos imaginar que podamos llegar a ser. Y como sentimos que la santidad es algo esencialmente que no somos, parece como si cualquier cosa relacionada con la santidad fuera más bien falsa en relación a nosotros. Así que, aunque para mí es muy natural y fácil decir a la luz de las Escrituras que he sido justificado, siento esta vacilación al decir que he sido santificado.

Pero ahora vuelve conmigo en tu Biblia a 1 Corintios 6:11. Y fíjate en lo que dice aquí el apóstol Pablo: “fueron lavados”. Eso lo entendemos. Luego dice, 1 Corintios 6:11: “Fueron santificados”. “Fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”. “Fueron santificados”. Está hablando de esto como de un hecho consumado, está hablando claramente de algo que ya sucedió.

Aquí no está hablando de un proceso continuo, aunque la Biblia lo dice en otros lugares. Está hablando de un acto consumado. Ahora bien, esto abre nuestras mentes a algo que es muy importante entender. En la Biblia, la santidad se utiliza tanto para referirse a nuestra posición en Cristo como al proceso por el que nos parecemos cada vez más a Cristo.

De hecho, el significado original de la raíz de la palabra hebrea de donde procede nuestra palabra santo, santidad, santificación, santificado, el significado original de la raíz de esa antigua palabra hebrea tiene dos vertientes. La primera, se utilizaba para hablar de ser apartado, y la segunda podría traducirse por la palabra resplandor. Ahora bien, déjame explicarte cómo se han desarrollado estos dos significados.

Apartado

El primer significado, apartado, se utilizaba para describir una posición en la que se daba a algo un significado o propósito especial. Así, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, podrías tener una silla o una mesa en el tabernáculo o en el templo a la que se hacía referencia como sagrada. Evidentemente, no decían que la silla se comportara especialmente bien, más bien, decían que la silla estaba apartada para un fin concreto en el templo y que no era una silla común.

Mi mujer da clases a niños de cuatro años. Una de las cosas que ha hecho durante varios años es que cada día se elige un líder para la clase. Tienen un pequeño recipiente en el que están todos sus nombres, se elige uno y esa persona es el líder del día. Y el líder tiene una serie de cosas que hacer y se sienta en la silla del líder.

Evidentemente, a los padres de la clase del año pasado les gustó esta idea y quisieron fomentarla un poco más, así que se reunieron y construyeron una silla de líder… Parece el trono de la Reina de Inglaterra. Y cada día se elige el nombre de un niño y ese niño se sienta en la silla del líder sólo por ese día. No es una silla común, esa silla es, en términos bíblicos, “sagrada”. Está reservada para ese propósito, es la silla del líder del día.

Ese es el significado original de la palabra de modo que cuando leemos: “Acuérdate del día de reposo y santifícalo”, significa que debemos guardarlo como un día distinto de los demás. No debemos hacerlo común como el resto de la semana, debemos mantenerlo diferente, debemos apartarlo de todos los demás días.

Cuando hablamos de la santidad de la vida humana, lo que queremos decir es que la vida humana está separada de otras formas de vida. Lo que decimos es que hay un mundo de diferencia entre un niño y un pollo; y no puedes tratar a los dos de la misma manera. Una vida humana no es simplemente una forma biológica, es mucho más. La vida humana es sagrada y está separada de todas las demás formas de vida.

Resplandor

Ahora, el segundo significado como resplandor era utilizado para describir un proceso de un cambio interior gradual en la vida de una persona por el que reflejaba cada vez más el resplandor del carácter de la gloria de Dios. Y eso es por lo que ora Pablo en 1 Tesalonicenses 5:23, “que Dios mismo los santifique por completo”.

No significa que sean trasladados a una nueva posición, no significa ser apartado que es algo que ya sucedió, sino que está diciendo que te haga cada vez más, en cada parte de tu ser, un reflejo del resplandor de Su propia gloria. Cuando logras ver esa distinción, enseguida resulta obvio por qué dudaríamos si nos hicieran la pregunta: ¿Soy santo? Si te preguntara que si ¿eres santo? me dirías con razón, bueno, todo depende de lo que quieras decir.

Si te preguntas si mi vida es un reflejo fiel del brillo y el resplandor del carácter de Dios, la respuesta tiene que ser no. Sólo una parte muy pequeña de su brillo y resplandor se refleja en mí, y está francamente mezclado con demasiadas cosas. Estoy en el proceso, pero si me haces la pregunta de si he sido apartado para un fin especial, la respuesta es sí. ¡Absolutamente! 

En Cristo, como cristiano, he sido apartado como uno del pueblo de Dios para el propio propósito de Dios. Ese es el significado que Pablo utiliza aquí cuando habla de que Jesucristo es nuestra santificación. Eres santo en Cristo. Estás, incluso ahora, en una posición totalmente nueva. Dios te ha apartado para un propósito nuevo y distinto.

Ahora, con ese mejor entendimiento sobre el significado de la palabra, volvamos a nuestro pasaje de hoy, que está en el evangelio de Juan, capítulo 17, esa maravillosa oración del Señor Jesucristo.

Mientras nos dirigimos ahí, permíteme recordarte que la razón por la que estamos analizando estas grandes verdades de la Biblia, lo mejor que podemos, es que tocan algunos de los temas personales más profundos de nuestras vidas.

Hemos visto cómo la cuestión de estar limpio habla de cuestiones de abuso, de liberarse de la lucha contra la adicción. Otro gran problema al que nos enfrentamos en nuestra sociedad es la cuestión de la trascendencia. ¿Realmente importo? Alguna vez te has hecho esa pregunta? 

Cuando voy a trabajar me siento como un pequeño engranaje de una gran máquina y me pregunto si tiene alguna importancia lo que hago y si realmente importo. Me cuestiono si hay algo que pueda aportar realmente a este mundo y si no estuviera aquí, si ¿me echarían de menos? Si ¿Realmente importo?

Pues bien, si puedes sentirte cómodo con las enseñanzas de la Biblia sobre cómo eres santo en Cristo, tendrás una comprensión totalmente nueva de lo mucho que importas. Cuando descubras tu nueva identidad en Jesucristo, encontrarás un nuevo significado en ser quien eres. 

Pues bien, si puedes sentirte cómodo con las enseñanzas de la Biblia sobre cómo eres santo en Cristo, tendrás una comprensión totalmente nueva de lo mucho que importas. Cuando descubras tu nueva identidad en Jesucristo, encontrarás un nuevo significado en ser quien eres. Hacia allá nos dirigimos hoy. 

Cuatro dimensiones de nuestra identidad como santos

La primera es simplemente con esta expresión que encontrarás en Juan 17:6 y 9: “que has sido dado”. Has sido dado por el Padre al Hijo.

Ahora bien, es natural que pensemos que Jesús es un don de Dios para nosotros. Pero, ¿has pensado alguna vez en el hecho de que eres un regalo de Dios para Jesús? Eso es exactamente lo que encontramos aquí, en el versículo 6. Jesús está orando al Padre y afirma sobre los discípulos y, por tanto, sobre nosotros: “Son tuyos. Y tú, Padre, me los has dado”. Lo mismo dice en el versículo 9. Ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado». Piensa en eso. Tú eres el regalo de Dios Padre a Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Piensa en una boda. El padre entra con la novia, el novio espera, el pastor se reúne con ellos en la parte delantera, comienza el servicio, y luego llega la famosa frase: ¿Quién ha dado a esta mujer para que se case con este hombre? El padre de la novia dice: «yo». Entonces toma su mano y la une a la mano del que será su esposo. Esa es la imagen: ella es dada a su esposo. Ahora bien, la iglesia es la novia de Cristo. Esta es la posición a la que el Padre te ha llamado, te ha traído a la fe, te entrega a Su Hijo, Jesucristo.

Quiero que pienses en la Pascua y que medites en todo lo que Jesús sufrió y soportó en Su pasión en la cruz. Cuando piensas en todo lo que Jesús soportó, quiero que te preguntes: ¿qué obtuvo Jesús a cambio de todo eso? Y la respuesta es: te obtuvo a ti, Él te tiene a ti; esa es la respuesta. 

De todo eso, Él te recibe a ti. El Padre dice: ¿Qué le daré al Hijo que sea fruto de todo lo que ha sufrido en toda Su pasión? ¿Qué le daré que será Suyo por toda la eternidad para que se regocije por los siglos de los siglos? ¿Qué le doy a Mi Hijo?

Y la respuesta es: tú. Es asombroso, ¿verdad? Esa es la respuesta. Es lo que Jesús dice aquí, “los que me has dado”. Y no es como si Jesús mirara el regalo del Padre y dijera: “¿esto es todo?” Isaías dice: “Debido a la angustia de su alma, Él lo verá y quedará satisfecho”. Él abrazará a Su pueblo, te abrazará a ti. Valió la pena por el regalo, por el fruto que vino de Él.

Ahora bien, creo que es muy significativo observar que el regalo del Padre al Hijo no es el mundo. Si lo piensas, fue Satanás quien ofreció el mundo a Jesús en la tercera tentación, ¿lo recuerdas? Satanás se acercó al Señor Jesucristo y tuvo la osadía de mostrarle todos los reinos del mundo, y le dijo: “todo esto, el esplendor de todos estos reinos, te lo daré a ti” (Lucas 4:6). Satanás le ofreció el mundo a Jesús y Él rechazó la oferta. Jesús no ganó el mundo con su sufrimiento pero sí te ganó a ti. A partir de eso podemos concluir razonablemente que eres más valioso que todo el mundo para Jesús. 

Hay un himno que George Beverly Shea solía cantar y algunos de ustedes lo reconocerán inmediatamente al ver la letra: “Prefiero a mi Cristo al vano oropel; prefiero su gracia a riquezas sin fin. A casas y tierras prefiérole a él; será de mi alma fuerte paladín. Antes que ser rey de cualquier nación y en pecado gobernar, prefiero a mi Cristo, sublime don cual el mundo no ha de dar”.

Ahora tú puedes cantar eso sobre Jesús, pero lo realmente asombroso es que Él podría cantar eso sobre ti. Eres más que todo el mundo para Jesús. Tu eres el regalo del Padre para Él. Y esa es la primera dimensión de tu santidad. 

Oh, hermano, cuando estés ahí sentado diciendo: “realmente no soy nada, no soy importante para el mundo”, alimenta tu alma con esto. Eres el don del Padre a Su Hijo, el fruto de Su sufrimiento. ¡Preferiría tenerte a ti que a todo el mundo!

Espero que esta maravillosa verdad te anime hoy en tu caminar con el Señor. Para mí esto es lo más maravilloso y espero que estés de acuerdo. Piensa en ello. Eres un regalo del Padre a su Hijo Jesucristo. Él te regaló a Jesús y Jesús te recibió. Ese es el amor de Dios por ti. Si dudas del amor de Dios, piensa en esto y dale gracias a Dios por ello hoy. 

Padre, gracias porque antes de que yo existiera, me conocías y en tu gracia me entregaste a tu Hijo y porque tu Hijo me recibió y fue a la cruz para hacer posible ese recibimiento, tu Espíritu Santo me ha llevado a la fe en Jesús.

¿Ves que Dios ha hecho todo esto por ti y en ti, y que ese es Su amor por ti? Gracias a Dios por el amor del Padre que nos alcanza no sólo para hacer posible tu salvación, sino para salvarte realmente, para redimirte de modo que Jesucristo te haga y te reclame como Suyo. Hay una seguridad real en esto. Gracias a Dios que el Padre te regaló a ti, me regaló a mí y regaló a cada cristiano al Hijo. Y a quien el Hijo ha recibido del Padre, nunca lo va a soltar.