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La Biblia nos dice que “pongamos nuestra mente en las cosas de arriba”. ¿Cómo lo hacemos? El Pastor Colin nos da cuatro estrategias simples y fáciles de recordar. 

Pasaje: Apocalipsis 21:1-8

Recurso recomendado: El Cielo: Un devocional de 30 días


Hoy tenemos ante nosotros un tema maravilloso. Vamos a examinar la felicidad del cielo o, quizá más concretamente, la felicidad de la vida de resurrección que todo el pueblo de Dios compartirá con Jesucristo en el cielo nuevo y la tierra nueva. 

Un objetivo central de la breve serie que hemos estado siguiendo sobre el cielo ha sido aumentar nuestra expectación, despertar en nosotros el interés por este gran, gran tema del futuro que aguarda a todo creyente cristiano.

Quiero tratar de eliminar cualquier idea que pueda rondar en el fondo de nuestras mentes de que el cielo puede ser de alguna manera menos de lo que experimentamos y disfrutamos ahora, que puede ser de alguna manera monótono o incluso aburrido. Quiero animarnos con el tipo de entusiasmo que encontramos en el Nuevo Testamento cuando los creyentes cristianos anticipan la alegría de todo lo que está por venir para los que están en Cristo Jesús.

Me llama mucho la atención que los expertos en psicología popular hablen a menudo hoy en día de vivir la mejor vida posible ahora. Se escucha esto en los programas de televisión y en artículos de revistas. Vivir tu mejor vida ahora. Piensa en ello. Vivir tu mejor vida ahora sólo es posible para una persona que va a ir al infierno.

Si ese es el destino final de una persona, entonces es su mejor vida ahora. Nunca será mejor. Comer, beber y ser felices porque mañana moriremos tendría que ser la filosofía si ese es el caso. Pero si eres cristiano, si te diriges a un futuro eterno en la presencia del Señor Jesucristo, ¿cómo puedes vivir tu mejor vida ahora? Tu mejor vida está delante de ti, y todo lo que disfrutas en la vida en su mejor forma aquí y ahora es sólo una anticipación, es sólo una probada, es sólo una muestra de las alegrías que están por venir para el pueblo de Dios en la presencia de Jesús. 

Piénsalo de esta manera. Cuando una pareja planea un banquete de bodas, van a una degustación y prueban la comida que se servirá en el gran día. Pero la degustación es sólo una pequeña muestra. No es la comida. Es una preparación.

Parte de la preparación para el gran evento hacia el que se dirigen los novios, contando los días con ansiosa anticipación. Y ese espíritu de anticipación de lo que está por venir, de lo que Jesucristo ha preparado para los que le aman, recorre toda la vibrante fe del Nuevo Testamento. 

Hemos estado viendo en esta pequeña serie que hay un patrón bueno, mejor y lo mejor para la vida cristiana. Estar en Cristo, que es nuestra posición por fe como creyentes cristianos ahora en este mundo, eso es bueno. Quiero decir, aun cuando la vida en este mundo está en su punto más difícil, cuando uno está en Cristo, uno es bendecido con toda bendición espiritual en Él. Pero estar con Cristo, eso es mejor. De hecho, las Escrituras dicen que es mejor, por mucho (Filipenses 1:23). Después analizamos que para aquellos que están presentes con el Señor Jesús ahora mismo, para los creyentes que han muerto y sus almas están presentes con Jesús, lo mejor está por venir

Ellos todavía esperan el cuerpo de resurrección, el nuevo cielo y la tierra nueva que vamos a analizar juntos en la Biblia hoy. Porque estas cosas vienen después de que el Señor Jesucristo se manifieste en poder y en gloria. Así que les invito a que busquen en su Biblia, el capítulo 21 del Apocalipsis, donde leemos sobre el cielo nuevo y la tierra nueva. A lo largo de este maravilloso libro al final de la Biblia, Juan ha visto mucho sobre la alegría de los creyentes en el cielo, y ha visto mucho sobre el conflicto continuo de los creyentes en la tierra contra las grandes fuerzas del mal. Y la historia continúa hasta el triunfo final del Señor Jesús y luego hasta Su justo juicio sobre los malvados, que es al final del capítulo 20. Y entonces Juan dice: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva».

Ahora, las Escrituras nos animan a poner la mente en las cosas de arriba, donde está sentado Jesucristo, que debemos pensar en las cosas celestiales, en nuestra vida en Jesucristo y de hecho, en cómo será nuestra vida con el Señor Jesucristo. Y quiero darles hoy un esquema muy sencillo para hacer esto, para meditar, reflexionar, pensar en la vida que está por venir. Cuatro estrategias. Y es muy simple. Podrás recordarlo y utilizarlo. Son cuatro estrategias: Sumar, restar, dividir, multiplicar. Esas son las cuatro cosas que quieres hacer, cuatro estrategias para pensar en la vida que está por venir. Muy sencillo, ¿cierto? Sumar, restar, dividir, multiplicar. A eso nos dirigimos hoy. Espero que tengan su Biblia abierta. 

1. Sumar

 «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva». (Apocalipsis 21:1)

Ahora estoy usando la palabra sumar aquí para comunicar continuidad. La vida en el nuevo cielo y la nueva tierra no será diferente a la vida que tenemos aquí. Será más que la vida que tenemos aquí, de ahí la palabra sumar, pero no será diferente. Tendrás esta vida en el nuevo cielo y en la nueva tierra. Será tu alma la que será hecha perfecta. Será tu cuerpo que será resucitado de entre los muertos como el cuerpo de Jesucristo fue resucitado de entre los muertos en el poder de una vida sin fin. 

Así que olvídate, ya sabes, de la idea de flotar sobre las nubes. Tendrás un cuerpo de resurrección de carne y hueso. Así es como Jesús describió Su cuerpo de resurrección en el Evangelio de Lucas, capítulo 24 y versículo 39. Y vivirás esta nueva vida en el nuevo cielo en la tierra. El nuevo cielo, la nueva tierra. 

Ahora esta palabra «nuevo» puede ser usada de dos maneras diferentes, y es importante entender la manera en que está siendo usada aquí. Puedes usar la palabra nuevo, por ejemplo, de esta manera. Puedes decir, vamos a mudarnos a una casa nueva. Dices, hemos pasado demasiados inviernos fríos en Chicago. Vamos a mudarnos a una casa nueva en algún lugar más cálido como Florida, o Arizona, o donde sea.

Y si hicieras eso, no habría continuidad entre las dos casas. Son casas diferentes, lugares diferentes, localizaciones diferentes. Y la única conexión entre las dos es que resulta que has vivido en ambas en diferentes momentos. Y es de suponer que te llevas algunas de tus cosas cuando te mudas. Pero esa es una forma de utilizar la palabra nuevo, nuevo en el sentido de diferente.

Pero hay otra forma de utilizar la palabra «nuevo». Piensa en esto. Supongamos que decides renovar tu casa. Tu casa es una casa vieja. Y necesita que le hagan de todo. Pero la casa vieja está en una gran posición. Fue construida sobre cimientos seguros. Y sabes en tu corazón que, aunque necesita que le hagan de todo, podría convertirse en algo muy especial.

Así que te pones manos a la obra y renuevas la fontanería y la electricidad y derribas algún muro que el último propietario en un momento de locura había puesto y te ha resultado frustrante, dices que ese muro nunca debería haber estado ahí y demás. Haces una reforma total de tu casa. Y cuando está hecho, dices, “bueno ahora todo es nuevo”. Bueno, ves, eso es exactamente lo que Dios dice aquí en el verso 5.

«Yo hago nuevas todas las cosas». No todas las cosas diferentes, no como desechar el mundo y empezar de nuevo y hacer otro, sino tomar el que he creado y el que he declarado bueno que necesita todo tipo de arreglos y hacerlo como siempre quise que fuera. Estoy haciendo nuevas todas las cosas. Y la confirmación de que así es como debemos entender esta gran obra de Dios, viene de Romanos en el capítulo 8, donde es muy claro que Dios restaura o renueva este planeta. Es una tierra nueva. Esta es la tierra. Y el capitulo 8 de Romanos en el verso 21 afirma esto muy claramente, la creacion misma, que es esta creacion, este planeta en el cual vivimos, «será también liberado de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios».

 Aquí está, en pocas palabras, la historia del mundo en que vivimos. En el principio, Dios creó los cielos y la tierra, y lo que Dios hizo era bueno. Pero el pecado trajo una maldición no sólo a la raza humana, sino también a la tierra misma, de modo que vivimos con los efectos del pecado en este mundo caído, y los efectos del pecado se manifiestan en la naturaleza humana como odio y violencia y asesinato y guerra y extorsión y toda clase de males. Y los efectos del pecado también se manifiestan en el planeta en tornados y terremotos y en deslaves e inundaciones y sequías e incluso agresión en el reino animal.

Pero aquí está la gran promesa de Dios, de nuevo en pocas palabras, que cuando Dios haya eliminado todos los efectos del pecado de Su pueblo, entonces eliminará todos los efectos del pecado del planeta para que la nueva tierra, es decir, la tierra tal como la conocemos, renovada plena y completamente se convierta en un lugar apto para que los hijos de Dios compartan una vida de gozo sin sombras en nuestro cuerpo de resurrección para siempre jamás. Es una perspectiva gloriosa. 

Así que piensa en las alegrías de la vida, incluso como las experimentan las personas no redimidas en este mundo caído. Y pensar en las alegrías de la vida tal como las experimentamos ahora te ayudará a proyectar cuáles serán las alegrías añadidas en la vida que vendrá en la tierra renovada y nueva. Piensa en las alegrías de la música y las alegrías del deporte y todas las alegrías del arte y todas las alegrías de la ciencia y la tecnología y los viajes y la comida y la amistad, toda la dicha que eso representa, incluso para las personas no redimidas, incluso en este mundo caído.

¿Y qué será de todas estas cosas, creadas buenas por Dios Todopoderoso, cuando el planeta sea renovado y nosotros en nuestra propia naturaleza y en nuestros cuerpos seamos completamente renovados? Nada será menos, nada de esto será menos en el cielo. Todo será más. 

Sumar es la palabra en la que debes pensar cuando pienses en el nuevo cielo y la nueva tierra. No algo totalmente distinto, sino algo que es infinitamente más, maravillosamente más y, por lo tanto, toda alegría de esta vida debe endulzar y acentuar nuestra anticipación de las mayores alegrías que están por venir. 

Creo que el momento en que esto se estableció realmente en mi mente con más claridad que antes fue cuando estaba almorzando en Trinity con el Dr. Willem van Gemmeren, que durante muchos años fue un distinguido profesor de Antiguo Testamento en Trinity Evangelical Divinity School.

Y yo había ido a hablar con él sobre el libro de Isaías, del que sabe muchísimo. Y estábamos hablando de Isaías 65, donde el profeta Isaías habla del nuevo cielo y la nueva tierra. Y nunca olvidaré lo que dijo Willem. Dijo: «Cuando esté disfrutando de la tierra nueva, creo que una de las cosas que me gustaría hacer en el cuerpo resucitado es escalar el monte Everest, porque eso es algo que no tendría ni la capacidad ni la oportunidad de hacer ahora mismo». 

Ahora, ves lo que está pensando. Estamos hablando de este planeta. Ahora, eso va a pasar por el fuego del juicio de Dios, 2 Pedro capítulo 3, la tierra se derrite con calor ardiente. Va a ser maravillosamente renovada y reabastecida, pero la topografía permanece, y el cuerpo de resurrección no es una especie de cuerpo fantasma.

Jesús dice, carne y huesos, Lucas capítulo 24 y versículo 39. El nuevo cielo, la nueva tierra, vida real, alguien se me acercó después de compartir esta verdad en un sermón y me dijo, «¿sabes qué? Pensando en esto, me he dado cuenta de que no tengo que preocuparme por mi lista de cosas que hacer antes de morir». Me pareció una frase estupenda.

Porque las cosas que no tengo la oportunidad de hacer en este mundo y hay cosas que no tenemos la oportunidad de hacer en este mundo, tendré la oportunidad de hacerlas en una tierra renovada con un cuerpo resucitado. Amigos, cuando pensamos en lo que la Escritura nos revela y nos hace ver con más claridad maravillosamente, maravillosamente acelera y endulza nuestro razonamiento acerca de lo que aún está por venir. 

Ahora, observen que Juan no sólo ve una nueva tierra, sino también cielos nuevos. ¿Por qué cielos nuevos? Escuche este comentario muy bueno y útil de John MacArthur. Él dice: «Dios rehará los cielos y la tierra, fusionando Su cielo con esta tierra en una morada perfecta que será nuestro hogar para siempre». En otras palabras, dice; «el cielo, el reino donde Dios mora, se expandirá y abarcará todo el universo de la creación que será rediseñado de nuevo de una manera adecuada para la gloria del cielo». 

Ahora bien, el cielo es el lugar donde se conoce la presencia inmediata de Dios y se ve Su gloria, y esto devora y consume este planeta tierra maravillosamente renovado, de modo que, como dice el profeta, la tierra será llena de la gloria de Dios como las aguas cubren el mar. El cielo tocando la tierra, rodeando la tierra, por eso dice tan bellamente aquí que la presencia de Dios estará con Su pueblo. Él morará con ellos. El cielo y la tierra reunidos, la tierra renovada siendo el hogar no sólo del pueblo de Dios sino del Todopoderoso presente de forma inmediata.

Por tanto, es totalmente legítimo hablar de cielo cuando nos referimos al cielo nuevo y a la tierra nueva, porque el cielo llenará la tierra nueva. La tierra será llena de la gloria de Dios como las aguas cubren el mar. 

Así que sumar. No pienses de otra manera, piensa en más y te será de gran ayuda a la hora de pensar en las alegrías venideras. 

2. Restar

«Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado». (Apocalipsis 21:4)

Ahora, ves por qué estoy usando la palabra aquí, restar. Él está describiendo lo que se ha ido, lo que ya no existe, lo que ya no experimentaremos en el nuevo cielo y la nueva tierra. ¿Qué será eliminado? Bueno, ya no habrá muerte. En el cielo nuevo y en la tierra nueva, nadie morirá jamás. Nadie envejecerá. Nadie enfermará. No habrá nadie enfermo. No habrá necesidad de hospitales ni de servicios de emergencia. En el cielo nuevo y en la tierra nueva no habrá funerales. Y no habrá más dolor. 

Así que piensa en esto. Me he referido a las palabras de Jesús sobre su propio cuerpo de resurrección, carne y huesos. Pero en el cuerpo de resurrección, huesos que nunca duelen. Huesos que nunca se vuelven quebradizos, huesos que nunca se rompen, huesos que nunca pierden su fuerza.

Se acabó el llanto. Y hay dos razones para esto. La primera, por supuesto, es que en la presencia de Jesús, no hay nada en tu vida futura que pueda traerte pena, tristeza, decepción o dolor. Nada te sucederá por toda la eternidad que te haga llorar. Eso será enteramente una experiencia pasada. Por lo tanto, no habrá lágrimas en el futuro como las hay en este mundo.

Pero también, ¿qué hay de las lágrimas del pasado? ¿Qué hay de los remordimientos que aún nos conocemos? ¿Cómo tratará Dios con todo eso? Y por eso, por supuesto, tenemos el versículo 4: «Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».

Detengámonos un momento. Hay lágrimas en esta vida y en este mundo que ni siquiera las personas que más te quieren pueden enjugar, aunque lo intenten. Pueden compadecerse de ti en alguna pérdida. Pueden acompañarte en tu dolor, pero no pueden secar las lágrimas de tus ojos.

Hay heridas que se pueden experimentar en este mundo que incluso aquellos que más te aman y buscan estar a tu lado y traer sanidad a tu vida, por más que lo intenten, no pueden llegar al fondo de ellas, de modo que queda alguna cicatriz, alguna vulnerabilidad dentro de la personalidad. Pero piensa en esto, Dios, Dios hará lo que incluso la persona que más te ama no puede hacer completamente en esta vida. Enjugará cada lágrima de tus ojos.