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Un día, los discípulos de Jesús le pidieron que los enseñara a orar. El Pastor Colin habla sobre lo que hoy conocemos como “El Padre Nuestro”.


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Ahora bien, en cualquier momento de crisis, el primer deber y el primer instinto del pueblo de Dios debe ser orar. ¿Pero qué debemos orar? ¿Qué debemos pedir exactamente? Creo que la oración es un área en la que todos necesitamos crecer. 

Creo que es un área en la que todos los que realmente aman al Señor Jesucristo quieren crecer. A lo largo de los años he conocido a algunas personas que se consideran expertas en evangelización, en trabajo con jóvenes o con los matrimonios, pero todavía no he conocido a ningún cristiano que se considere un experto en lo que respecta a la oración.

Todos sentimos que necesitamos estar con los discípulos y decirle: “Señor, enséñanos a orar”. ¿Y no te alegras de que Jesús respondiera a esa pregunta de los discípulos y de que tengamos la respuesta de Jesús a esa petición justo delante de nosotros en las Escrituras?

Lo que tenemos aquí es al Hijo de Dios enseñándonos a orar, y quién no querría acercar una silla, sentarse y escucharle mientras Él mismo nos enseña hoy? He llamado a esta serie Seis cosas para pedirle a Dios, porque hay seis peticiones en el Padre Nuestro. Tres de ellas se refieren a la gloria de Dios, y tres a nuestro bien.

En relación con la gloria de Dios, pedimos primero que se santifique el Nombre de Dios, luego que venga Su reino y después que se haga Su voluntad. Y luego, en relación a nosotros, pedimos que Dios nos proporcione lo que necesitamos, que perdone nuestros pecados y que nos libre del mal.

Así pues, seis cosas nos enseña Jesús que debemos pedir a Dios. Y todo lo que podríamos pedir, todo lo que necesitamos pedir, puede incluirse en una de estas seis peticiones. Así que el Padre Nuestro es realmente como una especie de plantilla para orar, nos da un plan para orar, nos da un esquema, nos da un marco, nos enseña cómo orar.

Así que si tomaras, por ejemplo, una libreta y dividieras una página en seis secciones, podrías llamarlas… el Nombre de Dios, el reino de Dios, la voluntad de Dios, la provisión de Dios, el perdón de Dios y la liberación de Dios.

Y en esa página, en esas seis secciones, tendrías un esquema perfecto para la oración. Podrías utilizarlo de dos maneras cuando lo tengas en tus notas. Podrías empezar primero con los títulos y luego simplemente llenar debajo de cada uno de ellos las cosas que creas que debes orar en relación con cada una de estas seis peticiones.

O podrías hacerlo de otra manera. Podrías empezar por lo que tienes en mente. Tienes un amigo que tiene alguna necesidad, necesita ayuda y necesita apoyo. ¿Y a dónde pertenece eso? Bueno, por supuesto, eso forma parte de lo que Dios le proveería. Así que anótalo ahí.

Pero entonces piensas, espera un minuto. ¿Qué más necesito orar con respecto a esta persona? Es decir, ¿qué significaría que el nombre de Dios fuera santificado en esta situación a la que se enfrenta esta persona? Qué significaría que se hiciera la voluntad de Dios en su situación?

Así que las peticiones de la oración del Señor son, en realidad, como seis ganchos en los que puedes colgar todas tus demás oraciones. La oración del Señor se nos entrega para dar forma a nuestras oraciones. Es Jesús enseñándonos cómo debemos orar.

Ahora bien, mi objetivo en esta serie es que a través de estas seis peticiones, aprendamos a orar con más eficacia, por eso Jesús nos ha dado este modelo de oración. Señor, enséñanos a orar. 

Utilizar el Padre Nuestro como plantilla de este modo no es algo nuevo. Sabes, Martín Lutero utilizó el Padre Nuestro como plantilla para sus propias oraciones durante toda su vida. Y elogió esta práctica en un pequeño libro titulado Una forma sencilla de orar. Este libro lo escribió Martín Lutero para su barbero.

Me imagino a Lutero sentado en la silla mientras le cortan el cabello. Y se echa hacia atrás en la silla, y el barbero empieza a afeitarle la barba y mientras realiza este delicado trabajo, le dice a Lutero: Pastor Martín, tengo una pregunta. ¿Cómo debo orar?

Y pienso, bueno, quizá Lutero acaba de decir en ese momento: «Oye, amigo, por favor, céntrate en lo que estás haciendo con esa navaja de afeitar. Responderé a tu pregunta, pero déjame hacerlo más tarde. Te escribiré un libro titulado Una forma sencilla de orar«.

Y eso precisamente es lo que hizo Lutero. Escribió este maravilloso librito para su barbero, diciéndole a este hombre que quería saber cómo orar más eficazmente, cómo hacerlo utilizando el Padre Nuestro como plantilla para sus propias oraciones.

Y Lutero dice en este libro; «No quiero que recites todas estas palabras en tu oración». En otras palabras esta oración no se da simplemente para que la utilicemos como algo que recitamos de forma repetitiva. No, Lutero dice: “Esto es lo que quiero que hagas. Quiero que tu corazón se conmueva por los pensamientos que suscita la oración del Señor».

En otras palabras, úsalo como una plantilla. Utiliza cada una de estas seis peticiones como ganchos en los que colocarás tus oraciones, un marco sobre el que construirás las plegarias que vas a traer a Dios. Y esta forma sencilla de orar no fue simplemente una idea de Lutero para su barbero, sino que fue lo que Lutero mismo hizo durante toda su vida.

Lutero dijo esto, «Hasta el día de hoy, me alimento de la oración del Señor como un niño, y como un anciano, como y bebo de ella sin saciarme nunca». Pues bien, eso describe exactamente lo que quiero que hagamos juntos durante estas próximas semanas. Quiero que nos alimentemos de la oración del Señor, que aprendamos del propio Jesucristo cómo debemos orar.

Hoy estudiaremos la primera petición del Padre Nuestro: Santificado sea tu nombre. Vamos a examinar la relación en la que se hace esta oración. Vamos a examinar la oración en sí y su significado. Vamos a ver las formas en que se responde. Vamos a ver el reto que supone, y luego vamos a ver el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo. Y al final, quiero que dediquemos un tiempo a hacer juntos esta oración.

1. La relación

“Santificado sea tu nombre”. (Mateo 6:9)

Empecemos por aquí, porque es donde Jesús comienza con la relación. Mateo 6:9. Ora entonces así: “Padre nuestro que estás en los cielos”. Esto es muy importante. Las seis peticiones del Padre Nuestro se dirigen todas a Nuestro Padre Celestial. En otras palabras, es una oración para los hijos de Dios. Son oraciones que deben elevar quienes se han reconciliado con Dios mediante la fe en Jesucristo.

Y ese es un recordatorio muy importante para nosotros, porque, por naturaleza, sencillamente no podemos hacer esta oración. La Biblia deja muy claro que, por naturaleza, estamos alejados de Dios y que estamos muertos para Él. Que nos preocupa mucho más nuestro nombre que el nombre de Dios.

Por naturaleza, tendemos a pensar que la vida gira en torno a nosotros y por lo tanto, si se nos deja solos, si es que oramos, empezamos por nosotros mismos y empezamos por nuestras necesidades y nunca salimos de ahí. Pero Jesús vino al mundo para traernos una relación totalmente nueva y diferente con Dios. Dios es Su Padre y mediante la fe en el Señor Jesucristo, llegamos a conocer también a Dios como nuestro Padre.

Jesús te introduce en una nueva relación con Dios, en la que le amas, confías en Él, le adoras, le sirves y le obedeces. En el amor a este Padre perfecto, descubrirás una nueva paz, una nueva fuerza, una nueva esperanza y una nueva alegría.

“Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre que seamos llamados hijos de Dios» (1 Juan 3:1). En Cristo, somos adoptados a la familia de Dios y por eso Dios envía Su Espíritu a nuestros corazones, dice el apóstol Pablo, para que clamemos: Abba, Padre!

Así pues, el Padre Nuestro tiene seis peticiones y todas se dirigen a nuestro Padre celestial. Todas se oran desde esta relación en la que, por la fe en Cristo, nos reconciliamos con Dios. Padre, santificado sea Tu nombre. Padre, venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad. Padre, danos hoy nuestro pan de cada día. Padre, perdona nuestros pecados y Padre, líbranos del mal. Estas son las oraciones de un discípulo de Cristo.

No son las cosas que pediríamos a Dios si estuviéramos apartados de Él, sino que son las oraciones a las que nos lleva Jesús, son las oraciones de los hijos de Dios. Y si quieres orar como Jesús nos enseñó a orar, aquí es donde debemos comenzar. 

Debemos entrar por la fe en Jesús en esa relación en la que llegamos a conocer a Dios como nuestro propio Padre. Llegamos al Padre sólo a través de Jesucristo. Y Juan lo deja muy claro en su Evangelio, donde dice: “Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre” (Juan 1:12).

Si quieres conocer a Dios como tu propio Padre; si quieres aprender a orar como Jesús nos enseña a orar, debes recibir a Jesús como Señor y Salvador de tu vida. Y esto lo haces creyendo en Su nombre, por la fe. 

Ahora bien, qué cosa tan maravillosa es conocer al soberano Señor del universo como tu propio Padre celestial. El Dr. Jim Packer tiene una pequeña y maravillosa imagen y frase sobre esto que me ha sido muy útil. La llamo “El Péndulo de Packer”.

Y esto es lo que dice el Dr. Packer: «Deja que tus pensamientos fluyan de un lado al otro como un péndulo que se acelera; dando oscilaciones cada vez más amplias. Él es mi Padre. Él es Dios en el cielo. ¡Él es Dios en el cielo! Él es mi Padre». El péndulo de Packer trata de asimilar esto: cuando te presentas ante tu Padre en oración por la fe en Jesucristo, estás hablando con el Señor soberano del universo, nuestro Padre celestial.

Cuando Jesús te lleve a conocer que su Padre es tu Padre, tendrás un deseo tan grande de orar que amarás al Padre de corazón y porque le amas, tu primer deseo será que Su nombre sea santificado. Esa es la relación.

2. El significado

A continuación, veamos juntos la oración en sí y lo que significa realmente esta oración. Jesús dice: “Ustedes, pues, oren de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. Ahora bien, ¿qué pedimos exactamente a Dios cuando hacemos esta oración? ¿Qué significa “Santificado sea tu nombre”?

1. En el cielo

Ahora quiero que te fijes en que el cielo enmarca las tres primeras peticiones de la oración del Señor. ¿Lo has notado? 

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre – venga a nosotros Tu reino – hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo

En otras palabras, el cielo enmarca las tres primeras peticiones del Padre Nuestro. «Santificado sea Tu nombre en la tierra como en el cielo», venga a nosotros Tu reino como en el cielo, hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Ahora ve que eso nos invita inmediatamente a pensar en la escena tal como se nos describe en la Biblia en el propio cielo. ¿Cuál es la escena en el cielo? Pues bien, los ángeles claman a gran voz ahora mismo en el cielo «Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todo poderoso». De hecho, la adoración en el cielo, la exaltación del nombre del Padre en el cielo, no termina jamás.

La Escritura dice: «De día y de noche, ellos», es decir, los seres vivientes, «no cesan de decir: ‘Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era y el que es y el que ha de venir». Todas las criaturas del cielo, sin excepción, se unen para decir: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos».

Esa es la escena en el cielo, adoración incesante. El nombre de Dios exaltado y el nombre de Dios adorado.

2. En la tierra

Pues escucha cómo la describe el profeta Isaías. Dios dice a través de Isaías, “sin cesar Mi nombre es blasfemado todo el día” (Isaías 52:5). Esa es la realidad en la tierra. Y no podría ser más diferente de la realidad que hay ahora mismo en el cielo. En el cielo, el nombre de Dios es venerado y adorado sin cesar. En la tierra, Su nombre es despreciado y blasfemado sin cesar.

Y es en esa diferencia abismal entre la realidad en el cielo y la realidad en la tierra donde oramos la primera petición del Padre Nuestro: Santificado sea Tu nombre.

Que Tu nombre, oh Padre, sea exaltado, venerado, atesorado y adorado en la tierra como lo es en el cielo.

Cuando hacemos esta oración, pedimos que Dios se mueva de tal manera en este mundo, que Dios actúe de tal manera, que la gente de todo el mundo llegue a alabarle, atesorarle, glorificarle, adorarle y a vivir para Él en la tierra como en el cielo.

Padre, por favor, haz que la gente te ame, te alabe, confíe en ti y te adore.