Jesucristo superará cualquier barrera para llegar a ti. El Pastor Colin explica cómo Jesús hizo esto por la mujer junto al pozo.
Oh, estamos viendo la maravillosa historia de la mujer Samaritana en el Evangelio de Juan en el capítulo cuatro.
Había toda clase de barreras que superar para que llegara a la fe en el Señor Jesucristo. Quiero decir, estamos tratando aquí con cuestiones de raza, de religión y con su historia personal.
Si estás buscando a alguien que no es probable que se convierta en creyente en el Señor Jesucristo, esta mujer está entre las menos probables.
Así que si al escuchar el programa de hoy, sientes que hay muchas barreras que se interponen entre tú y la fe en el Señor Jesucristo, esta es la historia más maravillosa para ti, y te va a mostrar cómo Jesucristo supera todas las barreras porque Él está más interesado en alcanzarte a ti, que tú en alcanzarlo a Él.
Hoy llegamos a una historia maravillosa sobre una mujer cuya vida cambió para siempre gracias a Jesucristo. La historia, que estoy seguro será familiar para muchos de ustedes, tuvo lugar en Samaria.
En el versículo tres se nos dice que Jesús salió de Judea, que estaba en el sur del país, y se dirigía a Galilea, que estaba en el norte, y que por lo tanto, como dice el versículo cuatro, “tenía que pasar por Samaria”. Esa era la ruta directa si ibas de sur a norte en Israel.
Y los discípulos, versículo ocho, habían ido a comprar comida, así que Jesús estaba solo cuando llegó a este pozo fuera de un pueblito llamado Sicar.
Imagina entonces la pared baja que rodea la parte superior del pozo protegiéndolo, y a Jesús sentado al lado de esa pequeña pared. Él está sentado en el suelo de espaldas al muro bajo que rodea el pozo. Está cansado porque había caminado por muchos, muchos kilómetros.
Y el versículo siete nos dice que “Una mujer de Samaria vino a sacar agua y Jesús le dijo: Dame de beber”. Ese fue el comienzo de una conversación que iba a cambiar la vida de esa mujer, y no sólo su vida, sino también la vida de muchas otras personas para siempre.
Y para tener un panorama completo de la historia, es bueno ver el final de libro y observar el contraste entre dónde estaba esta mujer al principio y dónde estaba al final de la historia, sólo para tener una idea de la notable transformación que se produjo en su vida en un solo día a través de este encuentro con Jesucristo.
Al principio de la historia, si te fijas en el versículo 10, Jesús dice esto: “Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva”.
Así que, por las palabras de Jesús, sabemos que al principio de la historia, esta mujer no conoce a Jesús, y no conoce el don de Dios. Ella no sabe lo que es la gracia, y no se la ha pedido a Dios, y por lo tanto, no la ha recibido de Dios. En esta situación se encuentra cuando conoce a Jesús.
Pero si nos fijamos en el final de la historia, en el versículo 29, la mujer vuelve a la ciudad donde vive, y dice: “Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho”.
Y en el versículo 39 se nos dice que, no sólo la mujer se convierte en el medio por el cual muchos samaritanos llegaron a creer en Jesús, sino que cuando muchos más llegaron a creer en Jesús, estas personas le pidieron a Jesús que se quedara en su pueblo, y Él se quedó dos días más. Y como resultado de eso, leemos en el versículo 41, hubo muchos más que creyeron en Jesucristo en ese lugar.
Y todos los que creyeron volvieron a la mujer. Y si lees el versículo 42, le dijeron a la mujer: “Ya no creemos por los que tú has dicho, porque nosotros mismo le hemos oído, y sabemos que Este es en verdad el Salvador del mundo”.
Pues bien, no se puede pedir un testimonio más claro de la fe en Jesucristo que éste: “hemos llegado a saber por nosotros mismos que Él es realmente el Salvador del mundo”.
Así que intenta ver el panorama general conmigo. Esta es una historia maravillosa que muestra una notable transformación que ocurrió en la vida de esta mujer que al principio del día no conocía a Jesús, no sabía nada sobre la gracia o el don de Dios, no se la había pedido a Dios y no la había recibido de Dios.
Pero al final del día, ella es una mujer que está tan cautivada por Jesucristo que es capaz de hablar a otros con libertad y con alegría sobre lo que ha encontrado en Él y se convierte en el medio por el cual otras personas que tampoco conocen a Jesús y no conocen la gracia y no la han pedido y no la han recibido, llegan a saber que “Este es en verdad el Salvador del mundo”.
Es una transformación extraordinaria la que se produce en la vida de una persona en un solo día. Y eso es lo que Jesucristo es capaz de hacer.
Ahora, quiero hacer una pregunta muy simple en esta historia, ¿cómo es que esto sucedió? ¿Cómo es que Jesucristo alcanzó y convenció a esta mujer que al principio del día estaba muy lejos de Él y de la gracia?
¿Cómo es que se produjo este notable cambio en ella? ¿Cómo es que tal cambio puede ocurrirle a alguien que está escuchándome hoy y que está muy lejos de adorar a Dios en espíritu y en verdad?
Bien, quiero presentarles la historia en estos dos puntos. Primero, quiero que veamos dónde la encuentra Jesucristo, quiero que veas la distancia a la que se encontraba.
Y luego, en segundo lugar, vamos a ver cómo es que Cristo llega a nosotros, y sobre todo para que aprendamos cómo podríamos ser capaces de ir a buscar y alcanzar a otros que parecen estar muy lejos de adorar a Dios en espíritu y en verdad.
Así que, en primer lugar, dónde la encuentra Cristo. Y aquí hablaremos de las barreras de la fe. Ahora, el punto de esta historia, por supuesto, es que esta es una mujer que está tan lejos de la fe en Jesús como le es posible estar.
Había múltiples barreras entre ella y Jesús, y al principio debió de parecer una candidata muy poco probable para convertirse en discípula de Jesús. Permítanme centrarme en sólo tres de las barreras que Jesús superó maravillosamente.
La primera de ellas era la barrera de la raza. La mujer samaritana, en el versículo nueve, le dijo: “¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos)”.
Este es claramente un comentario sobre su raza. Es un tema sobre prejuicios raciales y sobre división racial. Y como Jesús es judío y esta mujer es samaritana, la historia entre estas dos razas está muy cargada de conflicto. Y cuando Jesús le pide de beber, parece que sus primeras palabras hacia Él fueron dichas con absoluto desprecio: “Tú eres judío”.
Hay una gran barrera. Ahora bien, la historia de tensión y a veces de odio entre los judíos y los samaritanos era bien conocida en el mundo antiguo y será familiar para muchos de ustedes también.
Setecientos años antes del nacimiento del Señor Jesucristo, los asirios, que eran la potencia gobernante de la época, invadieron esta parte septentrional de Israel, Samaria, y se llevaron al exilio a la inmensa mayoría del pueblo.
Sólo quedaron unos pocos, y se convirtió en una especie de ciudad fantasma. Y entonces lo que hicieron, en lugar de dejar la zona vacía, trasladaron a la gente de otras naciones que los asirios habían conquistado, repatriaron a la fuerza a estas personas para repoblar la zona con una mezcla de gente con todo tipo de antecedentes, diferentes razas y diferentes religiones.
Se trataba, por tanto, de lo que hoy llamaríamos una sociedad multicultural, que por supuesto es muy común y familiar para nosotros hoy en día, pero que habría sido muy inusual en aquellos días.
Y leemos sobre ello en 2 Reyes 17:33 donde se nos dice que la gente de Samaria temía al Señor, pero también servían a sus propios dioses. En otras palabras, había una mezcla de religiones que la gente había traído consigo porque habían venido de diferentes partes del mundo. Así que servían a sus propios dioses a la manera de las naciones de las que habían sido transportados.
Por lo tanto, creo que es muy importante que Jesús fuera a Samaria, que entrara en un ambiente tan mezclado con gente que había adoptado tradiciones religiosas de todas partes.
¿Por qué va allí? Porque está atrayendo hacia Él a personas de todas las tribus, naciones y lenguas, y ninguna cultura ni grupo étnico está fuera del alcance del amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
Menciono esto particularmente hoy no sólo porque es una parte importante de la historia sino también porque hay muchos de los que me están escuchando hoy que no crecieron en hogares cristianos. Puede que hayan crecido en un hogar católico.
Puede que hayas crecido en un entorno en el que la Biblia no era realmente tu libro. Había otros libros, y la Biblia era algo que pertenecía a otras personas, y quizá sientes que estás muy lejos de Jesús. Y si creciste en un hogar católico o incluso ateo, puedes sentir que la fe cristiana está lejos de ti.
Y quiero que vean que esa era precisamente la posición de esta mujer cuando conoció por primera vez al Señor Jesucristo y su vida fue maravillosamente tocada y cambiada por el Salvador.
En segundo lugar, había una barrera que también había que superar en relación con su origen religioso. Así que, primero la raza y segundo, la religión.
Fíjate en el versículo 20, la mujer samaritana dice: «Nuestros padres adoraron en este monte«. Así que ella está hablando de pertenecer a una tradición religiosa en particular. Y Jesús le respondió: «Ustedes adoran lo que no conocen«.
Así que esta mujer estaba familiarizada con la adoración. Ella había crecido con una cierta tradición y tenía una cierta cantidad de conocimiento de la verdad. Dice en el versículo 25: “Sé que el Mesías viene”. Pero esta es la situación: ¿qué había hecho su religión por ella?
Ella no conocía a Dios. Ella no le había pedido nada a Dios. No había recibido nada de Dios. Ella había crecido con una cierta forma de religión, pero no había sido una fuente de vida, alegría o paz. Hacía simplemente lo que hacían sus padres, era una tradición heredada.
Amigos, al pensar en esto, mi mente se remontó a mis días en la escuela superior en Edimburgo, Escocia. Mi experiencia fue probablemente muy diferente a la mayoría de ustedes, pero donde yo crecí, la escuela a la que asistía tenía una asamblea religiosa para, y cito, “la adoración cristiana todas las mañanas de la semana”.
Y todas las mañanas entrábamos en fila en el gran salón con sus antiguos bancos de madera. Nos poníamos firmes cuando el director, sus ayudantes y el capellán subían a la plataforma. El maestro de música tocaba en el órgano un himno que nadie cantaba, excepto el capellán, que hacía un valiente intento, pero incluso él parecía bastante avergonzado por toda la situación.
Después de sentarnos, el capellán dirigía una oración, alguien leía unos versículos de la Biblia y, a continuación nos daban la lista de nombres de los que debían presentarse ante el director para ser disciplinados..
Amigos, el culto obligatorio tenía un efecto adormecedor. Y les digo, había cientos de estudiantes, hombres jóvenes, que cada día estaban recibiendo una inmunización efectiva contra el cristianismo.
El problema era que esto los hacía muy seguros de saber lo que era el cristianismo y se volvían altamente resistentes a ser receptivos a las afirmaciones de Jesucristo o a la gloriosa realidad de la adoración en Espíritu y en Verdad.
Y algunos de ustedes también habrán conocido, por su propia experiencia y de una manera diferente, una especie de religión formal que carecía de alegría, vida, paz, amor y poder para ustedes.
Y esa era la posición de esta mujer. Tenía una tradición religiosa, pero no conocía el don de Dios. La gracia era como una lengua extranjera para ella, una lengua desconocida. Así que esta es una gran barrera.
Las personas que han recibido la inmunización de la religión formal están entre las más difíciles de alcanzar. Te dan una probadita y puedes terminar tan endurecido contra el Señor como cualquier otro sobre la faz de la tierra.
Y así, la tercera barrera era su raza, su religión y sus antecedentes. Toda la historia de su vida había sido inmensamente triste. En el verso 18, Jesus dice, “porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido”.
Acabo de pasar un rato reflexionando sobre lo triste que ha sido la vida de esta mujer. Su historia personal es una historia de relaciones rotas que han terminado en decepción. Piensa en toda la esperanza, la anticipación y toda la alegría que hay en una boda.
Imagina una pareja que quiere casarse y en toda la felicidad que anticipan. Cinco veces había estado allí y cinco veces había acabado en decepción. ¿Y ahora? Vivía con un hombre que no quería comprometerse con ella, que no quería casarse con ella.
Sospecho que toda la historia de su vida y la tristeza la habrían llevado a pensar: ¿por qué iba a interesarse Dios por mí?
Pero esto es lo que quiero que entiendas hoy: que Jesucristo está tan interesado en ella que supera todas las barreras que la distanciarían de Él.
La barrera de la raza, la barrera de su tradición religiosa formal que no había hecho nada por ella, la barrera de la historia de su propia vida, llena de tristeza, ruina y quebrantamiento. Él supera todas las barreras para transformar la vida de esta mujer.
Habrá algunos de nosotros que en uno o más de estos puntos podríamos decir: “me identifico con esta mujer”. Y quiero decirte que Jesucristo superará toda barrera para llegar a ti. Así es Él, así es Su gracia.
Y entonces habrá otros de nosotros que estarán pensando en alguien que es como esta mujer. Tienes un amigo, un vecino, un colega, un miembro de la familia que es muy resistente, que está muy lejos de la fe en el Señor Jesucristo. Tú oras por esa persona y dices, no puedo imaginarlos nunca siendo seguidores de Jesús. ¿Cómo podría llegar a ellos?
Bueno, aquí en esta historia, quiero que veamos cómo Jesús llegó, porque Él nos da el modelo más maravilloso para llegar con amor y sensibilidad y compasión, a una persona que puede parecer muy lejana.
Cómo llegar con una persona para quien hay muchas, muchas barreras, y sin embargo es una persona a quien Jesucristo es capaz de alcanzar maravillosamente y transformarla. Esa es la belleza de esta historia.
Así que veamos, en segundo lugar, cómo Cristo la convence y tratemos de aprender de ello, no sólo cómo Cristo puede convencernos a nosotros, sino cómo podríamos tratar de llegar a otros que a primera vista pueden parecer muy alejados de la verdad.
Así la convence Cristo, por medio de la fe. ¿Cómo es el camino de la fe para alguien que está muy, muy lejos? Permítanme repetirles tres palabras muy sencillas.
La primera es: esperanza.El versículo 14 dice: “pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna«.
Quiero que te fijes por dónde empieza Jesús. ¿Esta persona está demasiado lejos? Bueno, Jesús empieza por la gran sed de su alma.