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¿Cómo es la vida de tus seres queridos cristianos que ya están en el cielo? El Pastor Colin habla sobre la experiencia de los ángeles y lo que eso significa para nuestros seres queridos. 

Pasaje: Apocalipsis 6:9-11


No necesitaremos un cuerpo para hacer lo que hacen los ángeles. Así que lo que hacen los ángeles, que son espíritus ministradores (Hebreos 1:14). Nos da un modelo, un patrón de pensamiento sobre la vida y la experiencia de nuestros seres queridos creyentes que están ahora con el Señor. 

Tenemos precedentes de esto en las palabras de Jesús, que dice a este respecto, que seremos como los ángeles en la resurrección (Marcos 12:25).

Déjame darte ejemplos de lo que los ángeles pueden hacer como almas o espíritus sin cuerpos, que nos señalarán el tipo de cosas que tus seres queridos creyentes están haciendo ahora mientras ellos y nosotros esperamos la resurrección. 

i. Los ángeles ven, también los creyentes en el cielo

«Miren que no desprecien a uno de estos pequeñitos, porque les digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos» (Mateo 18:10). 

Los ángeles contemplan el rostro de Dios. Son espíritus, no tienen globos oculares o retinas, pero contemplan el rostro de Dios. Esto también es cierto para nuestros seres queridos creyentes. La fe se ha convertido en vista para ellos. Tendrán ojos en la resurrección, pero ahora, ellos ven como si fueran ángeles que no tienen cuerpos.

ii. Los ángeles hablan, también los creyentes en el cielo

Hay una comunicación llena de gozo. 

«De repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace”» (Lucas 2:13, 14).

Los ángeles son espíritus. No tienen cuerdas vocales pero alaban a Dios. Y lo mismo es cierto sobre nuestros seres queridos creyentes. Tendrán cuerdas vocales en la resurrección, pero en este momento, hablan justo como los ángeles.  

iii. Los ángeles se gozan, también los creyentes se gozan en el cielo 

«De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10). 

No hay nada en las Escrituras que sugiera que los creyentes que están con el Señor ven los detalles de nuestras vidas aquí abajo. Pero Jesús dice que hay gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente (Lucas 15:7). Entonces, si hay alegría en el cielo, ¿por qué los creyentes que han ido allí no participarían de este gozo?  

iv. Los ángeles adoran, y también los creyentes adoran en el cielo 

«Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz: “El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza”» (Ap 5:11-12).

Los redimidos en la presencia de Cristo participan de esto.

Débil es el esfuerzo de mi corazón 

y frío mi más cálido pensamiento

pero cuando te vea tal como eres

te alabaré como debo hacerlo

(El himno de John Newton “Cuán dulce el Nombre de Jesús”)

Adorarás desde un corazón lleno y rebosante en la presencia del Señor Jesucristo. La vista se convertirá en fe, con plenitud de gozo, sin ninguna intervención de la carne. Será glorioso. 

v. Los ángeles preguntan y también lo hacen los creyentes en el cielo (1 Pedro 1:12, Apocalipsis 6:10).

Recordarán lo que sucede en 1 Pedro 1:12 cuando Pedro habla de las maravillas de todo lo que se realizó mediante la muerte y resurrección de Jesús, dice que «hasta los ángeles anhelan contemplar estas cosas» (1 Pedro 1:12).

Los ángeles son muy inteligentes, y sus mentes están constantemente ocupadas tratando de comprender las maravillas y las glorias de Dios. No necesitas un cuerpo para hacerlo. 

En el pasaje de Apocalipsis 6, vemos que los creyentes están haciendo preguntas. Juan ve almas en presencia de Jesús. Se hicieron visibles a Juan en la visión, igual que los ángeles se hicieron visibles a los pastores la noche en que nació Jesús.

Juan ve a estas almas en el cielo y participan activamente haciendo preguntas «¿Hasta cuándo, Señor?».

Hay cosas que, como los ángeles, aún no saben. Dios tiene más cosas para ellos, que aún les serán reveladas cuando venga Cristo. Y lo esperan con anticipación. Ellos dicen: “¿Hasta cuándo?” Pero hasta entonces, participan activamente.

Ligon Duncan cita una declaración que se hizo en el funeral de un hombre llamado Donald Macmillan, que me ha resultado útil. Donald Macmillan era un hombre gigantesco. Era granjero, pastor en el norte de Escocia.  Tenía unas manos enormes, una voz estruendosa y una energía implacable. Se hizo pastor, y recuerdo haberle oído predicar cuando yo tenía poco más de veinte años. 

Recuerdo que me sentía clavado a la pared cuando hablaba, por lo potente de su energía. Su voz estruendosa llenaba el auditorio, y recuerdo que me preguntaba si todo el estrado se derrumbaría cuando aquel hombre enorme lo atravesara con tanta intensidad. 

Cuando Macmillan murió, su colega que se encargó del funeral dijo: «Es duro para nosotros contemplar a este hombre grande, cariñoso y enérgico, muerto e inmovilizado, sin energía, vigor, vida, fuerza y actividad». Luego dijo: «Donald está más vivo, más vigoroso, más enérgico y más activo que nunca».

Esto me resulta muy útil para pensar en los que están en la presencia de Cristo. Nunca pienses en ellos como pasivos o adormecidos o inactivos. «Hoy estarás conmigo en el cielo». Esto es el gozo consciente de la presencia de Jesús. 

Muchos cristianos van por la vida con la idea de que estar en la presencia de Jesús es, de alguna manera, una vida a medias, que es una especie de mundo entre las sombras. Sería Una negación total de «para mí vivir es Cristo y morir es ganancia». Es como si llegáramos a la conclusión de «para mí vivir es Cristo, pero morir es menos»… la mitad de lo que era antes… eso no puede ser cierto. 

Escucha, el alma va por delante del cuerpo. El cuerpo espera la redención que llegará con la venida de Jesús. Pero para el creyente, el alma va por delante y se perfecciona en la muerte. En esta vida, el alma vive a través del cuerpo, pero el cuerpo (además de facilitar la vida del alma) también pone límites a la vida del alma. Piensa en que «el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil». 

Entonces, ¿dónde está la limitación según esa afirmación de Jesús? Para el cristiano no está en el espíritu, sino en la carne. La voluntad del espíritu del creyente supera la capacidad de la carne del creyente. Y tú tendrás esta experiencia, mientras permanezcas en este cuerpo mortal. 

Experimentas la lucha de que «el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil»: nunca llegas a ser el creyente que quieres ser, nunca progresas en la santificación como desearías. Pero los creyentes que van a Su presencia, sus almas se perfeccionan al entrar en la presencia de Jesús. Por eso dice en Apocalipsis 7 que le sirven día y noche en Su templo (Apocalipsis 7:15).

No hay cansancio, ni hartazgo, ni pereza, ¡ni el menor atisbo de pecado a la vista! ¡Tu ser querido está más vivo, más vigoroso, más enérgico y más activo en presencia de Jesús que nunca antes!

Esa es una visión gloriosa, no una vida a medias. Esto es lo que le espera a un creyente en la presencia de Jesús. Ellos están con Cristo, plenamente conscientes, participando activamente. Y por último, ellos están: 

4. Esperando ansiosamente 

Recuerda que hay una gran diferencia entre: el cielo tal como es ahora, y el cielo como será cuando haya un cielo nuevo y una tierra nueva. 

Los creyentes que han muerto están con Cristo, son plenamente conscientes y participan activamente. Todavía no tienen el cuerpo de resurrección. Todavía no tienen la tierra nueva. Todavía no tienen a toda la familia reunida. 

Hay un modelo bueno / mejor / lo mejor para la vida cristiana. 

Estar en Cristo es bueno. Realmente bueno. Cuando la vida en este mundo está en su peor momento, eres bendecido con toda bendición espiritual en Cristo Jesús. 

Estar con Cristo es mejor. Mucho mejor que cualquier cosa que hayas conocido o puedas conocer en este mundo.  

Pero incluso para los que están en el cielo, lo mejor está aún por venir.

Lo ves claramente en el pasaje de Apocalipsis 6, donde Juan ve las almas de los creyentes en el cielo, almas de creyentes que han sido martirizados por la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo.

«Vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido» (v. 9).

Así que aquí están las almas de los creyentes en presencia de Jesús y se hacen visibles al Apóstol Juan en esta visión.

Estos creyentes claman a Dios: «¿Hasta cuándo?» (Apocalipsis 6:10). ¿Hasta cuándo terminarán los males de este mundo presente, los sufrimientos del pueblo de Dios?  ¿Hasta cuándo el Rey Jesús regresará en gloria para que podamos ir con Él? ¿Hasta cuándo Él pondrá a todos Sus enemigos bajo sus pies? ¿Hasta cuándo habrá un cielo nuevo y una tierra nueva que serán el hogar de la justicia?

Se les dice que deben esperar.

Herman Bavinck, el gran teólogo holandés (1854-1921) tiene un comentario fascinante sobre la experiencia de los creyentes en presencia de Jesús:

«Tienen un pasado que recuerdan, un presente en el que viven, y un futuro al que se acercan».

En los últimos años nos hemos afligido por la pérdida de los que han sido asesinados por la Palabra de Dios y por el testimonio que habían mantenido (v. 9). 

Aquí se nos dice que hay un número definido, conocido por Dios, de los que darán su vida por causa de Cristo. Y cada vez que escuches hablar de un hermano o una hermana asesinados por ser cristianos, debemos decir con dolor: «¡Se acerca la venida de Jesús!»

Un día matarán al último mártir y el Padre dirá al Hijo: «¡Llegó el momento! Ve a terminar con esto y trae a mis hijos a casa». Cristo vendrá en gloria.  Nuestros seres queridos que se han adelantado estarán con Él, y nosotros estaremos para siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:17).

Los seres queridos que han muerto en el Señor están:

  • Con Cristo.
  • Plenamente conscientes.
  • Involucrados activamente.
  • Esperando ansiosamente

Usa estas verdades en dos formas

En primer lugar, como una forma de encontrar:

1. Consuelo 

Utiliza esta verdad para ayudarte en tu duelo por la pérdida de un ser querido. 

Cuando pienses en lo que has perdido, piensa en lo que ellos han ganado  

Ellos no desearían volver, y si pudieras ver lo que ellos ven, tú tampoco desearías que volvieran. El llamado de Dios para ti es que sigas adelante en una vida de fe y obediencia, que será más sincera que antes a medida que avanzas hacia el premio que ellos ya disfrutan. 

2. Valor 

Este mundo es cada vez más hostil hacia los cristianos y no veo ninguna razón para esperar que eso cambie. 

A medida que se acerca la venida de Jesús, las tinieblas se hacen más oscuras, la luz del Evangelio brilla con más intensidad, y el punto medio entre no estar ni comprometido con Jesús ni estar en contra de Él desaparece por completo.

Si eres una de esas personas que dice: «Creo que la fe es algo bueno, pero no estoy comprometido personalmente con Jesucristo, puedes esperar tener cada vez menos compañía». Al final nadie estará donde estás ahora. 

Te pido que hoy tengas el valor de dar un paso al frente y adoptar tu postura respecto a Jesucristo. Ríndete y levanta la bandera blanca. Reconócelo como Señor de tu vida. Haz lo que hizo el ladrón en la cruz cuando casi todos los demás le despreciaban: voltea, pide y confía en Él. 

Si crees en Jesús, vive con valor esta semana. Dile hoy a Cristo que le amas, que le servirás y que cuando cueste, lo considerarás como una participación en el sufrimiento de Cristo (1 Pedro 4:13) y luego, como Jesús, saca fuerza del gozo puesto delante de ti.

Jesús dijo:

«Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por Mí y por el evangelio, la salvará». (Marcos 8:35)

Una oración

Padre, infunde en nuestros corazones las glorias que están a Tu diestra para todos los que están en Jesucristo en Tu presencia en el cielo. Concédenos que corramos bien nuestra carrera, que obtengamos consuelo y valor en las grandes verdades que hoy se nos presentan. Y que cuando llegue nuestro tiempo, cuando Tú vengas en gloria, nos encontremos en ti y contigo por los siglos de los siglos. En el nombre de Jesús, amén.