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noviembre 11, 2024

El significado del Padre Nuestro línea a línea

Este artículo está basado en una enseñanza de Colin Smith, pastor principal de The Orchard, de su serie Seis cosas para pedirle a Dios. Sigue sus enseñanzas en YouTube o buscando «Abre la Biblia con el Pastor Colin Smith» en tu aplicación de podcast favorita.


Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron cómo orar, Jesús respondió con las palabras del Padre Nuestro (tal y como se encuentra en Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4). En el Padre Nuestro, tenemos al propio Hijo de Dios enseñándonos a orar, y ¿quién no querría acercar una silla, sentarse y aferrarse a cada una de Sus palabras?

Lo que sigue es un desglose, petición por petición, del significado del Padre Nuestro. Que Dios aumente tu fe en Él y tu capacidad de orar mientras meditas en las palabras vivificadoras de Jesús.

Texto completo del Padre Nuestro

«Padre nuestro que estás en los cielos. Santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad. Así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal». Mateo 6:9-13


Padre nuestro que estás en los cielos

Las seis peticiones del Padre Nuestro se dirigen a «nuestro Padre que está en los cielos». Es una oración para los hijos de Dios; son las oraciones de quienes se han reconciliado con Dios. Nosotros no podemos orar así de forma natural, ya que por naturaleza, estamos alejados de Dios. Nos preocupa más nuestro nombre que el de Dios y así, abandonados a nosotros mismos, si es que oramos, muchas veces empezaremos por nosotros mismos y nuestras propias necesidades.

Pero Jesús vino para llevarnos a una relación totalmente nueva y diferente con Dios Padre. Dios es Su Padre y, mediante la fe en Él, nosotros también llegamos a conocer a Dios como nuestro Padre. Jesús te lleva a una nueva relación con Dios en la que le amas, confías en Él, le adoras, le sirves y le obedeces. Y en el amor de este Padre perfecto, encontrarás nueva paz, nueva fuerza, nueva esperanza y nueva alegría.

He aquí la promesa: «Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre» (Juan 1:12). Si quieres conocer a Dios como Padre, si quieres orar como Jesús nos enseñó a orar, aquí es donde debes empezar: debes recibir a Jesús como Señor y Salvador de tu vida, y lo haces al creer que murió en la cruz por tus pecados y para reconciliarte con Dios el Padre. Todo en el Padre Nuestro fluye de esa relación.


Santificado sea Tu nombre

Observa que el «cielo» enmarca las tres primeras peticiones: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino, hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:9-10). En otras palabras: Santificado sea Tu nombre (así en la tierra como en el cielo). Venga Tu reino (en la tierra como en el cielo). Hágase Tu voluntad (en la tierra como en el cielo).

Piensa en la escena del cielo mientras los ángeles adoran y se honra el nombre de Dios: «Día y noche no cesaban de decir: “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir”». (Apocalipsis 4:8). Esa es la escena en el cielo, pero ¿qué hay de la escena en la tierra? «Mi nombre es blasfemado todo el día» (Isaías 52:5). 

La escena en la tierra no podría ser más diferente de la escena en el cielo. En el cielo, el nombre de Dios es honrado mientras los ángeles lo adoran sin cesar; en la tierra, el nombre de Dios es despreciado y blasfemado durante todo el día. Y es en este abismo donde oramos la primera petición del Padre Nuestro: «¡Santificado sea Tu nombre!». Que Tu nombre sea venerado, exaltado, honrado y adorado como lo es en el cielo.

Al hacer esta oración, pedimos a Dios que se mueva y actúe en el mundo de tal manera que la gente lo adore y lo atesore por encima de todo. «Padre, por favor, haz que la gente te ame, confíe en Ti, te adore y te rinda culto. Haz que eso sea verdad para nosotros. Haz que sea verdad para mí». La respuesta de Dios a un mundo que desprecia Su nombre es un pueblo que conoce y ama Su santo nombre.

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Venga Tu reino

Dios es un Rey grande y glorioso. Hay otros poderes, otras autoridades, otros reyes y otros dioses que no reconocen Su gobierno, pero Dios es soberano sobre ellos: «Porque Dios grande es el Señor, y Rey grande sobre todos los dioses» (Salmo 95:3). Cuando oramos: «Venga Tu reino», lo primero que pedimos a Dios es que nuestras vidas se sometan más plenamente a Su reino y a Su gobierno.

Jesús dice que Su reino es como «la más pequeña de todas las semillas» (Marcos 4:31). Puede que sea pequeña, pero como está viva, crecerá. Lo que Dios está haciendo en ti se extenderá a través de ti a las vidas de los demás. La segunda cosa por la que oramos cuando pedimos «Venga Tu reino» es por los seres queridos que aún no conocen a Jesús. Aquí también oramos por el avance del evangelio en el mundo.

Cuando Jesús nos enseña a orar: «Venga Tu reino», no sólo nos está diciendo que oremos para que el reino comience en nosotros y crezca en el mundo, sino para que venga el reino de Dios en toda su plenitud. La venida del reino requiere la venida del Rey. Cuando venga el Rey, vencerá a la muerte, juzgará al mundo y traerá a Su pueblo sano y salvo a Su presencia para que viva bajo la bendición de Su gobierno para siempre.

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Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo

Dios tiene una voluntad que está oculta, una voluntad que puede discernirse y una voluntad que se nos ha revelado en la Biblia. Así pues, cuando oramos: «Hágase Tu voluntad», estamos pidiendo fe en lo que Dios ha mantenido oculto, sabiduría en lo que Dios nos ha llamado a discernir y obediencia en lo que Él ha revelado. 

Nuestro Señor nos da un modelo de cómo debe hacerse Su voluntad: «como en el cielo». ¿Quién hace la voluntad de Dios en el cielo? Los ángeles, y si ellos son el modelo de hacer la voluntad de Dios en el cielo, ¿cómo es su obediencia? Los ángeles hacen la voluntad de Dios plena, alegre e inmediatamente.

Así pues, cuando hacemos esta oración, estamos pidiendo a Dios: «Señor, ayúdame a aceptar los mandatos que me has llamado a obedecer. Ayúdame a someterme a la carga que Tú me has llamado a llevar». Cuando oras: «Hágase Tu voluntad», descartas lo que Dios prohíbe y te sometes a lo que Dios ordena.

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Danos hoy el pan nuestro de cada día

Cuando pedimos a Dios que nos dé nuestro «pan de cada día», estamos, en primer lugar, confesando nuestra dependencia de Él. También estamos reconociendo que Dios no nos debe nada, y que todo lo que tenemos nos lo da gratuitamente de Su mano.

Observa, en segundo lugar, que pedimos a Dios pan, no un filete. «Pan» se utiliza en la Biblia como término general para designar las necesidades básicas de la vida, por lo que «pan» incluiría nuestra alimentación, salud, vivienda y vestido. También incluye nuestro trabajo, nuestra seguridad y la estabilidad de nuestro país. Todos ellos son buenos regalos de la mano de nuestro Padre celestial. Así, en esta oración pedimos a Dios que nos dé todo lo que necesitamos para mantener una vida comprometida con honrar Su nombre, hacer avanzar Su reino y hacer Su voluntad. Y cuando pidamos y recibamos estas cosas, crecerá naturalmente nuestra gratitud hacia Dios.

En tercer lugar, fíjate en el plural. No es: «Dame el pan de cada día» sino: «Danos el pan de cada día». Esta oración no sólo nos ayuda a reconocer nuestra dependencia de Dios y nos ayuda a crecer en gratitud, sino que profundizará nuestra compasión por los demás, cuyas necesidades son mayores que las nuestras. Aquí es donde oramos por las necesidades de un mundo hambriento, y donde pedimos a Dios que nos traiga a la mente las necesidades de los demás a las que podemos ayudar.

Por último, la frase «cada día» nos recuerda que Dios tiene un historial de fidelidad. Ha estado proveyendo a miles de millones de personas en todos los continentes del mundo, y lo ha hecho diariamente durante miles de años. Cuando pides a Dios que satisfaga tus necesidades, no estás pidiendo algo extraño o inusual, esto es lo que Dios hace por Su pueblo. Lo hace cada día y puedes confiar en que lo hará por ti.

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Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores

Jesús nos enseña a orar: «Perdónanos nuestras deudas». Eso sí que es pedir mucho. Imagínate ir a alguien y pedirle que «perdone» tu deuda de un millón de dólares, pero Jesús nos invita a ir y hacer una petición aún mayor a Dios.

Cuando pedimos a Dios que perdone nuestras deudas, estamos confesando no sólo que no hemos pagado, sino que no podemos pagar. No decimos: «Padre, te compensaré siendo un buen padre, un buen estudiante o un buen cristiano». 

¿Por qué necesitaría un cristiano hacer esta oración? Cuando acudimos a Jesús con fe y arrepentimiento, somos justificados plenamente, por completo y para siempre, Dios retira todos los cargos contra nosotros. Si Dios ha alejado nuestros pecados tanto como el oriente está lejos del occidente, ¿por qué tendríamos que orar esta semana: «Perdónanos nuestras deudas»? El objetivo de esta oración no es que se elimine la condena, sino que se restablezca la comunión con Dios. 

Fíjate, no es: «Perdona mis deudas», sino: «Perdona nuestras deudas». Hacer esta oración significa que quieres que Dios perdone no sólo las deudas que tú tienes, sino también las deudas de los demás, y esto incluye las deudas que los demás tienen contigo. ¿Cómo puedo pedir a Dios que me perdone por mis pecados si no estoy dispuesto a perdonar a los demás por los suyos?

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No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal

Jesús utilizó palabras parecidas en el huerto de Getsemaní, cuando dijo a los discípulos: «Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:41).

Todo el mundo es tentado. Fíjate que Jesús no está diciendo: «Velen y oren para que no sean tentados», sino: «Velen y oren para que no entren en tentación». En otras palabras, está diciendo: «Padre, no permitas que llegue al punto en que la tentación me abrume. Guárdame, ayudándome a velar y a orar». 

Cuando oramos: «Líbranos del mal», no estamos diciendo que podemos hacerlo; ni siquiera estamos diciendo que podemos hacerlo, pero que sólo necesitamos un poco de ayuda. Cuando oramos: «Líbranos del mal», estamos diciendo: «Este poder del mal es demasiado grande para nosotros, pero no es demasiado grande para Ti». Cuando vemos guerras, injusticias, hambre y enfermedades, Jesús nos dice que oremos: «Líbranos del mal». Padre, ven y haz por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos.

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Abre la Biblia

Abre la Biblia existe para abrir la Biblia con las personas, para ayudarles a abrir la Biblia por sí mismas y equiparlas para abrir la Biblia con otros. Escucha nuestro podcast Abre la Biblia con el Pastor Colin Smith o descarga el libro gratis El cielo: Un devocional de 30 días.
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